Los mineros bolivianos rinden culto al Tío, un espíritu subterráneo que los protege de los accidentes y les concede el mineral. Tras su apariencia pintoresca, estas leyendas sirven para excluir a las mujeres de los espacios donde se encuentra la riqueza, incluso para amenazarlas y violarlas. El Tío muestra un gran pene erecto, bebe alcohol de 96 grados y se pone agresivo, como los mineros. A veces las víctimas se convierten en verdugos.
Dice el diablo que es por tu bien Crónica,Planeta
