No tenemos que mudarnos a Japón

No tenemos que mudarnos a Japón

Estrenamos este blog en 'Pikara Magazine' para narrar las aventuras y aventurillas vinculadas a abrir La Sinsorga, un centro cultural feminista en Bilbao. Primera parada: Japón. Luego, ya veremos.

Texto: La Sinsorga

La vida te da sorpresas, sí, pero no muchas más de las que puede ofrecernos cualquier hemeroteca. El periódico Redención es uno de los aparatos que el régimen franquista puso en marcha para impulsar su proyecto de represión. El nombre tiene tela, sí. Fundado en 1939, Redención era un semanario. El doctor en Historia Gutmaro Gómez Bravo cuenta en un artículo que tenía como objetivo “mostrar la conversión de los propios presos políticos”, que “era un producto técnica e ideológicamente pensado y dirigido por los propagandistas católicos, con un fuerte y definido programa cultural”. ¿El objetivo? “Exhibir públicamente” el arrepentimiento de los y las rojas; “suavizar la dura imagen de la represión” y “desmitificar la labor pedagógica y el proyecto cultural de los republicanos”. Era, en teoría, el único medio que podían leer los presos y las presas en las prisiones españolas. Desapareció en 1977 y es una fuente, prácticamente inagotable, de información sobre aquella vieja España que todavía renquea.

Pero, ¿qué relación tiene todo esto con este blog que presentamos hoy? No mucho, la verdad, pero te lo vamos a contar. Una sinsorgada de blog es un espacio que abrimos en Pikara Magazine para contar las venturas y desventuras que estamos viviendo mientras trabajamos para abrir un centro cultural feminista en Bilbao: La Sinsorga. Un antiguo atelier de vestidos de novia convertido en un espacio multidisciplinar en el que pretendemos impulsar y promover la cultura y el pensamiento feminista. Estamos también grabando un documental –porque la idea es tratar de hacer la obra con el máximo número posible de mujeres–, produciendo una webdoc –porque queremos contar las dificultades a las que se enfrentan las mujeres en los gremios–; soñamos con un festival, con exposiciones y encuentros literarios, con vinos ricos, cerveza fría y kombucha, con la comida vegetariana que nos van a preparar las compañeras de la cooperativa Sustraiak. A pesar de las dificultades, que también os iremos contando en este espacio, buscamos poner en marcha el sitio al que nos gustaría ir. Un espacio de seguridad, de mucha diversión, mucha cultura y muchas amigas impulsado por dos viejas conocidas de esta revista: Irantzu Varela y Andrea Momoitio.

Bien, vale, ¿y Redención? En Redención encontramos una prueba de algo que ya sabíamos: no somos las únicas que hemos necesitado un espacio así. En el número que sacaron el 5 de octubre de 1977, Redención publicaba una noticia que nos llamó la atención. Cuentan que en una zona de Tokio, en la que entonces abundaban los “lugares de expansión para los caballeros: salas de fiestas, salones de masajes, sex-shops”, se acababa de abrir un espacio para mujeres. Dicen que se alzaba como “un faro” que buscaba proclamar la “rebelión femenina”: Hooki-Bos-hi, que significa “estrella fugaz”. El redactor o la redactora de la noticia, no está firmada, se atreve a proponer una hipótesis para explicar el porqué del nombre: “Probablemente para indicar que la mujer japonesa de hoy desaparece y vuelve al hogar cuando quiere”. Cuenta que era un salón “destinado a las mujeres que, tras una jornada de trabajo en una fábrica o un comercio, en una fábrica o en sus casas, quieran tener un rato de esparcimiento, lo mismo que llegan tarde porque han estado de copas con sus amigos”.

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La directora y una de las fundadoras de Hooki-Bos-hi era Sumi Iwatsuk, “una mujercita de veintiocho años”, que declaró que habían puesto en marcha aquel espacio porque no tenían a dónde ir: “Los que abren bares o cafeterías no tienen idea de que hay mujeres en el mundo, mujeres de las de hoy. Excluyen a la clientela femenina por completo o lo más que nos dedican son unos salones de té con una actividad limitadísima. Nuestro establecimiento ofrece otros aspectos por completo diferentes. Se abre por la tarde, y se llena de mujeres que escuchan conferencias o conciertos; después, cenan y se organizan bailes. Hay sala de música, de conferencias, de proyecciones”. ¡Eso exactamente queremos nosotras!

Al parecer, la cantante Keiko Matsugana era una habitual en el espacio. Ella declaró estar harta de que la gente se creyera lo que dice la prensa: “Piensan que las que pertenecemos al Movimiento de Liberación de la Mujeres somos casi anormales o histéricas, sin sentido del humor. Por supuesto que tal movimiento es serio, pero eso no quiere decir que no tengamos sentido del humor”. Matsugana decía que era habitual que pasaran por allí también hombres con los que discutían de temas “cruciales como el amor, la educación, el divorcio, las responsabilidades”. Contaba que esos debates se daban “cuando de los establecimientos de las cercanías comienzan a salir señores borrachos y escandalosos, que estropean así sus vidas”. Más que debatir, Matsugana, seguro que os daban muchísimo la chapa. Eso, la verdad, no nos apetece nada.

No hemos encontrado nada más. Ni una pequeña referencia. Nada. Tanto es así que hemos llegado a dudar de la veracidad de la historia. Lo cierto es que el movimiento feminista tuvo cierto impacto allí en los años 70. A la segunda ola del feminismo en Japón la llaman Ūman ribu (ウーマンリブ). En este artículo, cuentan que surge como respuesta al “machismo de los movimientos políticos dominados por los hombres de la “nueva izquierda” y como crítica a otros movimientos de mujeres (fujin), madres (haha) y amas de casas (shufu)”. Tanaka Mitsu fue una autora destacada que escribió, en 1970, el manifiesto Liberation from the toilet para el colectivo Tatakau Onna. En el texto mostraban su disconformidad con los cambios legislativos en torno al aborto y, entre otras cosas, con el papel de su país en los conflictos internacionales. Mostraban su apoyo a la lucha campesina y a las personas que trataban de emigrar a Japón evidenciando sus críticas a las políticas migratorias. Muy en la línea del discurso feminista de la época, en en el libro Feminism in modern Japan cuentan que el texto de Mitsu proporcionó una “condena apasionada” a las convenciones sociales que solo permitían que las mujeres fueran madres o putas. Si Tanaka Mitsu vivía en Tokio a finales de los 70 y, si efectivamente hubo espacio como Hooki-Bos-hi, seguro que anduvo por allí. Está viva, así que, ¿quién sabe? Quizá podamos invitarla a La Sinsorga en alguna ocasión. Tendríamos tiempo para prepararlo porque todavía no sabemos cuándo podremos abrir.

Ningún periodista de Redención puede ya hacer ninguna interpretación sobre nuestro nombre. Es probable que creyera que nuestro público será muy parecido al de Hooki-Bos-hi, esas mujeres que desaparecen y vuelven al hogar cuando quieren. Sinsorga es una palabra muy bilbaína, por cierto, aunque se usa también en Murcia. Tiene su origen en una palabra en euskera, zenzurgue –traducida literalmente como “sin sentido”–, pero su uso se refiere a personas “insustanciales” o con “poco fundamento” en un tono relativamente cariñoso.

Bienvenidas, sinsorgas, a esta aventura.

 


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