“En la Edad Media comenzó la reacción patriarcal ante el poder que habían ganado las mujeres”

“En la Edad Media comenzó la reacción patriarcal ante el poder que habían ganado las mujeres”

Isabel Mellén analiza en su libro 'El sexo en tiempos del Románico' cómo funcionaron el género, el sexo y el deseo entre los siglos XI y XIII. Lo hace mirando las imágenes de genitales y de escenas sexuales que hay en nuestras iglesias románicas.

Isabel Mellén./ Foto cedida

27/11/2024

Isabel Mellén (Vitoria-Gasteiz, 1986) acaba de publicar su libro El sexo en tiempos del Románico (editorial Crítica), donde analiza cómo funcionaron el género, el sexo y el deseo entre los siglos XI y XIII. Lo hace mirando las imágenes que hay en nuestras iglesias románicas. Son, entre otras, vulvas, penes, escenas de flirteo o coitos muy explícitos. Afirma que en la Edad Media hubo una fuerte lucha de clases atravesada por el control de la sexualidad. La reacción patriarcal que se estaba preparando desde la jerarquía eclesiástica, en ocasiones, se tomó a risa, lo que pudo hacer que no se previesen sus efectos nocivos. Por ello, pone el foco en la actualidad, en la reacción patriarcal ante los avances del feminismo, y alerta de que podemos estar haciendo parecido al medievo.

Que el patriarcado ha existido siempre ya lo sabemos, pero nos falta poder detallar cómo ha operado en cada momento histórico, qué agentes han sido relevantes y qué mecanismos de resistencia ha habido. ¿Tu libro es un ejercicio para poner luz feminista a la Edad Media?

La Edad Media es un periodo muy cambiante y diverso, yo me centro en los siglos del XI al XIII. Me gusta decir que las mujeres que yo estudio vivían en un patriarcado pero que miraban para otro lado. Estaban las mujeres de la nobleza que podían acceder a cierto poder político, había estructuras familiares que las beneficiaban y tenían algo más de independencia. Todo esto se fue perdiendo posteriormente con una reacción muy fuerte que irá en contra de ellas y en la que la figura de los hombres vinculados a la iglesia es fundamental. Es a partir de esta época cuando estos hombres empiezan a incelizarse y a generarse unas estructuras misóginas muy fuertes, precisamente, porque tras la etapa romana las mujeres habían adquirido mucho poder. Es la respuesta.

“Nos venden la idea de que las mujeres estaban encerradas en casa cosiendo en un torreón, pero no nos explican que gestionaban su señorío o maquinaban planes para dominar más lugares”

Vamos a ir desgranando este periodo. Grosso modo, ¿cuáles son los principales discursos que operan?

La realidad es que no los hemos investigado en detalle porque el siglo XIX reinventa el conocimiento. Hay un deseo misógino que impregna toda esa época y lo que hacen es releer el pasado desde con una mirada patriarcal. Fingen que toda la humanidad ha funcionado como ellos desean, así que borran, silencian y hacen desaparecer a todas las mujeres que ostentaban algún tipo de poder en el espacio público durante el medievo. Nos van a vender la idea de que las mujeres estaban encerradas en casa cosiendo en un torreón, pero no nos explicarán que gestionaban su señorío o maquinaban planes para dominar más lugares.
Además, también han impuesto la idea de que la Edad Media es teocéntrica y eso es mentira, es profundamente romana. No hay un conocimiento generalizado religioso porque el párroco era el hijo que sobraba y que no tenía casi conocimiento. De hecho, todavía la sexualidad no estaba impregnada por la religión. Eso vendría después y ahí surgirá el problema. ¿Hay misoginia en la Edad Media? Por su puesto, pero es una época en la que solo se ha querido mirar eso. Está llena de bulos creados por hombres.

Aseguras que la sexualidad fue un gran campo de batalla y la muestra de la lucha de clases qué hubo. ¿Qué pasaba con la sexualidad?

La sexualidad era el centro del poder. Es un momento en que la iglesia todavía no tiene poder porque quien pone y quita curas son las señoras que han pagado esas iglesias. Esto no sienta bien a parte de la jerarquía eclesiástica y crean un plan para controlar el poder político a través de socavar el poder de las clases nobiliarias. Se dan cuenta de que el poder de los nobles radica en la sexualidad y la eugenesia, en la idea de la sangre azul. Si tocas eso cae todo, así que inventan otro sistema sexual centrado en el celibato como algo superior. Crean peones aislados de las clases nobiliarias para asegurar su obediencia y, ya de paso, empiezan a sacralizar el matrimonio. Eso sí, no lo consiguen. Hay una resistencia enorme en la sociedad.

Las iglesias románicas están llenas de vulvas, penes, escenas eróticas y románticas, y algunos historiadores a esto le han llamado el románico obsceno. ¿Qué muestran estas imágenes y por qué se consideraban obscenas?

Son los historiadores del siglo XIX quienes le atribuyen ese nombre en un ejercicio de considerar todas esas muestras como pecaminosas y condicionar la lectura de la historia. Todo lo que representa la sexualidad y el poder de las mujeres será castigado y considerado feo, es parte de la labor del proyecto ilustrado.

“Los historiadores han pasado de que una vulva en una iglesia sea pecaminosa a que les ponga cachondos, pero esas miradas no se corresponden con la realidad de la Edad Media, donde estaban muy acostumbrados a ver coños, penes y gente follando”

Otros han preferido llamarlo románico erótico, pero detrás de esta forma de nombrarlo aseguras que también hay una mirada masculina y heterosexual. ¿A qué te refieres?

Ese nombre no llega hasta la revolución sexual, cuando cambian el término ‘obsceno’ por ‘erótico’ para no parecer mojigatos, pero sigue siendo una mirada patriarcal. Han pasado de que una vulva en una iglesia sea pecaminosa a que les ponga cachondos, pero es su deseo masculino, pornográfico y heterosexual. No se corresponde con la realidad de la Edad Media, donde estaban muy acostumbrados a ver coños, penes y gente follando todos los días, compartían camas con sus padres. El deseo sexual no estaba ligado a contemplar los genitales, eso es algo contemporáneo.

Vayamos clase por clase. La jerarquía eclesiástica intentó imponer su moral sexual, pero aseguras que no era una postura homogénea. ¿Cuáles fueron los debates que hubo?

La idea de nueva moral de la jerarquía eclesiástica no era muy popular y no gustaba, pero sus discursos fueron muy agresivos y la represión enorme. Les hacían lawfare a quienes resistían, acusándoles de auténticas barbaridades. Además, no podemos saber muy bien cómo se dio esa resistencia porque la jerarquía eclesiástica se ha dedicado a manipular y hacer desaparecer todos esos testimonios.

La sociedad civil, en cambio, estaba a otro rollo y hubo ciertas tensiones, luchas y resistencia a esa moral cristiana. ¿Cómo fueron esas luchas?

Se lo tomaron a risa y se dedicaron a hacer mofa. Dibujaban monjes con falos enormes para reírse de ellos. No se lo tomaron en serio y eso debería prevernos para nuestros días, porque nos ganaron y nos impusieron la moral rígida que dura hasta hoy. En la Edad Media comenzó la reacción patriarcal al poder que estaban ganando las mujeres. Hoy en día hay discursos de reacción que son muy parecidos a aquellos. Está bien que nos riamos pero también hay que estar en alerta.

“La mayoría de imágenes con las que yo trabajo están mutiladas, les falta la punta del pene o los coitos están piqueteados”

Quiero hablar de las clases populares. Aseguras que practicaban sexo de manera pública y que no era algo íntimo sino lúdico y festivo. ¿Se follaba bien en la Edad Media?

La virginidad no era un valor y ni se guardaba. Te casabas con el que tenía el mismo oficio que tú y se practicaba el incesto. Te arrejuntabas, nada más. Yo creo que se follaba mejor porque el tabú cristiano todavía no estaba tan arraigado. Es una época que nos pone contra el espejo de nuestros miedos. Era natural el incesto o enseñar el coño, y eso te lleva a preguntarte, ¿por qué hoy en día nos parece mal?

La moral cristiana refuerza la heterosexualidad. ¿Cómo operó el deseo sáfico y homoerótico? ¿Qué resistencias y placeres hubo?

No existían las categorías con las que analizamos la realidad. No existían heterosexuales o homosexuales; sin ser idílico, era mucho más abierto.

En tu libro hay muchas fotografías que demuestran toda esa variedad de imágenes que pueblan las iglesias. Sin embargo, hubo una reacción victoriana para intentar destruirlas y ocultarlas. ¿Cómo se dio este proceso?

A través de dos formas. La más habitual es la iconoclasia, es decir, la destrucción de las imágenes. La mayoría con las que yo trabajo están mutiladas, les falta la punta del pene o los coitos están piqueteados. La otra forma es a través de la restauración, donde hay piezas que se modifican o cambian de lugar: se pone, por ejemplo, una viga donde hay una imagen de gente desnuda. Todo con tal de que la moral cristina recalcitrante se mantenga.

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