7 claves para una educación científica desde otras miradas

7 claves para una educación científica desde otras miradas

El 11 de febrero se celebra el día de la niña y la mujer en la ciencia. El objetivo no es otro que lograr que su acceso y participación en este ámbito sean equitativos y plenos. Y es que la desproporción en las cifras es patente en cualquier parámetro que midamos, al mismo tiempo que sigue vigente la idea de que las mujeres somos inferiores en el quehacer científico.

09/02/2018

Sorkin, Alboratorio de saberes / Jakintzen Iraultegia

Imagen extraída de la guía didáctica de Sorkin.

Imagen extraída de la guía didáctica de Sorkin.

 

En este artículo nos centraremos en ofrecer algunas soluciones enfocadas a las primeras etapas de la vida. Las niñas y adolescentes van a recibir constantemente y por diferentes vías, el mensaje de que ellas no pueden, no saben o no valen para las ciencias. Es esencial, por tanto, analizar qué tipo de educación científica reciben e incidir en medidas que puedan contrarrestar esos sesgos. No nos referimos únicamente a los contenidos que puedan enseñarse en clase de mates o química. Los juguetes que escojamos, las actividades de ocio en que participen o el valor que le demos a ciertas tareas están incidiendo directamente en su percepción de la realidad y en el desarrollo de sus capacidades. La educación científica desde otras miradas debe implementarse en los diferentes espacios educativos, ya sea en el ámbito doméstico, la escuela o en la educación no formal. A continuación os presentamos 7 claves para llevarlo a la práctica.

1. Cuestiona la noción actual de ciencia: no es oro todo lo que reluce

La ciencia no es neutral ni objetiva, como expusimos en este artículo. Es una construcción sociocultural que ha respondido siempre a intereses muy concretos de las clases dominantes, sustentado así ideologías y distintas formas de opresión. No es casual que en nombre de la ciencia se haya defendido la supuesta inferioridad intelectual de las mujeres, la falsedad del cambio climático, la existencia de razas humanas o el binarismo sexual, por poner algunos ejemplos. Tampoco lo es que aquella que se considera legítima tenga lugar en espacios académicos limitados para buena parte de la población, ni que buena parte de las investigaciones sean financiadas por capital empresarial privado, que determina en muchos casos quién, qué, y cómo se investiga. Por ello es tan importante no dar las cosas por sentado, analizar los contextos y la historia, y fomentar el desarrollo de un pensamiento crítico. De esta forma podremos discernir entre las pruebas empíricas y la ideología, y tener una visión de conjunto que integre valores y favorezca la emancipación.

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2. Rescata la ciencia en los márgenes: los saberes de las mujeres

Una de las grandes consecuencias de la actual noción de ciencia es que hay una serie de conocimientos, prácticas y formas de hacer que han quedado fuera. Así, los fenómenos científicos asociados a tareas desempeñadas por mujeres han sido sistemáticamente infravalorados y menospreciados junto con sus hacedoras. No por casualidad, claro. Despojar de valor a estos saberes y eliminarles su componente científico, es una forma de de excluir a las mujeres de determinados espacios de poder y fortalecer la división sexual del trabajo.

Por el contrario, incorporar a la educación científica saberes provenientes por ejemplo de la cocina, la huerta o el tejido, y valorar sus aportes para el avance de la humanidad, no sólo supone ampliar nuestra comprensión del mundo. Implica también cambiar el matiz con el que las mujeres nos enfrentamos a este ámbito y nos empodera como colectivo -no es un espacio tradicionalmente masculino al que debamos acceder, sino que siempre lo hemos hecho aunque no se nos lo haya reconocido-. Al mismo tiempo, nos ayuda a cuestionar la ciencia legitimada desde la práctica y a abrir nuestra mente a formas de organización social diferentes, lo que nos lleva al siguiente punto.

3. Fomenta nuevas formas de entender la ciencia que pongan la vida en el centro

Ya hemos visto que la ciencia es subjetiva y responde a los intereses y valores que tenga la sociedad, así que démosle la vuelta a la tortilla. ¿Cómo sería la ciencia en una sociedad feminista? Las respuestas a esta pregunta podrían ser tantas o más como feminismos hay, evidentemente. En nuestro caso, te proponemos inspirarte en una idea que surge de diferentes corrientes feministas: la sostenibilidad de la vida. Así, las nuevas formas de hacer y también de enseñar ciencia deberían centrarse fundamentalmente en mejorar y hacer más plena la vida de la gente, priorizando el cuidado de personas y naturaleza dentro de la organización social.

4. Reconoce los aportes de las mujeres que han hecho y hacen ciencia

Necesitamos referentes. Las propuestas pedagógicas de los estudios de ciencia y feminismo y otras ramas insisten en la necesidad de visibilizar a todas aquellas mujeres que han contribuido a la ciencia. No basta con situar en el lugar que merecen a todas aquellas científicas que obtuvieron grandes logros. Precisamos poner de manifiesto que mujeres de distinta clase, etnia y condición siempre han hecho ciencia desde los espacios que han ocupado, ya sean públicos o privados. Las niñas y jóvenes precisan conocer sus nombres, recorrido y experiencias, sentirse identificadas y ser conscientes de que no están solas ni son una minoría. Ha habido muchas antes y vendrán muchas otras después.

5. Las mujeres científicas, referentes en las reivindicaciones feministas

Poner el foco en las mujeres que han hecho y hacen ciencia, nos permite asimilar nuestra capacidad para ocupar legítimamente este ámbito y mucho más. Las historias de vida de buena parte de estas mujeres están marcadas por las discriminaciones a las que se han debido enfrentar y las mil formas que han ingeniado para superar barreras e insubordinarse a las normas establecidas. Historias que nos transmiten resistencia, superación, transgresión, y que promueven la sororidad. No te pares sólo en hablar de sus contribuciones a la ciencia, indaga en sus vidas y extrae aprendizajes que guiarán a las científicas del mañana.

6. No olvides las bases: la coeducación como pilar

De nada sirve generar referentes de mujeres o desarrollar un pensamiento crítico ante la noción de ciencia si no lo acompañamos de una educación no sexista y en favor de la equidad. Está en nuestra mano primero detectar cómo nos afecta personalmente, y después denunciar la construcción social del género que se da a través de los diferentes agentes y los productos culturales que nos rodean, así como los roles, estereotipos y relaciones marcadas por la desigualdad que se derivan de todo ello. Además, podemos promover relaciones equitativas, cuidar el reparto de los espacios y los tiempos, usar un lenguaje inclusivo o fomentar el respeto a las distintas expresiones de género, por citar sólo algunos ejemplos.

7. Cambia tus metodologías

Tan importante es el qué se trabaja como el cómo se hace. Apuesta por metodologías pedagógicas que incorporen la perspectiva feminista. Algunas como el aprendizaje vivencial, permiten profundizar en la idea de que lo personal también es político, y al mismo tiempo, acercar ciencia y cotidianidad, o pasar del pensamiento abstracto a un enfoque práctico. Otras, como el reconocimiento de las emociones y la aceptación de la frustración, no sólo mejoran los resultados académicos, sino que aumentan la capacidad de empoderamiento de ellas, y fomentan relaciones personales sanas y recíprocas. Por otro lado, el uso de enfoques multidisciplicares o integrales en la enseñanza de la ciencia, favorecerá la contextualización y el pensamiento crítico. Asimismo, las herramientas participativas o cooperativas sentarán las bases para relaciones interpersonales más equitativas y respetuosas.

¿Y ellos?

No los dejes a un lado. Pensar y poner en práctica una educación científica desde otras miradas es igualmente importante para niños y adolescentes varones. Cada una de las claves anteriormente mencionadas contribuirá a romper el ideal de masculinidad heteronormativa imperante. No sólo ayudará a convencerles de que las mujeres están igual de capacitadas que los hombres para participar en el ámbito científico-tecnológico. También promoverá relaciones interpersonales equitativas, les implicará hacia la avance de corresponsabilidad en las tareas de cuidados y fomentará, en definitiva, el desarrollo de una ciencia más centrada en proporcionar el bien común.


*Si quieres saber más o empezar a poner en práctica alguna de estas ideas, te invitamos a profundizar en ello mediante la guía didáctica ‘La ciencia que se esconde en los saberes de las mujeres’. En este trabajo nos hemos centrado en desarrollar propuestas específicas para las necesidades de las personas que trabajan en espacios de educación no formal con adolescentes, que habitualmente no cuentan con materiales de este tipo. Ahí encontrarás información y referencias que te servirán para profundizar en la temática y que podrás emplear en otros espacios.

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