“He vivido situaciones difíciles a la hora de participar en grupos feministas por ser antiespecista”

“He vivido situaciones difíciles a la hora de participar en grupos feministas por ser antiespecista”

Irene Toledano, más conocida como Frida Galgo, es confundadora de Ecofeministas Antiespecistas Madrid (EFAM). Aboga por la construcción de un mundo mejor poniendo la vida en el centro desde una perspectiva ecofeminista crítica, la que vincula la protección de la Madre Tierra a la de las mujeres y el resto de seres que la habitan.

27/10/2021
En la imagen, Frida Galgo, artista, activista interseccional y cofundadora de Ecofeministas Antiespecistas Madrid (EFAM).- Foto cedida por ella.

En la imagen, Frida Galgo, artista, activista interseccional y cofundadora de Ecofeministas Antiespecistas Madrid (EFAM).- Foto cedida por ella.

La historia de Irene Toledano, más conocida como Frida Galgo, comienza con un quiebre. Con una grieta abierta en la superficie de su mundo adolescente. Getafe, años 90, un cuerpo que despierta. En el acto, la protagonista descubre (o más bien reconoce) el privilegio. El privilegio que engendra la opresión que cae sobre ella, pero también el privilegio propio.

Artista y creadora de la firma de moda sostenible que lleva su nombre, activista interseccional desde hace más de dos décadas y cofundadora de Ecofeministas Antiespecistas Madrid (EFAM), Frida Galgo empezó a ser gracias a esa herida expuesta. Por aquel entonces tenía sólo trece años pero, como todas las niñas, ya intuía lo que significaba nacer oprimida. Con el tiempo, ese instinto se convirtió en convicción y esa certeza, en la ética bajo la que quería vivir. En este punto de su existencia, la pandemia y las secuelas psicológicas y físicas que deja el activismo la han llevado a retirarse de la primera línea y a refugiarse —o a hacerse fuerte: ella es su propia muralla— en los autocuidados. A lo largo de esta entrevista recuperaremos, juntas, el poder a través de las palabras. Palabras que nos regresan y que nos guían. Hacia atrás, hacia adelante. Como esa luz encendida que trasciende el decorado.

¿Por qué eres feminista?

Porque el mundo es machista y debemos rebelarnos contra la autoridad masculina. Por nuestras antecesoras, que nos abrieron paso con su lucha y consiguieron muchos de nuestros derechos, y porque todavía nos quedan muchos otros que conquistar. Porque el planeta necesita una Humanidad igualitaria, libre de violencias machistas, donde las mujeres puedan vivir sin miedo, con igualdad de oportunidades, con los mismos derechos, con corresponsabilidad de tareas y de cuidados; con una justicia y una educación sin sesgo de género. Porque nos están matando y no hay excusas. Es difícil para mí aceptar que alguien no comprenda la palabra feminismo o que muchas mujeres renieguen de ella. Necesitamos más conciencia. Y necesitamos aliados que entiendan que defender el feminismo no significa dejar a los hombres a un lado.

¿Y por qué eres vegana?

De adolescente, llegó a mis manos un libro de Gandhi. Era fino y fácil de leer. El título me llamó mucho la atención: La base moral del vegetarianismo. En él, hablaba de su dieta basada en arroz, trigo, cereales, leche, miel, frutas, hojas verdes y condimentos. Ahí empecé a entender lo que era ser vegetariana, pero me faltó quizás algo más de profundidad, así que empecé a investigar. Siempre fui muy empática con los animales y me preguntaba por qué unos gozaban de unos privilegios y otros no, e incluso comparaba sus privilegios con los míos: ¿por qué yo sí y ellos no? Desde entonces, soy vegana por justicia, por compasión y por empatía.

Es importante asumir responsabilidades y posicionarse, porque los animales llevan millones de años sufriendo verdaderas atrocidades de las que todas participamos. Para mí el principal motivo son sus vidas, aunque también me importan el planeta y la falta de escrúpulos de la industria que los mata y explota la hora de destruir los recursos naturales y dañar irreversiblemente nuestro mundo.

¿Cuál dirías que es la relación entre ecofeminismo y antiespecismo?

A la Naturaleza, a las mujeres y a los animales nos han convertido en objetos: se nos usa y explota por los deseos y caprichos del hombre, del capitalismo y de la industria. El poder patriarcal ejerce su dominación sobre todas nosotras. El ecofeminismo crítico, la corriente más actual del ecofeminismo y con la que yo me siento identificada, vincula la protección de la Madre Tierra a la de las mujeres y el resto de seres que la habitan. Aboga por la construcción de un mundo mejor poniendo la vida en el centro.

Entonces… ¿se puede ser feminista y comer animales? ¿Y se puede ser machista y vegana?

Por poder, se puede; pero no es coherente pues todas las opresiones salen del mismo sitio. Por un lado, la sociedad ha normalizado ser feminista y comer animales, pero yo creo que se trata de una postura individualista y egoísta porque, si no quieres que la opresión se ejerza en ti, lo más ético es que tú no la ejerzas en nadie. Como antiespecista, he vivido situaciones difíciles a la hora de participar en grupos feministas. A veces siento que se incomodan con mi presencia y que incluso menosprecian mi lucha porque para muchas no es importante, no es prioridad.

Por otro lado, en el movimiento por la liberación animal hay machismo. Se producen agresiones. Muchos hombres se sienten amenazados por el feminismo y por grupos como EFAM (Ecofeministas Antiespecistas Madrid). Incluso algunas mujeres activistas dicen que “no hay que mezclar luchas” porque se le resta fuerza a la que ellas consideran prioritaria.

Por todo, yo cada día tengo más claro que la interseccionalidad es el camino. Sin interseccionalidad no hay avance. Debemos frenar el odio de los partidos de ultraderecha que no paran de crecer con un discurso machista, racista, xenófobo y también especista. Si a estos partidos les dan igual los pobres niños y las familias enteras que arriesgan su vida para entrar en España, ¿cómo no les van a dar igual los toros, las palomas o cualquier otro animal no humano? Hay que combatir su violencia desde la unión.

¿Qué papel juega el patriarcado en la explotación de los animales?

La dominación es un sistema inculcado por la cultura o estructura patriarcal. El patriarcado normaliza dominar a los otros animales para su uso o consumo, exactamente igual que con nuestros cuerpos. El macho demuestra su “virilidad” comiéndose un chuletón y, si se come una ensalada, no da la talla. En casi todas las sociedades se dan ejemplos como este.

¿Qué es Ecofeministas Antiespecistas Madrid?

Ecofeministas Antiespecistas Madrid, con las siglas EFAM, es un grupo de acción que lucha contra la explotación de los animales no humanos, pero también contra la explotación de las mujeres; siempre desde una perspectiva interseccional y en conexión con el núcleo mismo de la vida, la naturaleza. Nos consideramos antirracistas, anticapacitistas, anticapitalistas, apolíticas, transinclusivas y absolutamente intolerantes con cualquier tipo de opresión.

Antes has mencionado que muchos activistas hombres se sienten amenazados por grupos como EFAM, ¿por qué crees que esto sucede?

Porque son machistas. Y porque están acostumbrados a los baños de masas para subirse el ego y sentirse importantes, a los aplausos, a tener muchos likes en sus redes sociales, y no quieren perder el protagonismo. También puede que no sepan lo que es el feminismo; por eso no dan ese paso atrás tan necesario. En EFAM lo combatimos haciendo lo que mejor se nos da: activismo por los derechos de los animales desde el feminismo. Tomamos lo que nos corresponde, creamos espacios seguros y redes de apoyo con las mujeres de otros colectivos y activistas independientes, denunciamos las actitudes y las agresiones machistas que se producen dentro del movimiento y, por supuesto, nos negamos a compartir espacios con esos agresores.

¿Hacia dónde se dirige EFAM?

Tras una pausa obligada por las restricciones del coronavirus y por nuestra salud mental, tenemos ganas de reactivar el colectivo y de volver a hacer cosas. EFAM lo coordinamos dos personas, y las dos hemos necesitado ese tiempo para tomar impulso. En esta nueva etapa, queremos reencontrarnos, reunirnos, escucharnos y apoyarnos. Y, poco a poco, retomar el activismo de calle. A mí me gustaría que hubiese más gente implicada en la parte de organización y aportando ideas. EFAM es un grupo muy necesario que muchas personas respaldan y eso tiene que verse y darnos fuerza.

Háblame de las luchaketas.

Son la prenda principal de mi marca, Frida Galgo. Se me ocurrió la idea de rescatar chaquetas vintage de los años 70 y 80 que una vez pertenecieron al ejército y darles una nueva vida a través del reciclaje. Todas contienen mensajes reivindicativos, proclamas de lucha; de ahí el nombre de luchaketas. Les añado telas, adornos y las estampo con tintas veganas. También confecciono bolsos con esos mismos tejidos militares y a veces otras piezas más especiales como gabardinas y riñoneras, siempre bajo la misma filosofía. Creo que la moda debería servir para expresar nuestras ideas y valores de una manera profunda. Vivimos en un mundo consumista y capitalista y hay que romper el ciclo del usar y tirar dejando de producir y, al mismo tiempo, utilizando lo que ya existe bajo una perspectiva no sé si revolucionaria, pero sí de oposición al sistema.

¿Quién te inspira?

Me inspiran las personas jóvenes que empiezan porque me recuerdo reflejada en ellas. Me gusta mucho ver nuevas plataformas o colectivos, como AMA Antiespecista, sacados adelante por gente con muchas capacidades y con mucha información que, a su vez, logran que otras futuras activistas llamen a sus puertas.

Me inspiran mis amigas. Amigas con mucha sabiduría de las que siempre aprendo. Como tú, Mila. Me inspiran mis amigas trans y LGTBI+ que se rebelan, porque todavía algunes se tienen que rebelar contra su entorno más cercano. Me inspiran las activistas, las artistas, las emprendedoras que llevan años de trayectoria y que dejaron el ego y la soberbia atrás para dar prioridad a lo realmente importante. Me inspiran nuestras antecesoras sufragistas, a las que admiro mucho, ya que fueron ellas quien nos mostraron el camino.

Me inspiran las personas que luchan por la justicia social, que renuncian al individualismo y, aun teniendo la vida resuelta, se implican por y para los demás, defendiendo a quienes menos opciones tienen. Me inspiran las personas que aportan algo bueno, que suma y que permanece.

¿Qué te condujo a hacer activismo?

Cuando tienes unas convicciones claras y un sentido de la justicia firme, no te queda otra: el activismo es política y, en algún momento, todas debemos implicarnos. Para mí ser activista significa que yo soy una privilegiada y que por eso debo y puedo hacer más, y más, y más. Quiero que mi existencia en esta vida y en este planeta contribuya a ponérselo más fácil a las personas, a los animales y al propio planeta.

El activismo implica unirte a otras personas, pero también saber a quién dejar entrar en tu vida y a quién no porque la toxicidad resta energía, fuerza e impulso. A menudo siento una incomprensión enorme porque creo que muy poca gente entiende mi dolor. Durante años, mis amigas y familiares creían que “se me estaba yendo la cabeza” por estar muy activa. Cosas como ir a una vigilia a un matadero y luego tener que seguir con tu vida como si nada pasan factura. Es difícil gestionar que todo el mundo a tu alrededor normalice el comerse a los cerdos cuando tú vienes de verlos sufrir.

¿Alguna vez te has planteado dejarlo?

Ahora he tenido que retirarme un poco por salud. He necesitado mucho autocuidado a causa de unas lesiones físicas que me impedían estar al 100 por cien. Por no hablar de la parte emocional. Me vi obligada a bajar un poco el ritmo. Pero para mí hacer activismo no es una competición sino la vida que elegí. Por eso sé que, aunque esté más o menos activa, nunca lo voy a dejar. Creo que tengo una responsabilidad con los seres más vulnerables. Hoy son ellas las que necesitan ayuda, pero mañana puedo ser yo o puedes ser tú.

Se es activista en todo momento, desde que se sale de casa. Activista se nace y se hace. Todas partimos de la base de la empatía y de la lucha justa y, si tenemos tiempo y medios, luego ya nos vamos formando. Pero a veces no hay, y lo primero es salvar vidas. Ser activista contra un sistema patriarcal es una carrera de fondo, igual que la conquista de derechos.

¿Qué consejo le darías a una futura activista?

Autocuidados y más autocuidados. Estamos sometidas a mucha presión y tenemos mucha carga emocional y psicológica. Vivimos en un estrés continuo, por eso yo recomendaría disfrutar de las cosas pequeñas, disponer de nuestro propio tiempo para recargar energías, reflexionar y buscar el apoyo de otras mujeres y la compresión entre nosotras. La sororidad es imprescindible: necesitamos lugares donde poder hablar y expresar cómo nos sentimos y así intentar liberar un poco nuestro dolor. Yo siempre intento mantener un equilibrio entre autocuidado físico, intelectual, social y espiritual. Es importante asumir esa responsabilidad individual de cuidarnos a nosotras mismas para después poder ayudar a las demás y, en mi caso, también a los otros animales.

Para terminar, envíale un mensaje de amor a la Irene del pasado.

Sería un mensaje de gratitud: a mi yo del pasado le agradecería el cuestionarse la imposición de las cosas normalizadas porque, hoy por hoy, soy quien soy gracias a aquella niña que empezó a hacerse preguntas incómodas. También le diría que nunca dejara de hacérselas, porque en la aventura de la vida siempre queda mucho por aprender y, sobre todo, por desaprender.


Sigue explorando el antiespecismo con perspectiva feminista:

 

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