Maca y Esther: No tengo nada más que declarar

Maca y Esther: No tengo nada más que declarar

A estas alturas, la obsesión de Andrea Momoitio por los personajes de Maca y Esther, de la serie Hospital Central, es más que conocida. Hemos dejado que se explaye la muchacha.

Pikara Magazine llegó a mi vida profesional lo suficientemente pronto como para evitar que aprendiera algunas cosas básicas que saben hacer los y las periodistas. No sé escribir notas de prensa ni reseñas, pero lo sé todo sobre Maca y Esther. Mi compañera Mª Ángeles Fernández, atenta editora de nuestra revista, sabe de mi obsesión por estos dos personajes de Hospital Central. Sabe también que, aprovechando el confinamiento, me he vuelto a tragar toda su historia de amor y me ha pedido que escriba algo. Aquí estoy, qué remedio. No puedo empezar esta antirreseña –que puede estar cargada de spoilers sin miedo a que me machaquen porque la serie acabó en 2012– sin agradecer su trabajo a María Ramirez. ¿Quién es esa persona? Pues un ángel. Un ángel que, en algún momento de su vida, decidió que era buena idea recortar todas las escenas de Maca y Esther para facilitarnos los maratones. Además, los ha traducido al inglés y al italiano, queridas. Nadie vaya a creer que estaba volviendo a ver Hospital Central entera. Volver a tragarme a Vilches es demasiado hasta para mí. María nos ha facilitado mucho el trabajo y, en su perfil de Youtube, podéis encontrar más de 150 vídeos que recogen la historia de amor más bonita de todas las que se vivieron en el Hospital Central. No pienso justificar esta pasión. No pienso hacerlo. Además, tengo argumentos académicos, que para algo hice mi tesina sobre el lesbianismo en televisión.

La serie, hablando mal y pronto, podemos decir que es un poco truño, pero los personajes de Maca y Esther llenaron los noticiarios de rollo bollo. Patricia Vico y Fátima Baeza, las actrices que interpretaban los personajes, se conviertieron en iconos lésbicos y recibieron decenas de premios por su trabajo. Entonces, pocas lesbianas de carne y hueso se atrevían a hablar de sus relaciones y dos actrices heterosexuales se convirtieron en los referentes que tanto necesitabamos. Su historia de amor está plagada de estereotipos y completamente vacía de perspectiva feminista, pero algunas pequeñas transgresiones atravesaron las pantallas en prime time.

Su historia, en cinco actos.

1- La historia de amor

Macarena Fernández Wilson, pediatra, llega a Hospital Central para trabajar en Urgencias. Y cómo llega: guapa y borde como ella sola. En la puerta está Esther García, enfermera, que confunde a Maca con la enfermera a la que está esperando y le monta un pollo de escándolo por ir de lista. Maca trata de explicarle que se está equivocando, pero Esther se muestra implacable. Un rato después, Elisa, la jefa de enfermería, le cuenta que la nueva enfermera ha entrado en un reality show y ha rechazado el puesto de trabajo. ¿Quién era entonces esa tía? Ai, pobre Esther, cómo iba a saber ella todo lo que pasaría después.

Esa misma tarde, se encuentran en un curso de cocina y, claro, surge el amor. Empiezan a buscarse entre los pasillos para hablar de recetas. Esther, una tipa de barrio, se ve llamando a todas las fruterías pijas de la ciudad para buscar trufa blanca para cocinar un plato cuyo nombre no sabe pronunciar. El amor, en el puchero. La tensión empieza a ser cada vez más evidente y, con muy buen gusto, los y las guionistas empiezan a tramar una historia de amor que supuso un antes y un después para la visibilidad lésbica en televisión. Maca llevaba a Esther todos los días en moto al Hopistal, iban a patinar juntas, se besaban en el cuarto de enfermeras y se dejaban notitas en los informes médicos. Un día, después de comer en un japonés pijo, protagonizaron una escena bastante surrealista a lo Pretty Woman. Esther no sabía comer con palillos –yo tampoco– y se manchó de soja la camiseta feísima que llevaba puesta. En ese momento salen a relucir sus miedos: no se creía a la altura de la belleza de Maca. Maca Gere se la lleva de compras y a la peluquería: “Déjame guapa a la niña”, le dice al peluquero marica de Marco Aldany. Un cuadro de escena ante la que yo no puedo evitar sonreir. Todavía no he acabado de vomitar todo el amor romántico que llevo dentro. Qué os voy a decir.

Maca y Esther se casaron el 14 de diciembre de 2005, pocos meses después de que se aprobase el matrimonio igualitario en el Estado español. Iban monísimas las dos.

2- Las criaturas

Después de la tormenta, siempre llega la calma y después de una boda lésbica, suelen llegar las criaturas. En algunos casos, el divorcio, sí. Maca y Esther decidieron que querían ser mamás. Primero, plantearon la posibilidad de pedirle el semen a algún compañero del hospital, pero la propuesta no fraguó. Eso sí, generó escenas muy divertidas. Rendidas a la evidencia, el mundo no está preparado para tantas rupturas, decidieron acudir a una clínica para que Maca se quedase embarazada. El estado de buena esperanza de la pediatra generó tensiones en la pareja. A Esther le costó involucrarse en el proceso y se hizo evidente un miedo habitual entre algunas parejas de mujeres: cómo gestionar el papel de la madre no gestante. Los padres de Maca solo se alegraron de la noticia al enterarse de que la embarazada era su hija. Un clásico, vaya. La mala baba de esos dos, que también la liaron con la boda, tuvo consecuencias y el padre sufrió un infarto el día que nació, mediante cesárea, su nieto. Dios castiga sin piedra ni palo, pero sobrevivió. Nació Pedrito y llegó el drama.

3- El maldito Raúl

Esther apenas tendría 15 días de permiso en el trabajo tras el nacimiento de su criatura y Maca decidió irse a pasar una temporada a Jerez, su tierra natal, para estar tranquila con el niño. Esther se quedó sola en Madrid, atenta al teléfono y a las noticias de su mujer, que no parecía tener mucho interés por volver. Una noche, triste y despechada, se acostó con Raúl, el médico de la ambulancia. El tipo es guapetón, pero bastante chorra. El giro en la historia nos rompió el corazón a todas. Maca, desolada por la infidelidad, tuvo que enfrentarse a algo muchísimo peor: ¡Esther se había quedado embarazada! ¿Te lías con un tipo una noche y te quedas embarazada? Sí. En Hospital Central, sí. A ver, que es posible, pero era inecesario. Qué ganas de hacernos sufrir. Por supuesto, a pesar de los tímidos intentos por mostrarse progres, los guionistas no supieron resolver aquel lío sin generar un dramón. Maca y Esther lo dejan, pero acaban volviendo. Por si fuera poco, además, la criatura que esperaba Esther, a la que llamaron Patricia, nació con anemia de Fanconi, una enfermedad de difícil cura. Sólo había una solución: que Esther y Raúl volvieran a tener otra hija, que donaría médula a su hermana.

Vamos, no me jodas.

4- La maldita Vero

Esther se queda embarazada de nuevo. En la serie no se hace alusión al método: ¿se volvería a acostar con Raúl? Siempre nos quedará la duda. El caso es que Esther se vuelve a quedar embarazada y con todo el percal que tiene encima, no está la mujer muy animada ni muy dispuesta a cuidar su relación de pareja. Maca entonces conoce a Vero, la psiquiatra del hospital, que es bellísima, majísima y de todo. Lo que empieza siendo un lío sin mayor importancia, acaba siendo algo más. Esther, que es más lista que el hambre, se da cuenta, pero se siente culpable y decide no decir nada. Nace su segunda hija, Paula, en un parto también complicado, y tras el éxito de la operación, Esther pone punto y final a su relación con Maca. Sigue enamorada y sufre como una perra. Un día, se acerca a Vero para sentenciar, peineta mediante, que hay mujeres que son para toda la vida y otras… otras son Vero. Todas necesitaban entonces a Paula Alcaide, pero no lo sabían. En cualquier caso, la relación entre la pediatra y la psiquiatra se mantiene en el tiempo hasta que Esther vuelve a enamorase y Maca, que ni come ni deja comer, descubre lo que ya sabíamos todas: ¡Nunca pudo olvidarla! ¡Por fin! Qué manera de sufrir.

5- La reconquista: Mamá vuelve a casa

Esther quiere irse a París, pero nadie sabe con quién ha planeado el romántico viaje. Los celos de Maca empiezan a ser cada vez más evidentes y acaban de dinamitarlo todo cuando Esther le pide el divorcio con una excusa muy mala: Las parejas divorciadas tienen más puntos en el colegio bilingüe al que quieren llevar a su hijo.

Vero y Maca rompen. Empieza la reconquista.

Mientras tanto, a Maca le diagnostican esclerosis múltiple y Esther lo deja también con Bea, su novia, con la que fue a París. Los dramas, se suceden: la ex de Esther intenta suicidarse, ella trata de evitarlo y ambas se caen por la ventana. Bea muere y Esther está muy grave. Vestida como si hubiera salido de una escena de Las trece rosas, Esther se escapa del hospital para acudir al entierro. El marido de Bea está montándole un pollo de escándalo justo cuando Maca llega a su rescate. Ya se lo había dicho en otra ocasión: “Yo te protejo”. Menuda es Maca: fuerte y decidida, un tanto egoísta, muy firme en sus decisiones y en sus deseos. Atractiva hasta límites insospechados. Es el icono de mi adolescencia y, todavía hoy, fantaseo a menudo con ella. Me puede. Es mi perdición. Confieso. No tengo nada más que declarar. Se vuelven a mudar y sus criaturas, claro, felices. El padre de Maca se muere mientras su madre sigue anestesiada por un trasplante de pulmón. Aparece una hermana secreta de Maca y se suceden los líos por la herencia.

Esther se recupera, poco a poco, mientras empieza a notar que su lugar en el hospital ya no es tal. Animada por uno de sus compañeros, empieza a escribir cuentos infantiles y resultan ser un éxito. En un quiebro de la historia, motivado en realidad porque ambas actrices decidieron dejar Hospital Central, Maca y Esther deciden mudarse a vivir a Argentina.

Jorge Díaz, uno de los guionistas de la serie, dice en unas declaraciones para Tele de Barrio que es la historia más bonita que ha escrito. Patricia Vico asegura, en el mismo programa, que Maca es el personaje más importante de su vida. En esa entrevista, un encuentro inédito entre las dos actrices, la complicidad entre ellas es evidente, pero, entre risas, queda latente que no fue una historia fácil. Hubo miedo por parte de la productora, hubo miedo por parte de la cadena. En el Estado español, las representaciones lésbicas estaban relegadas a la comedia y mientras Maca y Esther se querían, en España se debatía si era digno que dos mujeres se casaran. Ambas vivieron con mucha sorpresa y emoción la reacción del público, que acogió su historia con un entusiasmo inédito para Hospital Central. Se abrieron foros dedicados a su historia, recibieron premios, se hicieron encuentros con las fans, la gente esperaba en la puerta del plató para hacerse fotos con ellas. Fátima Baeza recuerda que, entre las seguidoras, surgieron muchas parejas, que Hospital Central fue la palanca para que muchas saliéramos del armario. En los colegios hablaban de su historia.

Todavía hoy, el fenómeno de Maca y Esther sigue vivo en internet. En el foro ‘Maca y Esther: Siempre eternas’ se sigue actualizando con cierta asiduidad. La sociedad ha cambiado mucho desde entonces, pero hay algo que no cambia: el cosquilleo que se nos produce en la tripa cada vez que Maca y Esther se besan.

Download PDF

Artículos relacionados

Últimas publicaciones

Download PDF

Título

Ir a Arriba