El borrado tecnológico

El borrado tecnológico

Instagram borra los pezones pero explota nuestra desnudez cuando es normativa. Según un estudio de The Wall Street Journal, el 32 por ciento de las chicas adolescentes dijeron que cuando se sentían mal con sus cuerpos la red les hacía sentir peor.

Texto: Anita Botwin
16/03/2022

Que el machismo está en todas las esferas de la vida no es nada nuevo. Instagram, TikTok y demás redes sociales no iban a ser menos. La red de Zuckerberg ha censurado en múltiples ocasiones contenido que ha considerado violento, como los pezones de una mujer, que todo el mundo sabe que disparan misiles, o el vello púbico, conocido por todo el mundo como gran arma de destrucción masiva. Mientras tanto, los cuerpos de los hombres se pueden exhibir sin ningún tipo de corsé.

Podemos ver a las modelos de Victoria Secret con poses sexualizadas de los considerados cuerpos perfectos, mientras se censuran los pechos que dan de mamar a una criatura. Nuestras tetas parecen dar miedo, porque si no, ¿qué otra razón podría haber detrás? Mostrar cuerpos de mujeres en ropa interior es cosificarnos y censurar los cuerpos desnudos es atentar contra nuestra libertad como mujeres. Nos tapan cuando no podemos o queremos proporcionarles lo que buscan de nosotras y nos exhiben cuando pueden beneficiarse de ello.

Taparnos no es nada nuevo, y es algo de lo que la religión se ha aprovechado muchas veces, ya sea en oriente u occidente. La cuestión es qué mensaje estamos trasladando a las nuevas generaciones cuando censuramos a las mujeres. Siempre nos han tapado, eso no es nada nuevo, pero ahora se hace en la versión 4.0 o 5.0 o quién sabe ya en que versión nos borran. Este borrado tecnológico fomenta el machismo y la opresión de las mujeres a una velocidad imparable de unos y ceros.

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Luego están todas esas chicas que parecen perfectas (normativas), posando en lugares increíbles con posturas imposibles. Esta proyección de cuerpos normativos daña inevitablemente a las chicas más jóvenes que tienden a compararse, provocándoles muchos problemas de percepción y trastornos de alimentación. Un estudio publicado por The Wall Street Journal, dice que “el 32 por ciento de las chicas adolescentes dijeron que cuando se sentían mal con sus cuerpos, Instagram las hacía sentir peor”. Además, según este mismo estudio, con estas redes sociales están empeorando los problemas de imagen corporal en una de cada tres chicas adolescentes.

Eso no es nada nuevo porque ya en nuestra época tendíamos a imitar a las chicas que salían en la tele o en la Super Pop, pero no recuerdo tanta dictadura de la perfección. Al menos había menos filtros y quiero creer que también más naturalidad.

 

Las influencers venden marcas que les pagan por aparecer cosificadas, nada nuevo bajo el sol. Son esclavas de su físico y de los likes, como otras antes lo fueron en la televisión o en las revistas. La cultura de la perfección normativa es una forma más de sometimiento patriarcal. Al fin y al cabo, no deja de ser una norma más que cumplir en nuestras agotadoras agendas de cuidadoras incansables. Ya no solo vale con cuidar, ahora también tienes que lucir perfecta, sin arrugas ni ojeras. ¿No es agotador? Lo que no nos cuentan de Instagram y de estas redes superficiales es que detrás de estas influencers hay muy seguramente otra mujer cuidando su casa o a sus criaturas. El trabajo de estas influencers es parecer perfectas, pero no deja de ser una ficción más, como si estuviéramos viendo una película.

También está el tema del sexting, ya que muchas chicas cuentan que se han sentido presionadas o chantajeadas para que enviasen fotos o videos eróticos. Tampoco recuerdo esto en nuestra adolescencia, quizá el abuso y el acoso se hacían de una manera más analógica con menos recursos, se trataba de otro tipo de violencia, ni mejor ni peor, distinta, pero al fin y al cabo violencia machista.

Menos mal que muchas de estas chicas usan estas redes también como aliadas donde hacer ciberfeminismo. El #metoo, el #cuéntalo, el #8M nos devuelven un poco la esperanza y nos reconcilian con este tipo de redes. A lo mejor es un buen momento para hackear estas herramientas y hacerlas partícipes de nuestra lucha, ponerlas a nuestro favor, y sacar nuestros pezones y nuestros vellos, como ya han hecho muchas en señal de protesta.

Para mejorar en este sentido, será necesaria también una buena educación sexo afectiva en las escuelas que enseñe al alumnado a respetar y amar los demás cuerpos sean blancos, negros, trans, discapacitados, diversos, altos, bajos, narizudos, orejones o pelirrojos. Esa educación es la que puede librarnos de nuevas generaciones violentas que no respeten a las mujeres. Para eso hará falta una buena dotación presupuestaria, pero sobre todo mucha voluntad de querer cambiar las cosas.

 

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