Otros abusos más allá de los laborales: el acoso sexual

Otros abusos más allá de los laborales: el acoso sexual

Este texto forma parte del monográfico que regalamos este mes por suscribirte a Pikara Magazine. 'Del campo a los cuidados’. El sindicalismo feminista y antirracista que viene', ha sido escrito por Pastora Filigrana e  ilustrado por Cynthia Veneno para La Laboratoria

16/02/2022

Ilustración de Cynthia Veneno.

En un contexto de suspensión generalizada de derechos para las trabajadoras migrantes como es la realidad de la campaña de recolección del fruto rojo en Huelva, los abusos sexuales son una manifestación más. Cuando a la persona se la deshumaniza y se la convierte en mera mercancía con fines productivos, las posibilidades de padecer un trato vejatorio se disparan. No sabemos hasta qué punto están extendidos los abusos sexuales de las jornaleras marroquíes que vienen para la campaña de recolección. No lo sabemos porque ninguna administración pone luz y taquígrafos para abordar esta problemática, como venimos reivindicando que se haga. Es posible que los relatos que nos han ido llegando a lo largo de estos años sean los únicos acontecidos o puede que sean la punta del iceberg de una realidad generalizada; nosotras creemos más en esta segunda opción. No obstante, mientras exista tan solo un solo abuso sexual, la obligación de hacer todo lo posible por evitarlo nos incumbe a todo el mundo.

Desde hace muchos años tenemos constancia fehaciente de la existencia de estos acosos. Puesto que se trata de hechos que están en disputa, que la patronal niega y las trabajadoras sostienen, acudo a la verdad judicial para apoyar mi denuncia de la existencia de estos acosos sexuales. La Audiencia Provincial de Huelva dictó una sentencia en abril de 2014 en la que se condenó a los responsables de una finca por un delito contra la integridad moral: por insultar a las trabajadoras de forma constante, no permitirles beber agua ni abandonar el puesto de trabajo, controlarlas fuera del horario laboral o impedir su relación con terceros [Audiencia Provincial de Huelva, Sección 3.ª, Sentencia 142/2014, 24 de abril de 2014, Rec. 143/2014]. También fueron condenados por un delito de acoso sexual en el ámbito laboral, ya que se dieron por probadas las solicitudes sexuales por parte de los empleadores a cambio de prebendas económicas y bajo amenaza de empeorar la situación de las trabajadoras en cuestión si no accedían.

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A pesar de tratarse de hechos probados, a pesar de haber indicios de que no eran un caso aislado, la administración no puso en marcha ningún protocolo para la prevención de las violencias sexuales en el marco de la campaña de recolección de la fresa de Huelva, que requería el desplazamiento a la provincia de varios miles de mujeres marroquíes.

La cuestión no se convirtió en un escándalo público hasta que, en 2018, 10 mujeres presentaron una denuncia por impago, malas condiciones laborales, abusos y agresiones sexuales contra la empresa Doñana 1998, S. L., que obtuvo visibilidad internacional gracias al reportaje de dos periodistas alemanas y a la adhesión a la causa del movimiento feminista.

Solo entonces se incluyó en el convenio colectivo del campo de Huelva un protocolo para la prevención y la actuación en casos de acoso sexual y acoso por razón de género. Un protocolo que, por cierto, no goza de la confianza de las trabajadoras ni de quienes actuamos en su defensa, pues consideramos que su eficacia es mínima si tenemos en cuenta que la vía de denuncia que ofrece a las trabajadoras es a través de los representantes de la empresa, cuando los relatos de estas trabajadoras insisten una y otra vez en que el acoso se sufre a manos de esos mismos representantes.

La patronal fresera (ASAJA, Freshuelva e Interfresa), empujada por la presión mediática que supusieron estos escándalos, ideó el Plan de Responsabilidad Ética, Laboral y Social (PRELSI) para todo el sector fresero. El plan, en marcha desde hace tres campañas, ha resultado hasta la fecha infructuoso y lo seguirá siendo, porque, desde su propia concepción, parte de la negación de esta realidad. Difícilmente pueden investigar y perseguir el acoso sexual quienes están convencidos de la falsedad de las denuncias y sostienen públicamente que quienes las promueven son los competidores europeos del sector agrícola de la fresa de Huelva.

Cuando se observa en su conjunto, el panorama de violencia, explotación y acoso es desalentador. Frente a él, solo confiamos en la autorganización de las trabajadoras en torno a la lucha por sus derechos y sus alianzas con la sociedad civil y las organizaciones políticas afines para generar un contrapoder capaz de poner freno a la creciente desregulación y desprotección de quienes dependemos de nuestra fuerza de trabajo para sobrevivir. En ello estamos.

Estas situaciones no son casuales ni fruto del sadismo de la patronal fresera o de las familias que contratan trabajo del hogar. Forman parte de un modelo económico que necesita para sustentarse que estas actividades esenciales para la vida, como son el trabajo en el campo y los cuidados, no tengan una retribución justa. Si se pagara justamente este trabajo tan necesario para el funcionamiento social, no serían posibles las ingentes cantidades de acumulación de riqueza en unas pocas manos.

¿Qué precio tiene el sostenimiento diario de la vida, la alimentación, la salud, la higiene, el cuidado de las personas dependientes? Es incalculable. Un trato laboral justo en estos sectores impediría extraer grandes beneficios económicos de ellos o de otros sectores asociados y sería inviable todo el engranaje económico que se apoya en ellos.

La conquista de más derechos en estos sectores generaría un efecto dominó en el resto, pues supondría repensar el modelo económico en su totalidad. Tenemos en la mano la palanca desde la que cambiar el mundo.

 


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