Y para la tos, LGTBQIA+fobia

Y para la tos, LGTBQIA+fobia

Presunción de heterosexualidad, mutilación genital, privación de pruebas por estigma y mucha, mucha normatividad. Hablemos sobre LGTBQIA+fobia en el sistema sanitario.

07/09/2022

Las agresiones LGTBQIA+fóbicas parecen ser cada vez más visibles: las que implican violencia física empiezan a aparecer en los medios mainstream (aunque no siempre por su nombre) y a ocupar la agenda. Que los discursos de odio de la extrema derecha española están alimentando con empeño estas vejaciones es innegable. Pero no hace falta que venga Santiago Abascal a caballo para que exista una LGBTQIA+fobia cotidiana, más silenciosa, que puede darse en el colegio, en el instituto, en el trabajo, en casa, o en el centro de salud. “Ir al médico” es una de las acciones que más echa para atrás a muchas personas LGTBQIA+. ¿Por qué será?

“¿Les dos tenéis coño? Ahh, tranqui, entonces no os podéis transmitir el virus del papiloma humano”. “¿Eres gay? Uhh ese sarpullido [dermatitis] podría ser cáncer de cropacio”. “Si no has tenido sexo con penetración ¡no hace falta que te haga una citología!”. “—Señor, su turno. —Emm, soy ‘señora’”. “¿Se te ha ido la regla? Cuando te enamores, te volverá…”. “¿Asexual? ¡No digas eso! Ya encontrarás a alguien”.

(Des)orientación

El día que mi ginecóloga me pidió que le explicase qué era eso de ser bisexual (en 2018) me extrañé. Pensé, ¿tendré pintas de pedagoga? Pero no, lo que ocurría es que en vez de informarse y formarse en diversidad, (o googlear o descargarse Twitter, o ¡joder! vivir en el siglo XXI) prefirió violentar a una paciente. Y creedme, hablar de bisexualidad no me incomoda, —lo hago durante horas sin apenas respirar.—, pero que una persona en cuyas manos está mi salud explicite no saber ni qué soy, inquieta bastante.

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Algo parecido le ocurrió a Ari, que fue a la primera visita con su médico de cabecera y no imaginaba los derroteros de guion de peli cutre que tomaría la conversación: “¿Las lesbianas también vais a saunas?”. Cuando le dijo que creía que se estaba desviando del tema que les ocupaba (rellenar su formulario), respondió: “Bueno yo lo pregunto porque tengo muchos pacientes gais, pero aún no tenía pacientes lesbianas”.

En la consulta esperamos una atención respetuosa y profesional, sin embargo, en muchas ocasiones el desconocimiento y los prejuicios salen a relucir y es fácil que todas aquellas personas que rompen mínimamente con la norma lo noten.

 

Pero a pesar de todo, sigo siendo heterosexual

Aunque el ginecólogo de Ari hace años que sabe que es lesbiana cada vez que va le pregunta: “I el teu novio?”.“¡Que no hay novio! se lo voy a tener que subrayar con Stabilo en sus fichitas”, responde ella. Este doctor no es una excepción. La presunción de heterosexualidad es uno de los brazos fuertes de la LGBTQIA+fobia. Consiste en dar por hecho que todo el mundo es heterosexual, y que ser heterosexual, además, conlleva una genitalidad pene-vagina, un estilo de vida monógamo y unas prácticas coitocéntricas. Parece que todo lo que se sale del estrecho marco del misionero produce extrañeza.

“Es muy habitual que cuando te hacen alguna intervención ginecológica te digan que durante X tiempo no puedes mantener relaciones sexuales. Eso me chirría mucho porque dan por hecho que esas relaciones implican coito o penetración y siempre me queda la duda de si me puedo masturbar, o si me pueden hacer sexo oral”, explica June. En este sentido, Ena cuenta que cuando le dijo a su enfermera que no le interesaban ni sentía deseo por tener relaciones sexuales, “la enfermera lo relacionó con ‘celibato’ porque sabe que soy creyente practicante. ¡Pero es que ser asexual es una orientación!” Si no suena hetero, Found Error 404.

Las instituciones guardan la heterosexualidad como oro en paño. Tiene tanto peso que es una de las razones por las que se siguen realizando mutilaciones genitales a bebés, de momento bajo el amparo de la ley. “En determinados bebés intersex, por protocolo, se suele recomendar construir desde cero una vagina si no la hubiera o aumentarla si se considera más corta de lo estipulado”, explican Mer Gómez y Laura Vila Kremer del colectivo I de Intersex. Esta intervención está pensada para que la persona pueda disfrutar de una vida normal. ¿La traducción? “Se construye una vagina para que el día de mañana pueda albergar a la perfección un pene”, explican Mer y Laura. La perspectiva por la que su colectivo aboga es por la de “respetar las orientaciones del deseo, enseñar que las prácticas sexuales son muchas y muy diversas, y sobre todo entender que lo importante es que esa persona cuando crezca y madure decida”, además zanjan que “no se puede llevar a cabo una vaginoplastia por convenciones cis-heterosexuales”.

Héctor Adell es técnique en Stop Sida y reflexiona sobre por qué no hay campañas de prevención de infecciones de transmisión sexual (ITS) para personas heterosexuales. “Entienden que su sexo no es de riesgo. Por eso desde Stop Sida y muchas otras entidades y movimientos políticos reivindicamos que los colectivos no son de riesgo, sino que lo son las prácticas, seguir centrándonos en colectivos genera estigma y esterotipos”, critica. Bien lo sabe Rafa, que cuando tuvo sarna “dieron por hecho que lo había pillado porque mantenía relaciones sexuales con desconocidos”, cuenta, o Mar, cuyo médico le negó una analítica de detección de ITS y le preguntó si era trabajadora sexual cuando se enteró de que era bisexual. O Dídac, que fue con una gonorrea muy dolorosa y al tomarle una muestra anal de forma brusca, se quejó, y se sorprendieron “¿ah, pero que te duele?”.

Restricción de acceso a tratamientos

Otra forma de violencia recurrente en el sistema de salud es la dificultad para acceder a determinados medicamentos; lo cuentan desde la organización no mixta de personas transfemeninas Sororitrans: “Conseguir las recetas de las hormonas a menudo representa todavía un reto; comprarlas tampoco resulta sencillo. A lo largo de los años hemos asistido a una progresiva reducción de la disponibilidad de muchos fármacos utilizados para la transición médica, comenzando con el Estradiol inyectable, retirado del mercado por desavenencias entre el Estado y los laboratorios en 2008, y pasando por otros medicamentos como Meriestra, retirado en 2016, o más recientemente con los problemas graves de suministro en fármacos”. A este respecto, también desde I de Intersex plantean esta problemática. En muchas intervenciones a personas intersex “se extirpan las gónadas, y como dejas de generar esas hormonas, hay que tomarlas de forma sustitutoria, si no lo haces suele aparecer osteoporosis temprana. Pero si no hay suministro…”.

Tránsito desde dentro

Translocura es enfermera y comenta que empezó su tránsito ya en su trabajo actual: “Los primeros dos meses me conocieron como un tío marica femme y pensaba que iba a ser mucho más complicado para los usuarios aceptar la realidad trans y ver a alguien trans fuera del show, ver que es una persona que tiene otras funciones. Pero resulta que es más chocante para los colegas y para tus padres que para los usuarios, quizá también por un tema de jerarquía”.

Una de las integrantes de Sororitrans hace hincapié en que, aunque fue en 2018 cuando la Organización Mundial de la Salud retiró la transexualidad de su lista de trastornos mentales, “las ideas patologizantes todavía están presentes”. Por esta razón Translocura cuenta que algunes usuaries le preguntan si está en un programa de integración o si recibe una paga. Y con paga no se refieren a su sueldo, sino a una ayuda del Estado por ser una persona trans. “Dar esta visibilidad y dar el cupo laboral es muy importante y normaliza nuestra existencia. Y siempre desde una perspectiva multisectorial y transfeminista, si no, no sirve de nada”, concluye Translocura.

Trinidad Lacalle se sacó el examen MIR (Médico Interno Residente) hace alrededor de un año y está comenzando a ejercer como médique. Las semanas previas a incorporarse a su plaza le surgieron muchas dudas con respecto a cómo expresarse y a cómo nombrarse. A lo largo de su carrera ha conocido bien cuáles son los estándares de vestimenta de la medicina, que son siempre clásicos y formales y castran cualquier ápice heterodoxo (el único “hetero” que no les gusta). Trinidad cuenta que siempre le ha llamado la atención esta aparente normatividad, sobre todo en la carrera, tratándose de gente tan joven. ¿Cómo ser tú misme en una isla tan gris?

Le contaban historias de traje y corbata entre semana y látex el fin de semana. “Es la idea de que en el trabajo sigas los códigos que más pueden aumentar tu productividad, y luego cuando tengas tiempo para ti, pues ya serás tú misma”. Trinidad decidió que no iba a convertirse en las virutas de una goma Milan: “Si me invisibilizaba me sentía traicionando a toda la gente de nuestra condición disidente, porque eso repercute sobre nuestra salud, entendiendo ‘salud’ también en sus determinantes sociales”. También le preocupaba que su expresión pudiese generar conflicto en les usuaries, aunque reconoce que no le parece válido que otras personas tenga un problema con su identidad: “Enfrentar a esa persona también es parte de generar salud. Es enfrentar una forma de ser -sea lgtbqia+foba, o clasista, o racista- que hace que la sociedad enferme”.

Asistencia Sanitaria con perspectiva LGTBQIA+

Rosa Almirall es creadora y responsable de Trànsit, un servicio que promociona la salud de las personas trans*; esto, explica, “implica desde escuchar de forma activa, no juzgar, entender que trans* incluye todo un amplio espectro de maneras de sentirse respecto al género, a respetar los tiempos y los pasos de cada persona. Es un trato de experta a experta, ella en su identidad y nosotras en acompañarlas. Damos valor a lo emocional y social”. También Rosa entiende la salud como algo mucho más amplio que “lo médico”. “Es necesario formar en diversidad al futuro personal de la salud”, subraya.

Lo mismo opina Pepita Giménez, profesora de la Facultad de Medicina y Ciencias de la Salud de la Universidad de Barcelona, que, cuando vio todas las dudas que les surgían a sus alumnes en las clases que impartía, sintió la necesidad de crear una asignatura de asistencia a personas trans* en el Grado de Medicina. “Siempre que hablábamos sobre diversidad de género se quedaba corto”, recuerda. Hace un par de años se puso manos a la obra, tocó puertas y empezó a informarse para impartirla desde el punto de vista de las personas trans*.

 

El plan docente de la asignatura, que tiene una visión biopsicosocial, incluye como competencias específicas y objetivos tener perspectiva de género, entender el peso del género en la sociedad, así como la importancia del acompañamiento y la atención desde una mirada despatologizadora. “El personal sanitario comete muchas agresiones y a lo mejor no se da cuenta, pero la persona usuaria sí. Por eso es importante esta asignatura. Hay que empezar a omitir preguntas sobre genitalidad cuando no compete ‘¡y a ti que te importa si una usuaria tiene pene o no, si viene con una otitis!’. A veces parece que hasta un resfriado es culpa de una hormonación… Estamos intentando transmitir un trato cuidadoso”, cuenta la profesora.

En esta misma línea, desde el colectivo I de Intersex denuncian que en atención primaria es muy recurrente que en los casos en los que aparece un “diagnóstico” en el historial con la palabra “desorden” o “anomalía”, “aunque tú vayas para que te receten un jarabe para la gripe, ya empieza la batería de preguntas, silencios y miradas extrañas; te miran como a un unicornio”. “La solución pasa porque exista una perspectiva de género. Pero no hay formación en corporalidades que no sean binarias, si no es como enfermedad”, retratan.

Estrategias contra toda esta mierda

Carmen Llorca es socióloga y está haciendo su tesis doctoral sobre las resistencias que articulan las lesbianas/bolleras respecto a las violencias y malestares que viven en el sistema sanitario, en concreto en lo relacionado con la salud sexual y reproductiva y mental. Pretende comprender para así elaborar estrategias comunes.

El sistema sanitario se centra en el sujeto hombre y es cisheterosexual o heterocentrado. Esta es la hipótesis de la que parte: “Cuando tú vas a la consulta ginecológica y te hablan de ‘métodos barrera’, en general, se dan por hecho tus prácticas. Se da por hecho que eres heterosexual y que la heterosexualidad es igual a coito”. Por esto, y por muchas otras razones, muchas lesbianas/bolleras no quieren ir o tardan en volver a ginecología, lo cual empobrece la salud de quienes están a los márgenes.

Carmen Llorca comparte dos estrategias ante estas situaciones: generar una red de terapeutas o ginecólogas recomendadas entre amigas y tener preparadas una serie de respuestas a posibles preguntas de mierda o comentarios incómodos.

Este texto ha sido publicado también en las páginas de El Salto. Nosotras apostamos por la lógica de compartir y no competir y, por eso, tenemos relaciones muy bonitas con otros medios de comunicación críticos que apuestan también por otras dinámicas en el periodismo. Suscríbete para que siga siendo posible 
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