Una mirada de las masculinidades en Tarzán

Una mirada de las masculinidades en Tarzán

El sexismo en Disney da para mucho, pero esta semana Paula Bravo escribe sobre masculinidades a través de Trazán. ¡Se ha colado una butch!

28/05/2019

Paula Bravo

 

No vamos a caer otra vez en comentar el sexismo de Disney, en la horrible herida causada por el amor romántico de las princesas. Aunque Jane no se queda corta, dejando toda su vida por la de él tras un intento de domesticar lo salvaje, muy a pesar de toda la vida“civilizada” como canta Phil Collins “tu corazón decidirá por ti”.

Tampoco hablaremos de maternidad, que en Disney es tan necesaria, y tan repleta de familias con “modelos tradicionales” donde un feliz matrimonio pierde a la mujer, y el pobre y desvalido para los cuidados padre ha de quedarse al cargo de la/s hijas o hijo/s. Creando una edípica relación donde nunca se controla suficiente a la criatura, y la nueva pareja (las madrastras) juegan un papel despreciable, que muestra una vez más esa enemistad entre las mujeres, en muchas de las ocasiones a causa de su belleza física, que como todes sabemos es lo más preciado de una mujer. Esa maternidad que en Tarzán presenta un nuevo modelo: la adopción. El duelo por el hijo perdido, el irremediable sentido maternal de la hembra que ha de darle cobijo y cariño, frente al rechazo constante del macho por “no ser uno de los suyos”, por ser una sustitución y noalgo producto de su propia corporalidad, que es la relevante.

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No hablaremos de nada de esto sino de ese constructo social sobre la expresión del género asignado típicamente a los hombres: la masculinidad. Hagamos para ello un análisis de cuáles son los personajes de esta historia para ver que modelos de masculinidad encontramos.

Tarzán: Tiene un cuerpo tan masculino que hasta puede permitirse dejarse el pelo largo. Unos rasgos cuadrados, no solo sus abdominales, sino su rostro, sus extremidades. El pecho al descubierto, pero sin vello alguno, donde poder golpearse para mostrar su masculinidad, como ha aprendido del macho alfa de su manada.

Kerchak: EL macho alfa. Corpóreamente inmenso, mirada derrotadora, falto de sentimientos, protector con su grupo, de su mujer y cría los que más. Negación de reconocimiento a Tarzán hasta el final donde se ha reblandecido. Desconfianza de lo desconocido. Solucionando todo con voces y muestras de fuerza, ese además es el camino para ganar su respeto. Él no necesita reclamar su respeto porque su propia aura lo impone, es lo que le hace alfa. Tiene dotes de líder y luchador.

Clayton: el cazador despiadado y perverso. Su nariz geométrica como de mafioso a quien ya se la han roto varias veces, siempre armado porque su forma de reaccionar ante la vida es(en un principio) proteger a los demás, (cuando ya se revela su personalidad) ganar sus fines, a costa de medios violentos, muerte y engaño. Da igual hacer daño a quien o lo que sea, la envidia y la avaricia le corroen. Su cuerpo es musculado, y aunque le falta ya algo de pelo, es el único con vello.

El padre de Jane, profesor Porter: no tiene una masculinidad hegemónica, que se le perdona por la ternura que infunden su edad, su dulzura paternal e inocencia. Es pequeño físicamente, algo que en otro contexto, séase un chaval adolescente, sería modelo de burla. No es fuerte, y no le hace falta porque se supone que tiene respeto por edad, aunque en algunos casos lo que sufre son engaños por la espalda. Su torpeza, como siempre en estos casos, se cubre de valentía. No esconde sus sentimientos, y comprende los ajenos, lo cual también se excusa en la edad.

Tantor: el elefante, que igual que el padre de Jane está caracterizado por la torpeza, en este caso excusado en el papel de amigo torpe pero al final valiente del grupo (Un Lomboton de toda la vida) que además, no por casualidad es un elefante que siempre queda como personaje graciosillo, olvidadizo. Nunca usado para definir una masculinidad o feminidad redundante, es decir, este personaje nunca podría haber sido un guepardo, por ejemplo. Muestra sus sentimientos, incluso en exceso, sería el “llorica” del grupo al que los demás protegen por pena. Es una masculinidad no hegemónica de la que apiadarse.

Por último y no por ello menos impactante, la amiga mona, Terk.

Sí, la amiga, una mujer en Disney representando la masculinidad, (y no me refiero a Mulán travistiéndose para salvar a su padre) me estoy refiriendo a una chica masculina, que en ningún momento se muestra como algo femenina, salvo en un par de ocasiones donde se permite mostrar su afecto. De hecho es una chica que podía ser leída como chico. Es una butch. Tiene voz grabe, cresta, roles de juego masculinos, amigos chicos, comportamientos típicamente masculinos, expresión de sentimientos (ocultando aquellos de debilidad e imponiendo los de rivalidad y fuerza) incluso en su manera de gesticular.

Esta vez no se está viendo la masculinidad en una mujer para demonizarla (Úrsula), como algo que perseguir y castigar (Mérida) o como único modo de conseguir poder o fiabilidad (secretaria de Monstruos S.A.), se está viendo como una expresión de género valida, no cuestionada, que no necesita ser determinada ni asignada a una sexualidad concreta. Se está dando una masculinidad femenina y a nadie le supone un problema, vamos, lo mismo que si viviera en el mundo civilizado y tuviera que entrar al baño de chicas.

Esta masculinidad femenina se contrapone a la feminidad emblemática de Jane, inglesa por excelencia, con su vestido con miriñaque, su largo cuello y pálida piel, con paraguas y guantes incluidos para que nada estropee su tez porcelana. Con los rasgos más afilados posibles, para encajar dentro de una delgadez referencial. Que se desvive por la dulzura de los animales y el amor. Es también una mujer instruida que se vuelca en la investigación de su padre y en la vida con Tarzán en la selva, sin embargo ella nunca jamás pierde su feminidad, ni aún en medio de una lucha.

El enfrentamiento entre los géneros y cómo se representa cada uno, se ve de manera irrevocable en las manos. La de ellos siembre más cuadradas y grandes, especialmente las de Tarzán, oh protector, las frágiles y finas de Jane. Las del padre que aunque algo menos esqueléticas que las de la hija tampoco son las más grandes. Las peludas y robustas del cazador. Y las de los chimpancés que aunque sean grandes siempre, son menos amenazantes y más conciliadoras si son de hembras.

Así se representa el género y su expresión en Tarzán, pero cabe resaltar lo magnífico de que en medio de todos estos modelos hegemónicos se haya colado una butch.

 

 

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