Sus maneras arrebatadas y el contenido de sus canciones convirtieron a María Jiménez en un símbolo de las libertades que la sociedad española reclamaba tras la muerte de Franco. Sin embargo, fue su genio para el cante por rumbas y bulerías lo que le permitió resistir en el tiempo, sorprendiendo con una fantástica e inesperada serie de discos de madurez.
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