De una besada popular a una querella de Vox

De una besada popular a una querella de Vox

El colectivo Subversives Castelló se enfrenta a tres años de cárcel y multas por una querella de Abascal por delito de odio a causa de unas supuestas pintadas.

09/01/2024

Santiago Abascal. | Foto: Flickr.

Fue en 2019, el 25 de noviembre. Vox realizó un mitin en nuestra ciudad, Castelló, al que acudió presencialmente Santiago Abascal. Aquellos días, con la intención de demostrar el rechazo antifascista a aquel acto, el colectivo LGTBIQA+ convocó una concentración basada en una besada popular. Desde Subversives Castelló participamos como colectivo feminista. La besada se fue desplazando al lugar donde se celebraba el mitin del partido. Una vez allí, la Policía Nacional acorraló a las personas que se manifestaban y cargó contra ellas en varias ocasiones, identificando de forma aleatoria a muchas de las allí presentes.

Como resultado de la actuación policial se imputó a al menos dos personas, imponiéndoles multas de 600 euros por desobediencia a la autoridad (según artículo 36.6 de la popularmente denominada ley mordaza). El argumento es que se estaban “desobedeciendo a los mandatos de los agentes al participar en una contramanifestación con la intención de boicotear un mitin político, haciendo caso omiso a los agentes”, que se alentaba “a los manifestantes” y que se insultó “a un político y a los agentes” con un megáfono. Sin embargo, ya veníamos de un tiempo de represión en la ciudad de Castelló en 2019. Multas administrativas de unos 600 euros a una compañera de la asamblea feminista 8M por pintar con tiza en el suelo un día de huelga, o a otra compañera por colgar los carteles de la manifestación del 25 de noviembre, convocada por el propio Ayuntamiento. Además de los miles de euros en multas que acumulan las compañeras del Centro Social Autogestionado La Cosa Nostra.

Dos meses después de la visita del líder de Vox a la ciudad vimos en los medios de comunicación que Santiago Abascal se había querellado contra Subversives. No nos había llegado ninguna cita judicial y al principio lo vivimos como si no fuera cierto. Medios como Okdiario llegaron a compararnos con ETA. Unas semanas antes de decretar el estado de alarma, a principios de 2020, le llegó a una compañera la querella que Santiago Abascal interponía por delito de odio y amenazas. En la acusación se relacionaba la aparición de unas pintadas en Castelló con la cara del dirigente de Vox y un punto rojo en el frente con un comunicado que Subversives sacó en redes sociales para informar de las multas y persecución que se había recibido aquellos meses.

La acusación particular, es decir, Santiago Abascal, solicitaba tres años de cárcel para la compañera, cinco años de multa para el colectivo, el cese de todas las actividades de este, el cierre de todos los locales que pudiéramos tener y una indemnización de 1.000 euros al político.

A raíz de todo esto se generaron dos tipos de reacciones dentro del colectivo; por una parte, el miedo a la represión y a las consecuencias que pudiera tener sobre todas y, por otra parte, el reforzamiento en la convicción de que debíamos seguir luchando contra los que verdaderamente siembran el odio. Compañeras se cuestionaron su militancia y acabaron marchándose del colectivo. Algunas, por miedo; otras, incluso, dudaron de si aquella acción era legítima. En parte, creemos que no supimos tomar el miedo que sentíamos y hacerlo colectivo. En aquel momento se individualizó la lucha y algunas compañeras decidieron que no querían renunciar a ciertos aspectos de su vida por militar. Otras seguimos formando parte del colectivo, pero bien es cierto que, al principio, rebajamos nuestro discurso por miedo a más represalias. A corto y largo plazo supuso un debilitamiento del colectivo: las que se quedaron soportaron mucha carga y, además, todas nos vimos afectadas por la pandemia y el deshinchamiento general del movimiento feminista.

La querella ha generado dos tipos de reacciones: por un lado, el miedo a la represión; por otro, refuerza la convicción de que debemos seguir luchando contra el odio.

Subversives Castelló es un colectivo feminista y anticapitalista no mixto que nació en Castelló de la Plana el 25 de noviembre de 2016 con el fin de llenar de representación feminista los espacios universitarios frente a unas instituciones y asambleas estudiantiles que no los representaban. Tras unos dos años organizando actividades en la universidad, pudimos ver las limitaciones que nos suponía participar de la institución en cuanto a desarrollar una lucha más enfocada al feminismo de clase y combativo, así que comenzamos a reunirnos fuera de la misma y a participar de espacios antifascistas de la ciudad. Después de siete años de militancia, seguimos con una campaña contra los profesores agresores de la Universitat Jaume I, pero también hemos realizado muchas jornadas y acciones para llenar todo Castelló de feminismo y lucha.

Creemos que es importante que los colectivos nos formemos en teoría política, pero también en temas antirrepresivos para poder hacer frente a la situación cuando esto nos toca de cerca, para aceptar que es un escenario más al que podemos enfrentarnos como militantes, y que debemos estar preparadas para saber cómo actuar. Nuestra militancia activa tendrá la respuesta del Estado en forma de represión; sabemos que será así siempre. Es así puesto que esta represión ha existido desde la dictadura franquista hasta ahora, aunque haya cambiado su forma. La socialdemocracia se ha encargado de que esta pase desapercibida o incluso de que las clases populares utilicen discursos para legitimarla, creando una visión social que hace considerarla justa.

Es importante que los colectivos nos formemos en teoría política, pero también en temas antirrepresivos.

Vemos cómo el Estado utiliza todas las herramientas posibles para reprimir y debilitar un movimiento firme que cuestiona este sistema capitalista. Los colectivos nos encontramos con multas administrativas, procesos penales, años de espera para saber una fecha de juicio, aplazamiento de juicios o penas de prisión. Asimismo, percibimos una desmovilización total que nos hace sentir impotentes por no encontrar las herramientas que incentiven la participación popular. Todo esto supone un desgaste emocional y económico al que cuesta mucho hacer frente.

Después de casi cuatro años de espera, el juicio de la querella que interpuso Santiago Abascal se celebró el pasado 22 de noviembre a las 12.00 en los juzgados de Castelló y organizamos una concentración en apoyo a la compañera encausada. Todavía estamos pendientes de la sentencia pero, como decíamos, a nuestra compañera se le piden tres años de cárcel, 12 meses de multa y una indemnización de 1.000 euros. Por otra parte, a Subversives nos piden cinco años de multa (entre otras cosas ya mencionadas), de la que nunca hemos sabido la cantidad exacta a pagar por día ni el total, lo que crea mucha incertidumbre a la hora de plantear la gestión de este proceso.

El juicio se celebró y Abascal, como parte denunciante, no acudió y ni siquiera se presentó a través de videollamada como había solicitado; es decir, no declaró. Incluso la Fiscalía, teniendo en cuenta que es cómplice de un sistema judicial que aceptó esta querella a trámite dando legitimidad a un partido como Vox, pidió la absolución de la compañera por falta de pruebas.

Nos encontramos con un caso de instrumentalización del proceso penal que es posible debido a que la justicia española lo permite.

Nos encontramos con un claro ejemplo de instrumentalización del proceso penal que es posible debido a que la justicia española y, en este caso, tanto del Juzgado de instrucción número 1 de Castelló como la Sección primera de la Audiencia provincial de Castelló, han permitido sacar adelante la acusación de delito de odio por parte únicamente de la acusación particular ejercida por Abascal.

Es una prueba más de que, más que la condena, lo que busca esta querella es perseguirnos y amedrentarnos. Es decir, tiene una intencionalidad política, que es únicamente la de criminalizar al movimiento feminista, antifascista y anticapitalista y blanquear su discurso de odio.

Nosotras queremos animar a la gente a militar en su ciudad, pueblo o barrio. Es más necesario que nunca seguir organizándonos para hacer frente a un fascismo que impera en las instituciones y legitima el discurso de odio que se refleja día a día en las calles, en nuestro país, en nuestros trabajos, en la universidad y en todo por todas partes. Debemos estar unidas y seguir tejiendo una red contra esta lacra de la sociedad.

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