¿Dónde están las feministas ahora?

¿Dónde están las feministas ahora?

Mientras se esperan las acciones de los gobiernos, en ese trasiego que es ir apagando fuegos por doquier con un cubo lleno de agujeros, el feminismo se hace hueco, comparte vulnerabilidades y se adapta una y otra vez a espacios tan angostos como los sótanos en los que muchas mujeres ucranianas se encuentran dando a luz a sus bebés.

Texto: Aida Acero
16/03/2022

Una mujer en una plaza de Moscú con un cartel que dice “Mandamiento 6. No mates”. / Foto: Canal de Telegram Feminist Against War

Cualquier conflicto bélico es por definición propia el máximo exponente de los usos y costumbres del patriarcado y un excelente catalizador para ahondar en la brecha de género.

Es bien conocida la situación de vulnerabilidad a la que quedan expuestas las personas en territorios en guerra, así como el rol que tocará desempeñar en función del género que es asignado al nacer. Ellos pegan tiros en el frente exponiéndose a ser asesinados a diario, ellas se quedan en la retaguardia a cargo de los cuidados, huyendo si pueden y, seguro, quedarán encargadas de reconstruir lo que quede para el bando ganador. Independientemente de si huyen o se quedan, ellas están expuestas igualmente a asesinatos y torturas, con el plus añadido de abusos sexuales y vejaciones.

suscribete al periodismo feminista

Los asesinatos, las armas y las violaciones conforman un caldo de cultivo en el que se rifan las medallas a la virilidad.

Esta guerra que parece ser nueva dura ya ocho años, en los que un tercio de la población de mujeres a partir de los 15 años han sufrido abusos sexuales en el contexto de la misma. En lo que se entiende ahora como la parte actual del conflicto, desde el Ministerio de Relaciones Exteriores ucraniano se denuncian las violaciones de las tropas asaltantes rusas a la población civil de mujeres en ciudades ocupadas.

Y, de entre todas las injusticias que se comenten en una guerra, alistar forzosamente a cualquiera en un ejército, como están haciendo ahora en Ucrania con los varones mayores de edad, hace que al fin se cuestione el reparto de tareas. “¿Dónde están las feministas ahora?”, claman en ese bar con un Madrid-Barça de fondo, que ahora es “inserte aquí la red social de preferencia”. Lo que ese clamor ignora, aparte de la evidente raíz patriarcal del asunto, es que dicha leva también afecta a las mujeres transexuales, cuyo sexo registral al seguir siendo masculino impide su salida del país. Colectivos y activistas LGTBIQ+ informan de que se las acusa de incumplir con su deber militar.

Este 8 de marzo las feministas asistimos atónitas a un chorreo de noticias que a modo de homenaje cantan loas a madres coraje, mujeres soldado y otra serie de situaciones que ponen en cuestión, una vez más, nuestro papel asignado y por ende nuestra valía. Por si no bastara con ser sujeto vulnerable y a la vez sostén principal de otros sujetos vulnerables, siempre es necesario un alarde extra. Un sacrificio, una inmolación que nos eleve a la última y definitiva categoría de mujer y nos haga merecedoras de un reconocimiento social “¿Dónde debemos estar las feministas ahora?”, nos preguntamos nosotras. El feminismo es por definición anticolonialista y, desde nuestra perspectiva libre de bombas, antimilitarista.

En Ucrania las activistas feministas, quienes han estado especialmente movilizadas durante los últimos ocho años, enfrentan ahora la más extrema de las situaciones. Anastasia, residente en Kiev y perteneciente a la Fundación de Mujeres Ucranianas, nos relata lo siguiente: “Por primera vez en años veo que [las activistas] estamos bastante de acuerdo, necesitamos que este infierno se detenga, ayudaremos a las mujeres y a otros grupos vulnerables y ayudaremos a la resistencia, porque es la única manera de detener la guerra, de detener a Putin. Entendemos que rendirse y vivir bajo el régimen de Putin no es una opción. Así que todo el mundo está luchando. Tenemos mujeres conformando el 17 por ciento de las Fuerzas Armadas  tanto en el Ejército como en la resistencia civil”. Prosigue: “No estamos a favor de la guerra, esto significa Russians go home. En este punto el ‘no a la guerra’ es como decirle a una víctima de violencia doméstica que tiene que negociar con su agresor y mantenerse en calma mientras la pega. Para los ucranianos, ‘no a la guerra’ significa ganar esta guerra porque de lo contrario, si Putin gana, solo habrá más conflicto”.

Por otra parte, las ucranianas que no han tomado las armas se arremangan asumiendo el legado habitual y se integran en diferentes tareas de voluntariado. No hay tiempo ni lugar ni silencio para reflexionar. La supervivencia y los cuidados copan todo el espectro vital incluido el activismo, el cual trabaja en diferentes áreas: se lleva a cabo voluntariado en pequeños grupos ayudando a personas refugiadas de comunidades vulnerables. Por otra parte existen también las habituales labores de ayuda humanitaria desde ONGS y otros organismos, además de colecta de donaciones.

Desde la Fundación de Mujeres Ucranianas se hacen donaciones rápidas a otras organizaciones feministas, quienes las invierten en material médico, comida, ropa o productos de higiene femenina. Estas asociaciones atienden las necesidades tanto físicas como psicológicas de mujeres romaníes, población LGTBIQ+, mujeres discapacitadas, trabajadoras sexuales y mujeres con VIH. En el resto del planeta, el movimiento feminista que aún estaba llorando por sus hermanas afganas (hasta quienes algún día se ha de llegar) hace lo que le dejan utilizando todos los medios a su alcance.

Desde Rusia, a una escala más mediática, asistimos a la intervención de las, ojalá eternas, Pussy Riot, quienes han recaudado seis millones de euros en un alarde de criptofeminismo. Por otra parte, existen pequeños núcleos autogestionados que se comunican a través de un grupo de Telegram, feministas anti-guerra, ayudando a la evacuación de personas refugiadas y organizando protestas en diferentes ciudades rusas. Estas movilizaciones pueden acarrear una pena de hasta 15 años de cárcel. Hasta la fecha más de 1.000 activistas han sido detenidas en Rusia, entre ellas Elena Osipova, superviviente del Holocausto y conocida activista por sus proclamas en contra de la opresión rusa, la tenencia de bombas nucleares y a favor de la desmilitarización. En el resto de países colindantes (Polonia, Rumanía, Bielorrusia o Moldavia) participan activamente en la evacuación de refugiados.

Una mención aparte merece la llamada ciberresistencia desde donde se mantienen vivas las comunicaciones entre personas del frente, activistas y otros núcleos de oposición. Y entre todo ese barullo de mujeres arremangadas sin tiempo, ni lugar, ni silencio, hay varias preguntas que asoman entre los diferentes colectivos y asociaciones como así reflejan sus manifiestos. ¿Dónde están los gobiernos? ¿Quién cuidará de las mujeres a las que no llegan los recursos ni el voluntariado? ¿Dónde está ese corredor humanitario efectivo y real que proteja a mujeres y niñas de abusos, torturas, violaciones y secuestros con fines de trata? Quienes vayan a encargar esposas por correo están de enhorabuena, pronto verán el catálogo ampliado, aunque no está de más que conozcan que debido a las circunstancias actuales los plazos de entrega serán variables.

Mientras se esperan las acciones de los gobiernos, en ese trasiego que es ir apagando fuegos por doquier con un cubo lleno de agujeros, el feminismo se hace hueco, comparte vulnerabilidades y se adapta una y otra vez a espacios tan angostos como los sótanos en los que muchas mujeres ucranianas se encuentran dando a luz a sus bebés.

Las feministas, señoros de Twitter, estamos donde haga falta.

 


Sigue leyendo:

Download PDF
master violencia de género universidad de valencia

Artículos relacionados

Últimas publicaciones

ayuda a Gaza
Download PDF

Título

Ir a Arriba