“Insistir en los beneficios de la lactancia natural puede generar frustración y culpa”
Las instituciones recomiendan dar teta, pero no invierten suficientes recursos para garantizar este derecho. Por ello, tanto quienes desean amamantar como quienes optan por el biberón reclaman más información y acompañamiento. Hablamos de ello con Saioa Baleztena y Nel Santacruz, coautora y participante respectivamente del libro Todas las lactancias molan.
Saioa Baleztena y Nel Santacruz, en el coloquio dinamizado por June Fernández en la Sinsorga./ Laia Ramiro (Gialla Farfalla)
Mireia Serra no recibió el acompañamiento profesional sanitario que necesitaba cuando experimentó dificultades para establecer la lactancia materna con su hijo mayor. Estuvo al borde de una depresión posparto, no tanto por la frustración de tener que recurrir al biberón, sino por la soledad que sintió en ese proceso. Las redes sociales le permitieron transformar su frustración en una denuncia pública colectiva: lanzó el hashtag #Totesleslactanciesmolen y constató que muchas usuarias se identificaban con ella.
La reacción viral animó a esta publicista catalana ―y ahora también asesora de lactancia― a realizar entrevistas para visibilizar la diversidad de experiencias en torno a la lactancia. Ahí entró en juego Saioa Baleztena, periodista vasca afincada en Barcelona, que se ha formado como doula para acompañar a personas que han sufrido violencia obstétrica. “¿Qué hago con todo este material?”, le preguntó Mireia, y Saioa respondió sin dudar: “Un libro”. Así se gestó Todas las lactancias, una obra híbrida que entrelaza testimonios con discursos de expertas y recomendaciones sobre lactancia natural, artificial, mixta, diferida, en tándem, inducida, en casos de muerte perinatal y de personas trans, entre otras.
El libro se publicó primero en catalán, con la editorial Ara Llibres, y después lo tradujeron a castellano con Txalaparta. Baleztena tenía la espinita de haber incluido una sola experiencia en el capítulo sobre lactancias trans, la de Pol, un padre gestante que dio la teta. Decidió buscar más voces para la edición en castellano y dio con Nel Santacruz, sociólogo de formación, trabajador en Correos y padre de un niño al que dio biberón por elección. Santacruz acompañó a la periodista en la presentación del libro en Bilbao. Esta entrevista es una adaptación del coloquio en el centro cultural feminista La Sinsorga, que terminó la escena de una asistente en el público, asesora de lactancia, ayudando a una mujer que contó, con su bebé en brazos, sus problemas a la hora de amamantar.
¿Cuál ha sido vuestra vivencia de la lactancia?
Saioa Baleztena: Sufrí una experiencia de parto muy violenta. Es habitual en esos casos que la lactancia empiece también con dificultades, pero lo cierto es que para mí fue el hilo al que agarrarme para salir de una situación de gran malestar físico y emocional. Por ello, aunque no quiero idealizar la lactancia natural, en mi caso es de lo que más destaco en positivo de mi maternidad.
Nel Santacruz: No recuerdo en qué momento decidí que iba a dar biberón a mi hijo, pero fue bastante pronto. Creo que cierta cabezonería era necesaria para que mi decisión fuera respetada, porque sabía por otras historias que recibiría presiones tanto por gente de mi entorno como en el sistema sanitario. Echando la vista atrás, me faltó mucha información sobre la gestación, el parto y la crianza los primeros meses.
Nel Santacruz: “Me influyeron los estereotipos de género, porque me resultaba incongruente dar teta con la imagen que quería proyectar”
Nel, ¿qué destacarías del libro y qué te ha aportado participar en él?
N.Santacruz: Tendemos a una visión muy polarizada de los modelos de crianza: por un lado, todo el pack de crianza con apego, colecho, lactancia natural y porteo, y en el otro extremo, el biberón, dejar al bebé llorar… Pareciera que tuvieras que ser de una de esas dos tribus, aunque la realidad es que todo el mundo transita por su propio modelo. Además, se pone toda la responsabilidad sobre la madre, persona gestante o cuidadora principal; se pierde la perspectiva comunitaria de la crianza. Por ello, me parece superbien lanzar una guía que ofrece información sobre todos los modelos de lactancia (que es una carencia del sistema sanitario) desde una óptica que intenta rebajar la culpa y la autoexigencia. Todas las lactancias molan siempre que se puedan vivir desde el deseo, el placer y el acompañamiento. ¡Y me parece maravilloso compartir capítulo con otro padre trans en un libro que no es sobre vidas queer! Somos un colectivo poco visible y la formación del personal sanitario es inexistente; casi te sientes afortunado si no encuentras actitudes tránsfobas en consulta. Nadie sabe muy bien cómo interfiere tomar testosterona en la capacidad reproductiva, más allá de conocer casos de chicos trans que dejaron de hormonarse y pudieron quedarse embarazados. El protocolo de Osakidetza contempla congelar gametos pero solo antes de empezar el tratamiento hormonal, y no siempre se informa de esa opción a tiempo.
Tú pariste antes de empezar a hormonarte. ¿Los chicos visiblemente trans también reciben presiones para dar teta?
N.Santacruz: No lo sé, pero imagino que la gente estará tan desconcertada que ni siquiera dirá nada.
S.Baleztena: Se lo pregunté a Pol y dijo que la sociedad no espera que un hombre trans de la teta.
N.Santacruz: Creo que a mí también me influyeron los estereotipos de género, porque me resultaba incongruente dar teta con la imagen que quería proyectar. Contar con referentes parentales diversos abriría más posibilidades a todo el mundo, también a las mujeres, porque muchas tampoco se identifican con esa idea opresiva de la madre que es un ser de luz.
Saioa, entiendo que si os pareció necesario publicar este libro es porque las guías y formaciones sobre lactancia no incluyen un enfoque de diversidad.
S.Baleztena: Sí. Mucha gente nos da las gracias: “¡Por fin un libro sobre lactancia que no es un manual! Los manuales son necesarios, pero leer vivencias diversas te ayuda a colectivizar tu experiencia y sentirte menos bicho raro. Quisimos incorporar también la mirada de profesionales para hacer una radiografía más amplia.
Me parece valioso que nombréis conceptos desconocidos, como la agitación. Dar con esa palabra me ayudó a entender lo que me estaba pasando cuando necesité destetar.
S.Baleztena: Recibimos muchos comentarios de lectoras precisamente sobre la agitación. Es un sentimiento de rechazo profundo que puede aparecer en distintos momentos, pero es frecuente cuando estás embarazada y amamantas a tu criatura mayor, por el cóctel hormonal que se produce. A mucha gente le da vergüenza contarlo y, sin embargo, es muy habitual. Si sabes lo que te sucede, puedes dotarte de recursos y gestionarlo mejor.
En el libro criticáis que el discurso institucional de promoción de la lactancia natural choca con unos permisos por nacimiento insuficientes.
S.Baleztena: Es uno de los principales problemas que tenemos: nos recuerdan hasta la saciedad que la OMS [Organización Mundial de la Salud] recomienda la lactancia materna exclusiva los seis primeros meses y continuar dos años o mientras que la madre y la criatura quieren, pero a la hora de la verdad, no existen políticas públicas coherentes que nos permitan incorporar esas recomendaciones. Entonces, reincorporarte al trabajo en menos de cuatro meses implica asumir la carga de sacarte leche para garantizar el tipo de lactancia que se supone que es la mejor. Por otro lado, la mayoría de entrevistadas que han dado biberón se sintieron presionadas en el hospital para dar la teta. Nosotras evitamos hablar de los beneficios de la lactancia porque (aunque sabemos que los tiene) nos parece injusto insistir en ello; genera frustración y culpa en las madres y personas gestantes. Más allá de la perspectiva nutricional, lo más beneficioso es aquello que cada familia considere mejor en su contexto.
Nel, ¿qué te parece la recomendación de la OMS, a ti que optaste por la leche de fórmula como primera opción?
N. Santacruz: La evidencia científica es muy contingente del momento social y los discursos que interesen en ese tiempo. Los potenciales beneficios nutricionales se ven afectados si no va a ser una lactancia satisfactoria, porque los bebés perciben la ansiedad y el estrés. Creo que la leche de fórmula imita bastante bien la composición de leche de la teta; no creo que la diferencia se corresponda con la culpa que genera ese mensaje. ¿Cómo me habría sentido si mi hijo fuera de los que están siempre resfriados? Se me habría pasado por la cabeza la idea de “es por no haberle dado teta, qué egoísta”. ¡Y eso que yo lo tenía claro! Pues imagínate el malestar que puede generar en quienes no han podido dar teta por complicaciones en la lactancia u otro tipo de problemas. Entiendo que es una estrategia para blindar el derecho a dar teta y poder ampliar los permisos, pero es problemática porque lanza el mensaje de que tú no estás dando lo mejor a tu bebé, que no te sacrificas lo suficiente. Por eso, creo que sería más interesante poner el foco de la promoción de la lactancia en la vivencia que puede aportar cuando es satisfactoria para las dos partes. De la misma manera, pondría el foco de la ampliación de los permisos en que los actuales son ridículos para criar, también cuando quitas de la ecuación la variable de la lactancia natural.
Ese discurso obvia además elementos biográficos que pueden influir en la elección de modelo de lactancia, como la relación conflictiva con los pechos (es el caso de Nel) o experiencias de abuso sexual.
S.Baleztena: Hay un par de madres en el libro que no querían dar la teta, no sabían por qué. Se sintieron presionadas por intentarlo, y al hacerlo se les removieron experiencias de violencia que habían sufrido previamente. A mí me pasó algo así a raíz de mi parto traumático (me hicieron la maniobra de Hamilton sin consentimiento): descubrí que había sufrido violencias de las que hasta ese momento no era consciente. A menudo obviamos que la lactancia es un acto sexual.
Saioa Baleztena: “Cuestiono que algunos padres cis responsabilicen a la teta de su menor implicación con los bebés. El vínculo se puede construir de muchas formas”
Nel, otra de las razones por las que optaste por el biberón fue para favorecer la corresponsabilidad entre el padre no gestante de tu hijo, que es un hombre cis, y tú. ¿Funcionó?
N. Santacruz: Yo no quería sentir toda la presión de ser el cuidador principal. Diría que el biberón sí que contribuyó a que no fuera así, pero luego pasaron otras cosas por las que sentí esos roles en la crianza. Terminamos separándonos. También me gustó mucho poder implicar a las abuelas y a las amistades en la lactancia.
S.Baleztena: Varias entrevistadas para el capítulo de lactancia con leche de fórmula también han destacado el hecho de colectivizar la crianza. De todas formas, cuestiono que algunos chicos cis responsabilicen a la teta de su menor implicación con los bebés: “Es que como su madre le da la teta, no puedo tener el mismo vínculo”. El vínculo se puede construir de muchas formas; mi pareja es un chico cis y lo ha logrado. Yo sigo dando teta a mi hijo pequeño, estoy de viaje sin él y no pasa nada.
Las autoras homenajeáis a las mujeres que se han dejado la piel intentando dar teta, pero también alertáis del impacto que puede tener ese empeño en la salud mental. ¿La defensa ferviente de la leche materna puede llevar a forzar nuestros límites?
S.Baleztena: Aun habiendo escrito un libro que llama a escucharnos, yo también tengo que hacer a veces el ejercicio de preguntarme: ¿estoy haciendo esto porque lo deseo o porque quiero seguir un ideal de madre perfecta? Se ha repetido mucho una escena en distintos testimonios: verte con el sacaleches a las cuatro de la mañana, llorando porque no puedes más. Es el caso del propio Pol, que probó con el sacaleches para aumentar la producción, y también de Bel, su pareja, que intentó una lactancia inducida. Para mí la clave es siempre pararnos y pensar: ¿este esfuerzo responde a la exigencia de sacrificio? ¡Porque también se trata de gozarlo! Además, a veces demonizamos el biberón sin tener en cuenta el contexto y que puede ser una etapa: una de las entrevistadas, Mabel, tuvo que empezar con lactancia mixta, y terminó dando teta dos años y medio. También incluimos dos experiencias de relactación, aunque requieren de un acompañamiento que la sanidad pública no está dando.
¿Qué se puede hacer para liberar la leche de fórmula de las multinacionales?
S.Baleztena: Si hay alguna manera de romper con el monopolio de las grandes marcas, yo la desconozco. Se ha hecho mucho daño con ese negocio y no parece que las instituciones puedan meter mucha mano. En España se ha prohibido la publicidad de leche de fórmula, pero las marcas compensan esa restricción con una estrategia: vender leche de continuación. Se aprovechan de que mucha gente no sabe que a partir del año es mejor que la criatura tome leche animal o vegetal, porque la de continuación es un producto ultraprocesado con más azúcar, y mucho más caro.
En el capítulo sobre el fin de las lactancias habláis del destete de biberón. ¿También en ese tema falta información?
N. Santacruz: Totalmente. Parece que quienes optamos por dar biberón tenemos una actitud desapegada hacia los bebés. No se contempla que la lactancia artificial sea a demanda o que se pueda tomar bibe de forma prolongada porque, más allá de la función nutritiva, la succión proporciona consuelo y facilita el sueño.
S.Baleztena.:Se piensa en el biberón como la opción fácil que no requiere acompañamiento. Por ejemplo, no se cuenta que hay tetinas mejores y peores según su forma. Mireia dice que cuando tuvo que dar a su hijo mayor leche de fórmula, preguntó a las matronas por las diferentes marcas y se limitaron a decirle: “Ve a la farmacia, pide la leche más cara y ya”. No reciben formación sobre ello.
Uno de los modelos más desconocidos por el propio personal sanitario es la lactancia en muerte perinatal.
S.Baleztena: En Cataluña es una doula, Noelia Sánchez, quien está formando a las profesionales para que acompañen mejor. Estamos hablando de personas en una situación de vulnerabilidad extrema, porque están pariendo a una criatura sin vida o que va a fallecer, y después tienen que enfrentarse a la gestión de la lactancia. A todas las personas no les funcionará la donación de leche, pero algunas la prefieren a la vía farmacológica. Dos entrevistadas explican que esa autodeterminación les resultó sanadora en su proceso de duelo. Otra madre, cuyo hijo murió en la semana 38 de gestación, tuvo que firmar el papel para inhibir la lactancia a la vez que el consentimiento para la cesárea. Cuando leyó el libro pensó frustrada: “¿Por qué a mí no me dieron esa otra opción?” Más allá del duelo perinatal, a las personas que no van a dar teta tampoco se les informa de más opciones que la farmacológica.
N.Santacruz: De hecho, a veces se explica mal, como si te tomases la pastilla y se acabó. A mí me dijeron que me pusiera un sujetador para oprimirme el pecho. Me fue bien, pero flipé cuando leí en el libro que estaba contraindicado.
“La lógica capitalista de externalizar los cuidados para vivir un proceso fisiológico genera unas desigualdades brutales”
En el capítulo sobre lactancia con un solo pecho una odontopediatra recomienda revisiones profesionales para ver si está afectando a la madre o al bebé. ¿No se está cayendo en una cultura elitista de excesiva tutela profesional?
S.Baleztena Desgraciadamente, hay muchas necesidades (más aún si has sufrido violencia obstétrica) que el sistema de sanidad pública no cubre, como la psicóloga perinatal o la fisioterapeuta especializada en suelo pélvico. Está claro que invertir en esas figuras no es una prioridad; no hay más que ver la falta de matronas. Entonces, entramos en la lógica capitalista de externalizar los cuidados para vivir un proceso fisiológico que debería ser un derecho para todas y todes. Esto genera unas desigualdades brutales, porque aquellas familias que se lo pueden permitir pagan por ello, mientras que la mayoría se queda sin acompañamiento. Ojalá nuestras nietas puedan ver un panorama diferente, pero soy pesimista.
La lactancia es un aperitivo de todo lo que viene después. ¿Cómo podemos contribuir a crianzas más gozosas, empoderadas y comunitarias?
S.Baleztena: ¡Generando espacios como éste! En la crianza no hay un único camino. Está bien saberlo, y también intentar hacer el ejercicio de mirar hacia atrás para tomar perspectiva, relativizar, porque todo es transitorio. En el momento te sientes ante un abismo. La autoexigencia nos colapsa y hace que la experiencia sea más dura.
N.Santacruz: Necesitamos que toda la sociedad se interese por la crianza, que deje de ser un asunto individual y de puertas para adentro. Es demasiado para una o dos personas, no solo por la parte material y logística, sino por comerte un proceso tan intenso sin apoyo suficiente. Las criaturas llegan a través de personas concretas, pero son del mundo. Es importante que, además de un mejor acompañamiento sanitario, reivindiquemos también espacios públicos donde hablar de crianza y practicarla en comunidad.