Miriam Al Adib: “El sexo utilizado de manera instrumental acaba transformado en relaciones de poder”

Miriam Al Adib: “El sexo utilizado de manera instrumental acaba transformado en relaciones de poder”

La ginecóloga, obstetra y divulgadora presenta 'Hablemos de adolescencia'. Para ella el sexo y la sexualidad deben cumplir tres erres: respeto, responsabilidad y reciprocidad.

Texto: Sara Plaza
01/02/2023

Miriam Al Adib, en su consulta. / Foto cedida

Miriam Al Adib (Almendralejo, 1977) es ginecóloga, obstetra, divulgadora y, sobre todo, una persona muy inquieta. 20 años de ejercicio profesional, tres clínicas, algunos premios (ha sido dos veces galardonada con el Doctor Award como la ginecóloga más valorada del país), un poemario y tres libros amueblan su carrera. Tras Hablemos de vaginas y Hablemos de nosotras, presenta Hablemos de adolescencia (Oberon, 2022). Su intención: darle la vuelta al concepto clásico de la educación sexual, centrada en evitar las Infecciones de Transmisión Sexual (ITS) y los embarazos no deseados. Focalizada, por tanto, en el miedo al sexo. “Es necesario reformular el concepto y entender que la educación sexual es aquella que transmite seguridad y que es ante todo protección de los derechos humanos”, asegura. Y su revolución gira en torno a tres erres: respeto, responsabilidad y reciprocidad.

Consideras que la educación sexual, en la actualidad, está enfocada desde el prisma del miedo. Miedo al embarazo, miedo a las ITS. ¿Por qué este no es el prisma adecuado?

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El sexo saludable es positivo, lo malo es cuando practicamos sexo sin las tres erres: respeto, responsabilidad y reciprocidad. Tenemos que mantener estas tres erres para que ni dañemos ni nos hagamos daño. Y no solo a nivel físico, sino también emocional. Hay que hablar de la parte positiva del sexo porque no es algo que venga a traernos enfermedades, embarazos no deseados ni ningún drama. Trae dramas cuando no tienes un mínimo de educación sexual.
Además existe el riesgo de que si focalizamos toda la educación sexual entorno al miedo, se cree un tabú y unas ganas de buscar información donde no se debe, como en algunos lugares de internet. En cuanto buscas información en internet sale a flote toda la cultura del porno que te aleja de lo que es la realidad del sexo. Hay que tener cuidado sobre todo por las peques, las estadísticas nos indican que desde muy pequeños acceden a contenidos pornográficos. Si a ti te dicen que el sexo es malo, y por otro lado te alimentas de esa cultura del porno pues al final imagínate qué tipo de sexo va a tener esa persona, que cantidad de confusión. No se puede deslindar la educación sexual de la parte emocional, del placer, de los vínculos, del respeto. Se está dando una banalización del sexo, pasando al otro extremo. Más que relaciones de placer, el sexo acaba siendo utilizado de una manera instrumental y se acaban transformando en relaciones de poder.

¿Hay que educar sobre el sexo desde el disfrute?

Hay que informar de lo que es la realidad para tener los pies en la tierra. Hay que empezar a hablar de sexualidad que es un concepto más amplio, y como dice la OMS [Organización Mundial de la Salud] es un aspecto central del ser humano desde que nace hasta que muere, que no solo abarca el sexo, sino también la orientación sexual, la intimidad, el placer. Sexualidad no es solo practicar sexo, sino que es muchas más cosas.

 

 

Dices que educar en sexualidad es ante todo proteger los derechos humanos, ¿por qué?

Porque la educación sexual protege a los seres humanos de muchas vulnerabilidades, no solamente de lo que siempre se habla de las infecciones y de los embarazos no deseados, sino también garantiza que las personas puedan tener relaciones sexuales satisfactorias. Es decir, si tú tienes una disfunción sexual y eres consciente de ello tienes la posibilidad de acudir a un servicio de salud a que te ayuden para superarla. Y no solo esto, una buena educación sexual te protege de otras vulnerabilidades como las situaciones de abuso y de malos tratos. Hay muchas personas que están en el seno de una relación dañina y ni siquiera son conscientes de estar siendo maltratadas. El mito del amor romántico ha hecho mucho daño con historias como que el amor hace sufrir o que los celos son indicadores de que la otra persona está interesada. La educación sexual te protege para saber identificar las líneas rojas y no permitir que seas una persona maltratada en el seno de una relación. De hecho esto no lo digo yo, los derechos sexuales y reproductivos están incluidos dentro de la carta de los derechos humanos de Naciones Unidas.

¿Qué es lo que encuentras en consulta? ¿Qué situaciones son mayoritarias entre las adolescentes?

Pues sobre todo mucha desconexión con el propio cuerpo. La hipersexualización de la mujer ha llevado a desconectar con el propio cuerpo, pasando a ser objetos de placer. Por lo tanto, no son de extrañar los resultados de un estudio realizado recientemente por el Instituto de las Mujeres que reflejan que más de la mitad de las chicas jóvenes tienen sexo sin deseo. La gente se alarmó, pero a mí no me sorprendió porque yo esto ya lo estoy viendo en la consulta a diario. Cuando tú asumes que tu papel en el sexo es ser el objeto de placer, eso es lo que acabas buscando, el que te valoren por lo sexualmente atractiva o excitante que seas. Cuando ya caes ahí, lo mismo te da tu placer, porque el placer importante es el del otro. Esa desconexión genera también mucha frustración; hay muchas disfunciones sexuales por esta causa. Otra cosa que ocurre por culpa del porno es el auge de la estética en los genitales: cada vez hay más peticiones de labioplastias porque creen que el estereotipo de vulvas son las que ven en el porno, completamente rasuradas con los labios muy pequeñitos de color rosado. A mí me dio una época por preguntar a todas las chicas que por qué se hacían el rasurado integral y me hubiera gustado que me hubieran dicho “porque me da la gana, porque estoy más cómoda…” por cualquier cosa de esas. Pero siempre dicen como respuesta: o bien por vergüenza o bien por asco. El asco y la vergüenza es lo que les lleva a hacer esto. Y eso te da una imagen de la desconexión con el propio cuerpo desde el momento que ya te dan asco tus propios genitales. Por no hablar de la menstruación, que como tenemos que estar hipersexualizadas todo el tiempo nos convertimos en lineales cuando somos cíclicas y en cada momento del ciclo tienes unas necesidades o una energía diferente. Normalmente las mujeres cuando tenemos la regla no es el momento que más nos apetezca salir a la discoteca a mover el culo, pero según los anuncios de compresas, pues parece que es lo contrario que nos da la marcha loca, porque hemos aprendido a desconectar de nuestra propia naturaleza cíclica. Y todo eso genera todas estas frustraciones que vienen añadidas por normalizar lo patológico y patologizar lo normal. Pero esto viene de no comprender la verdadera naturaleza cíclica femenina y lo que es en realidad la sexualidad humana.

¿Cuándo hablamos de disfunciones sexuales femeninas de qué estamos hablando?

Pérdida del deseo sexual y, una muy frecuente y muy silenciada, el dolor con las relaciones sexuales. ¿Qué pasa? Que a veces la solución no es a través de la ginecología. En ocasiones son otros especialistas los que intervienen, ya sea una sexóloga, ya sea una fisioterapeuta de suelo pélvico, dependiendo de dónde esté el problema. Los ginecólogos solamente resolvemos la patología orgánica, es decir, una infección, un quiste, un tumor. Pero la parte funcional, por ejemplo, que se contraigan los músculos del suelo pélvico con la penetración y me provoque dolor, eso no lo tratamos nosotros. Eso, por ejemplo, puede ser que haya que tratarlo a través de la fisioterapia en suelo pélvico y ,en otras ocasiones, dependiendo de cada caso, por parte de la psicoterapia especializada en sexología. En algunas ocasiones hasta incluso son problemas más complejos que requieren tratamientos multidisciplinares, pero lo que hay que decir es que no se puede normalizar ningún tipo de malestar íntimo en los genitales. El dolor nunca es normal.

Cuando yo era adolescente, en los años 90, recibíamos apenas una clase al año de educación sexual de alguien externo al centro que te hablaba sobre las características del aparato reproductor, sobre las ITS y poco más. ¿Ha cambiado mucho la historia?

No hay nada siquiera homogeneizado en cada centro. Lo hacen de la manera que les parece. El otro día fui a dar una charla a varios colegios y cuando terminamos la profesora decía que eso sí que había sido una clase de educación sexual, porque decía que otras veces habían ido gente a dar charlas y era coger el plátano y enseñarles cómo se pone un preservativo, y eso no es enseñar educación sexual. Si me piden que resuma en una frase qué es la educación sexual yo diría que es enseñar a evitar que las personas se hagan daño a sí mismas o a terceras personas en todo lo que concierne a la sexualidad. Es decir, el respeto hacia uno mismo, pero también hacia al otro. Yo soy responsable de mi cuerpo y de mi placer, pero también tengo que tener una responsabilidad con el otro. No puedo cosificar a la otra persona, no puedo utilizarla porque esa persona está coladita por mí, la utilizo, tengo mi orgasmo y la tiro a la basura después. De esta manera establecemos relaciones simétricas, saludables y sin dañar ni hacernos daño.

Se sigue sin hablar del respeto.

El respeto es una de las tres erres imprescindibles. Tenemos que tener claras nuestras líneas rojas y esto es parte de la educación sexual. A veces aguantamos relaciones irrespetuosas porque desarrollamos una dependencia de esa persona. Pero es que esto también se educa. Es decir, tú tienes que tener una educación sexual como para que a la primera línea roja te largues. Y esto hay que dejarlo muy claro desde bien jovencitas.

 


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