Modelos de pareja

Modelos de pareja

Este mes, en Afinando el órgano, nuestra sexóloga nos anima a construir nuestro propio modelo de pareja, empezando por conocernos, aceptarnos e identificar las cadenas que nos impiden amar de una forma más libre y sana

 

¿Por qué seguimos reproduciendo roles de género que nos hacen sufrir más que disfrutar las relaciones, aún habiendo cambiado nuestra mentalidad hacia vínculos más igualitarios?

Para cambiar realmente los modelos de pareja no sólo hay que cambiar nuestra mentalidad sino actuar en consecuencia. Algo difícil cuando llevamos toda una vida aprendiendo esos roles que estancan la relación. Para verlo más claro:

Imagínate que al lado de tu casa hay una tienda de alimentación donde tu familia y tú habéis comprado siempre. A medida que pasa el tiempo empiezas a notar que ese tipo de comida no te sienta bien. Nada bien. Te ha costado años darte cuenta. Te cuesta creerlo porque te gusta tanto… Pero, definitivamente, tienes que tomar una decisión. Te planteas las siguientes alternativas:

suscribete al periodismo feminista

Para elegir en libertad tu propio modelo de relación, primero tendrás que detectar dónde tienes las cadenas. Si actúas como si no las llevases, seguirás encadenada, y encima ¡dolorida!

– Buscar otra. Implica tiempo y esfuerzo. Preguntar, informarte, probar, etc. El proceso será duro, estará lleno de equivocaciones, pero a la larga te ayudará a sentirte mejor.

– Crear tu propio huerto. Es la que más tiempo y esfuerzo requiere, pero la que más compensa. Porque eres tú quien decide qué y cuándo plantar y con quién compartirlo. Y, si tu prioridad es cuidarte, ¿qué mejor que hacerlo tú misma o mismo?

En las relaciones, la opción de seguir con el mismo modelo suele ser la más elegida.

Estamos dispuestas y dispuestos a  dedicar mucho tiempo a comprar un coche o ropa, pero somos incapaces de invertir -que no perder- el tiempo analizando porqué reproducimos ciertos modelos que nos son perjudiciales. Conocernos a nosotras o nosotros mismos es una asignatura pendiente.  Es cómodo reproducir el modelo dañino y quejarnos de que las cosas no cambian.

Por otro lado, buscar otro tipo de modelo de pareja requiere tiempo, ganas y esfuerzo. Y, sobre todo, ir contracorriente, moverte en diferentes círculos, analizar tus actitudes (que no siempre irán acorde con tus ideales)…  Esta opción es menos elegida que la primera porque en nuestra educación no suele incluirse el egoísmo sano, pensar en ti y en lo que te conviene, fuera de las normas culturales. Este proceso de conocimiento (y no re-conocimiento, puesto que no hemos aprendido a conocernos) es duro ya que tendrás que enfrentarte a ti misma o mismo y afrontar que tal vez no te comportas como crees que deberías hacerlo en función de tus propios ideales.

Y, por último, está la posibilidad de crear tu propio modelo. Esta opción es tan gratificante personalmente como conflictiva socialmente. Es de elección minoritaria porque los beneficios tangibles tardan más en llegar y, en nuestra cultura del placer inmediato, se considera una pérdida de tiempo. Para llegar a crear tu propio modelo necesitas más información, más experimentación, defender tu visión frente a una amplia cantidad de población, perder privilegios sociales (la gente te juzgará por no estar dentro del modelo mayoritario)…  En definitiva, reconstruirte y reconstruirte con una base diferente a la aprendida. Pierdes un poco ahora para ganar más después. Es decir, tomas las riendas de tu vida y el poder sobre tus decisiones.  ¿Qué mayor ganancia hay que vivir acorde con lo que quieres?

Pero claro, para conseguir elegir en libertad tu propio modelo primero tendrás que detectar dónde tienes las cadenas. Para ello nada mejor que empezar a moverse e investigar, asumiendo que esas cadenas, aún queriendo quitártelas, necesitan de una llave. Y, actualmente, esa llave no está fabricada. Así pues, para encontrar tu llave ideal tienes que identificar tus limitaciones y trabajar sobre ellas. Aceptar que, aunque te gustaría ser más liberal, todo el aprendizaje que llevas detrás te lo hace difícil. Aceptar, por ejemplo, que habrá momentos en los que no deberían aparecer los celos, pero aparecen. Y asumir que es problema tuyo, no de la otra persona. De nada sirve elegir ser de una manera y estar luchando continuamente para serlo sin pararte a reconocer que te cuesta. Imagínate tener las cadenas pero estar actuando como si no las llevases… Al final sigues encadenada y, encima, ¡dolorida!

Por tanto, una de las claves está en asumir que nos han educado en el ideal del amor romántico, en el que dos personas se convierten en una. Partiendo de ahí, hemos de analizar qué actitudes reproducimos y queremos cambiar de ese modelo para disfrutarnos como individuos que deciden acompañarse de otra u otras personas personas en su camino. Y ser conscientes que todo aprendizaje lleva un esfuerzo. Pero no por ser esfuerzo hay que dejar de disfrutarlo, ¿no te parece?

Está claro que los pensamientos cambian antes que las actitudes, así que ¿cuándo vas a cambiar de tienda?

Download PDF
master violencia de género universidad de valencia

Artículos relacionados

Últimas publicaciones

ayuda a Gaza
Download PDF

Título

Ir a Arriba