Salud, Sexo, Emociones, Identidades
Jenn Díaz publica 'Violencia en tres actos', un paso más en su análisis sobre las víctimas y los victimarios, que deconstruye los perfiles robot asimilados por la sociedad.
España es adicta y por supuesto que las benzociacepinas son la única droga más consumida por mujeres.
Tenemos palabras escritas por quienes vivimos esta realidad sobre qué significa ser mujer, gitana, mestiza y lesbiana.
La distancia afecta a las relaciones, para bien o para mal, y lógicamente también a las sáficas. Hablamos de los kilómetros en las relaciones, de amor, de inspiración, de mujeres en la historia con Christina Rosenvinge.
En este tercer capítulo de la tercera temporada de El conejo de Alicia hablamos de la menopausia. Lejos de ser un engorro, tiene sus ventajas. Alicia Murillo lo sabe de primera mano.
Después de décadas de activismo gordo, nos encontramos en un momento donde las activistas podemos pararnos a pensar en nuestras alianzas. Acción, redes y gordoridad son ingredientes imprescindibles en la lucha antigordofobia. Gracias a la acción compartida y al activismo, muchas tenemos claro que nuestro cuerpo ya no es un campo de batalla, sino que la batalla está ahí fuera y vamos a salir juntas a pelear.
En este episodio buceamos por los grises de la asexualidad con la Asociación Interseccional de personas en el Espectro Asexual de España.
Un extracto de este fanzine colectivo sobre la rabia femenina.
Los derechos reproductivos de las lesbianas suelen enfocarse en la consecución del embarazo y en la obtención de la maternidad legal y la custodia, mientras que el acceso al aborto se considera más como un derecho de las mujeres heterosexuales para interrumpir embarazos no deseados.
Como alguien que expresa su género más allá de la normatividad soy consciente de las dificultades a las que me enfrento para construir, nuevamente en mi vida, algo a lo que poder denominar como “pareja”.
Al entender que lo que me gustaba de otras mujeres no era ser como ellas, sino ellas, al abrazar mi bisexualidad, empecé a ver mi cuerpo ya no como algo censurable sino objeto de deseo.
Clara Serra cuestiona en el ensayo ‘El sentido de consentir’ el marco del consentimiento positivo, ese que pide dar un sí. Entiende que el reto social es asegurar que las mujeres siempre puedan decir que no. Advierte sobre el punitivismo y traslada al conjunto de la sociedad, con los feminismos al mando, la pregunta de qué hacer con los violadores.
El ideal de belleza masculina se ha domesticado, se ha democratizado y bebe de un ideal ario, aunque hoy parezca desligado de la ideología política.
Cuidado con los cuidados, con que sea bidireccionales, con pervertirlos para que sean una forma de someter al resto a nuestras demandas. En este capítulo además de hablar de vínculos, contamos con Marina Listillas para charlar de humor, censura y, cómo no, lesbianas.
El “altercado” en un autobús en Canarias hace unas semanas en el que personas adultas agredieron a varios menores migrantes se saldó con la propuesta del Cabildo de que los menores no cojan el servicio público. ¿Qué sociedad es la que teme a chavales de 14 años?
Hemos interiorizado la perversa idea de que hablar de violencia intragénero significa traicionar al feminismo. Sin embargo, ignorar esta realidad dificulta el poder reconocerla, nombrarla y pedir ayuda cuando ocurre lo que, en el fondo, todas sabemos que ocurre.
En ‘Diario de una bordadora’, Loly Ghirardi cuenta cómo el bordado se convirtió en una tabla de salvación en ese oscuro océano que es para muchas mujeres el proceso de búsqueda de su maternidad.
A finales del siglo XIX, con pretextos higienistas y de control, el personal médico y las autoridades controlaban la vida de las prostitutas a través de cartillas médicas y de vigilancia. Será la lucha de las feministas y progresistas de la época la responsable del Decreto Abolicionista de 1935, que buscaba erradicar la prostitución reglamentada.
Entrevistamos a un grupo de mujeres que se ha enfrentado a sus vaginas no deseadas en un taller, y han salido con otra narrativa
En cuanto a los derechos de las trabajadoras sexuales y la migración, el bipartidismo español no es más que un retoque estético.
