Un periodismo para dar la batalla y confrontar ideas

Un periodismo para dar la batalla y confrontar ideas

En el II Congreso de Periodismo Feminista Lucía Martínez Odriozola se ha debatido sobre cómo las dinámicas de redes empobrecen el discurso y sobre la importancia del trabajo de gestión, bastante invisibilizado, entre otras cuestiones.

09/12/2021

Mesa sobre modelos de negocio en el II Congreso de Periodismo Feminista Lucía Martínez Odriozola | Foto: Pikara Magazine

“Lucía era una capitana. Nos daba la brasa cuando escribíamos mal e insistía en que siguiéramos dando la batalla”. Frente al nombre anónimo que llevó el I Congreso de Periodismo Feminista, organizado por Pikara Magazine en octubre de 2019, la segunda edición (y las que vendrán) ha tenido un nombre propio: Lucía Martínez Odriozola. Frente a la falta de memoria sobre aquellas que caminaron antes, el nombre del congreso es una reivindicación, un reconocimiento y un homenaje al trabajo de la periodista fundadora de Pikara Magazine, fallecida el pasado verano.

Sus aportes han sido escuela para muchas y sus batallas tuvieron diversos escenarios: fue presidenta de la Asociación Vasca de Periodistas, impulsora y decana del Colegio Vasco de Periodistas y vicepresidenta de la Federación de Asociaciones de Periodistas de España (FAPE). Magis Iglesias, expresidenta de la FAPE donde compartió junta directiva con Martínez Odriozola, fue la encargada de abrir el congreso con una conferencia titulada ‘Últimas tardes con Lucía’. Además de recordar la figura de Martínez Odriozola, “una capitana”, Iglesias expuso las dificultades que encontró en su época de presidenta (2008-2010) para poder trabajar: “Molestaba que cambiáramos las cosas y no pidiéramos permiso. Los ataques que recibimos fueron viscerales”.

La primera mesa redonda del congreso abordó los modelos de negocio de los medios de comunicación y cómo aportar una perspectiva feminista a este trabajo tan invisibilizado, pero capital. En el debate participaron tres medios que ya son cooperativa –El Salto, La Marea y La Directa– y otro –Pikara Magazine– que tendrá esta forma jurídica en breve. “Una cooperativa es un concepto político potente, pero no sabemos cómo sacarle todo el potencial, porque la burocracia nos ha comido mucho”, arrancó Patricia Reguero, periodista de El Salto. Las dificultades del modelo también fueron compartidas por la directora de La Marea, Magda Bandera, quien reconoció que para ellas ha sido un error no dar importancia a la gestión.

La necesidad de conectar la parte editorial con la administrativa fue reivindicada por Tamia Quima, una de las coordinadoras de Pikara Magazine. “Es importante crear una estructura feminista, no solo en los contenidos. Cuando se publica un artículo no solo hay trabajo de escritura y edición, también hay que pagar, hacer los trámites con Hacienda. Lo que se ve es lo editorial, pero hay más”, expuso la responsable de administración. De hecho, esta parte más desconocida centró el debate, por lo que implica de tiempo y de trabajo. Además, también se abordaron cuestiones sobre los principios que rigen estos medios y que implican menos presupuesto, como las líneas rojas en la publicidad o el debate sobre las subvenciones, que puso sobre la mesa Anna Celma, periodista de La Directa.

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Los límites de la libertad de expresión

La primera jornada del congreso concluyó con dos talleres simultáneos: uno sobre los límites de la libertad de expresión en el ejercicio del periodismo, impartido por la abogada Laia Serra; y otro sobre periodismo antirracista, de Lucía Mbomío.

“Muchas veces estamos muy pendientes de lo que decimos, pero no de lo que parece que estamos diciendo. Insinuaciones, hipótesis, pueden traer problemas legales. Preguntas sin respuesta, juegos de palabras o vacíos pueden hacer que se entienda públicamente determinada afirmación”, expuso Serra, quien insistió en que la falta de formación de muchas y muchos periodistas dificulta en la práctica su labor informativa.

La periodista Lucía Mbomío denunció la inercia de hablar de “cuerpos recién llegados” cuando se informa sobre personas racializadas, a las que se suele “extranjerizar” de manera constante, y exigió contextualización histórica. A través del uso de múltiples ejemplos denunció el sensacionalismo, la animalización, la hipersexualizacion o la lógica del heroísmo que se aplican en las informaciones publicadas en distintos medios.

La primera mesa redonda de la segunda jornada, sobre cómo hacer periodismo de investigación en clave feminista, contó con tres ponentes, de la veintena que ha participado en la segunda edición del congreso, que se ha realizado de manera online, los días 1,2 y 3 de diciembre. Las periodistas Andrea Momoitio, Lucía Muñoz e Itxaso Martín expusieron sus trabajos de investigación y las dificultades encontradas en su desarrollo. Por ejemplo, la precariedad llevó a Lucía Muñoz, y a su productora Entre Fronteras, a lanzar un crowdfunding para poner afrontar la realización del documental Paralelo 35º 50º, sobre una frontera hasta ahora desconocida en aguas del Estrecho, que ya ha cosechado varios premios.

La investigación de Martín, un antibiografía sobre su bisabuela que estuvo 51 años en un psiquiátrico, fue antropológica. Su trabajo partió desde lo micro para hablar de los silencios, muy presentes en las historias de mujeres, como denunció. “Es importante dejarnos preguntas sin resolver, hay cosas que no sabemos”, subrayó.

El cuestionamiento de los archivos de la policía o de instituciones psiquiátricas, así como los problemas para acceder a fuentes orales son algunas de las dificultades que ha encontrado Momoitio en los cuatro años que ha estado investigando sobre una huelga de putas que hubo en Bilbao en 1977, tras el fallecimiento de María Isabel Gutiérrez Velasco, en una celda de la cárcel de Basauri. Esta investigación, “una obsesión” para la autora, verá la luz en forma de libro el próximo año.

Comunicar con ilustraciones

La segunda jornada se cerró con dos mesas paralelas, entre las que tenían que elegir la casi cien personas inscritas. Las ilustradoras Emma Gascó, Quan Zhou (Gazpacho Agridulce), Ana Penyas y Ana Reguera (Señora Milton) hablaron de los pormenores de su trabajo. Por ejemplo, Penyas incidió en la investigación previa que suele hacer antes de cada trabajo, para conocer qué se ha hecho ya y qué referencias existen. “Yo reflexiono mucho sobre la perpetuación de estereotipos”, apuntó Zhou, y también sobre los límites del humor. Al respecto Emma Gascó insistió en la responsabilidad como comunicadoras y compartió algún ejemplo de cómo alguna de sus propuestas, como la primera que hizo para la portada del número 9 de Pikara Magazine en papel, fue descartada por si se podía malinterpretar: “Estoy de acuerdo con esa decisión, si se puede interpretar mal es mejor darle un poquito más a la cabeza y dar con otra idea”. Por su parte, Ana Reguera, que utiliza la técnica del collage, criticó que algunas instituciones quieren usar a la ilustradora feminista “para hacer un lavado de cara” mientras piden cambios y “marcan la línea de trabajo”.

Las expertas en internet Florencia Goldsman, Martu Islas y Marta Peirano abordaron en su mesa la importancia de los cuidados digitales en un contexto de ciberviolencias machistas en auge. Peirano criticó la aplicación “aleatoria” de las normas que practican plataformas como Twitter, Facebook o Instagram y usó el ejemplo de Donald Trump, expulsado de Twitter cuando dejó de ser presidente de Estados Unidos por hacer cosas que llevaba tiempo realizando. ¿Y qué pasa cuando se expulsa a una periodista no tan visible?, se pregunta la periodista. Además, también denunció que los ataques a las mujeres en los espacios virtuales, por ejemplo, en los comentarios de una noticia, no buscan corregir, sino acallar: “Es una forma de censura que consiste en destrozarte la moral hasta que te callas; es un clásico”.

La periodista Florencia Goldsman relató la situación en América Latina, donde se habla de cuidados digitales como algo colectivo, e invitó a “repensar nuestros hábitos”, porque “un ataque virtual puede acabar en un ataque físico”; por ello criticó que se deleguen las tareas “a terceros, a los técnicos”. Además, narró que en varios países de la región son los Gobiernos los que monitorean la actividad en redes, “rastrillaje virtual”, lo llamó.

Martu Islas, activista trans-hack-feminista e impulsora del hacklab feminista la_bekka, relató qué necesidades tienen las defensoras y comunicadoras cuando son atacadas en redes. Entre otras cosas, suelen solicitar apoyo psicosocial, recursos económicos, asesoramiento legal y acompañamiento técnico.

La mesa que cerró el II Congreso de Periodismo Feminista Lucía Martínez Odriozola contó con la participación de las periodistas Nuria Alabao, June Fernández y Patricia Simón y versó sobre las redes sociales y si su uso puede llevar a la autocensura. Fernández, fundadora de Pikara Magazine y ahora periodista freelance y formadora, puso sobre la mesa cómo en muchos casos las periodistas hacen textos con criterios de comunity manager o SEO, por lo que propuso que se tengan en cuenta criterios de valoración alternativos a las visitas. También lamentó que se practique un periodismo complaciente.

Alabao, investigadora y periodista en Ctxt, criticó que la lógica de las redes sociales incita a que se muevan los artículos con enfoques simplificados y que provocan más indignación moral y puso el ejemplo de cómo la extrema derecha usa Facebook para buscar reacciones contrarias. “Existe un empobrecimiento del discurso público y Twitter es un ágora del control de los discursos”, apuntó. En este sentido, Simón subrayó que la gente “busca certidumbres, nos piden que seamos la hoja parroquial”. Por ello lamentó que se hayan “roto las posibilidades de confrontar ideas”.

 


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