Y todo esto pasaba antes del trifachito “valiente”

Y todo esto pasaba antes del trifachito “valiente”

Desde el feminismo nos alarmamos ante la irrupción en las instituciones de la extrema derecha, pero Ana María Rosado recuerda que ya se siguen manteniendo tradiciones sexistas sin el "trifachito valiente".

12/06/2019

Kodigo Malva

El 26 de mayo fueron las elecciones municipales en el estado español. En la mayoría de los municipios ganó el PSOE y como no podía ser menos, en nuestra localidad también, aunque no de forma mayoritaria como era habitual.

Estas elecciones no tuvieron el carácter de otros tiempos. En Andalucía tuvieron un “color” especial porque tras décadas de feudo “socialista” en diciembre de 2018 las derechas se hicieron con el gobierno autonómico en un ménage à trois con la extrema derecha y podría ser el preludio de lo que se nos venía encima. Ocasión que no desperdició el PSOE para hacer del voto útil su mantra, utilizando la herramienta de la culpa y azuzando posibles fantasmas del pasado en cuanto a retrocesos en derechos civiles, que por cierto, han sido defendidos, demandados y conseguidos durante décadas por los movimientos sociales y colectivos.

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Los últimos coletazos del “Susanato” nos dejó una ley de igualdad no exenta de polémica. Pese a introducir supuestamente mejoras en la antigua ley autonómica del 2007, esta coarta -a base de sanción administrativa y amenaza de inhabilitación- la libertad de expresión a aquellas organizaciones que apuesten por la disidencia dentro del discurso del feminismo hegemónico e institucional. Se introdujeron algunos cambios específicos en cuanto a la responsabilidad de los gobiernos y organismos institucionales en la prevención de la violencia de género -que ya se recogían desde la constitución y las diversas leyes de igualdad-, como el recogido en el artículo 50 ter de la ley 9/2018 en la que indica claramente y sin opción a dudas que “las administraciones públicas tienen que velar porque las manifestaciones artísticas y culturales, ya sean sostenidas tanto por fondos públicos como privados, no fomenten, enaltezcan o reproduzcan estereotipos sexistas”. 

Nuestra entidad, como muchas otras, lleva trabajando desde el 2014 para denunciar públicamente los diversos tipos de violencias que se ejercen hacia las mujeres, y entre ellas la violencia institucional, a través de la responsabilidad directa o indirecta de las administraciones públicas. 

Un ejemplo de ello lo tenemos en el concurso de reinas de las fiestas de la Chiclanera adulta e infantil y así lo hemos trasladado desde los inicios en diversos encuentros, tanto al alcalde como a la delegada de la mujer de nuestra localidad, proponiendo siempre alternativas que fomenten valores positivos e igualitarios y sin cuestionar ni entrar a valorar las decisiones personales de las mujeres. Los feminismos tienen el objetivo de poner el foco en los mecanismos y estrategias de este sistema que siguen perpetuando la desigualdad. 

Durante estos 5 años hemos puesto en conocimiento de la delegación territorial de educación y del instituto de la mujer mediante cartas y reuniones presenciales la organización de este acto a través del ayuntamiento. Tras el anuncio de la “desinstitucionalización” del concurso de forma perversa y electoralista, hemos realizado notas de prensa, preguntas en los plenos y registrado dos escritos dirigidos al alcalde y al delegado de fiestas preguntando por la posible vinculación del ayuntamiento con el concurso una vez que se delegó en una asociación. Se ha votado por mayoría en el consejo sectorial de las mujeres (compuesto por más de 30 entidades) el rechazo de la complicidad del ayuntamiento con este tipo de eventos, invisibilizando e intentando boicotear este ejercicio democrático como es la participación ciudadana. 

 

Reivindicando una feria igualitaria en el consejo extraordinario de las mujeres por el 8 de marzo de 2017.

Además, hemos realizado dos acciones de visibilización y denuncia: una en 2016 #YoTambiénSoyChiclana; y otra durante el 2019 #Por10Razones. 

En #YoTambiénSoyChiclana, varias personas de diferentes colectivos nos inscribimos en el concurso para denunciar y visibilizar que los requisitos exigidos que además de discriminar por sexo, lo hacían por edad y accesibilidad.

Inscripción en la delegación de fiestas del Ayto de Chiclana en 2016.

 

Rueda de prensa tras la inscripción.

 

Durante este 2019 con #Por10Razones, y tras contactar con las compañeras de Zafra Violeta y ajustar su idea original “Por 15 razones” a nuestra realidad legislativa y local, adaptamos las reivindicaciones en un decálogo explicando porqué  las administraciones locales no deben seguir manteniendo este tipo de “demostraciones culturales”: porque proceden de una tradición franquista en la que sólo se valoraba la belleza y el estatus socioeconómico, porque crean modelos y referentes basados principalmente en el físico, porque no representa la diversidad y la pluralidad de la ciudadanía, porque no promueven valores igualitarios y perpetúan desigualdades, porque se hipersexualiza a las niñas, porque cosifican no sólo a las mujeres; sino también a la extiende al resto de personas, porque no cumple con las acciones dirigidas desde la coeducación en los centros educativos y a las asociaciones de padres y madres.

Infografía de la campaña #Por10Razones.

 

Y sobre todo, porque no cumple las propias leyes, políticas transversales, planes de igualdad y todo un entramado legislativo que desde el mismo partido que se erige como adalid del feminismo -así, en singular- han venido vendiendo a bombo y platillo desde que encontraron en esto de la igualdad su estandarte.

Y aquí nos encontramos de nuevo en este 2019, con un partido que se autodenomina feminista y que sigue participando-promoviendo, desde hace un par de años de forma indirecta y con la novedad de la ampliación de los requisitos para optar al título de Chiclanera mayor para este año, los concursos de belleza, que no son más que una muestra en pequeñito de la sin razón del mundo en el que vivimos (clasista, machista, etnocentrista, mercantilizado, dominado por poderes que generan una cultura superficial y ramplona) y que se han seguido manteniendo a pesar de las continuas reivindicaciones del movimiento feminista.

Y porque todo esto pasaba antes del trifachito “valiente”. La culpa es una de las herramientas perfectas de la que se ha servido el patriarcado para seguir oprimiendo, y a través del enfrentamiento entre iguales, mantener los privilegios de unos cuantos. 

Pero las y los feministas conocemos todas las estrategias que nos quieren responsabilizar en exclusiva de los posibles efectos en los retrocesos en igualdad si seguimos denunciando públicamente, ya sea de forma auto organizada o individual, a quienes desde las instituciones mantienen y/o fomentan la desigualdad en todos sus aspectos.

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