Lucía y los caballos

Lucía y los caballos

Querida Lucía: trataremos de seguir inventando ocasiones para celebrar la vida, como hacías tú, y para seguir dando la guerra que tú ya no podrás dar. Es lo más —y lo menos— que podemos hacer en tu memoria.

Texto: Itziar Abad
De izquierda a derecha: Itziar Abad, June Fernández y Lucía Martínez Odriozola.

De izquierda a derecha: Itziar Abad, June Fernández y Lucía Martínez Odriozola.

El día que conocí a Lucía pensé: “De mayor quiero ser como tú”. Esa contundencia, ese no callarse, esa retranca, esa liberación… “¿Vendrá de nacimiento o se cogerá con el paso de los años?”, pregunté para mis adentros.

Poco después quedé con un amante al que hacía un algún tiempo que no veía y, ante la evidente radicalización en mis posicionamientos feministas, comentó que me notaba desbocada, a punto de perder los estribos. Yo, sin embargo, sentía que controlaba la situación más que nunca y que, en todo caso, estaba más cerca de soltar las riendas… Varias de ellas, al menos. Sonreí: “Si, para este tío, yo estoy a punto de perder los estribos, Lucía ha perdido ya hasta los caballos”. Eso significaba que iba por buen camino.

suscribete al periodismo feminista

Lo que más me gustaba de Lucía era esa actitud crítica, discutidora y peleona que tenía casi por defecto, ese ir de frente, esa transparencia y honestidad sin txiribueltas. Me cuesta tragar a las personas que no se posicionan —no vaya a ser que tengan algo que perder—; que van por detrás o por debajo; que, cuando alguien defiende con determinación una postura contraria a la suya, alegan sentirse agredidas como único contraargumento; que abortan, por tanto, cualquier posibilidad de debate o que lo manipulan con turbios objetivos. Lucía era todo lo contrario: en ella sí se podía confiar, con ella sí se podía crecer, mejorar y pelearse las cosas.

Al hilo de esto, me viene a la mente una cita de Tere Maldonado que aparece en su recién publicado libro Hablemos claro, que nos invita a reflexionar sobre el uso que las feministas hacemos del lenguaje: “Hablar claro no implica solo que un discurso se entienda. Tiene relación también con un requerimiento tanto ético como político: el de mantener debates que respondan a lo sustancial y no a motivaciones —poco presentables— ajenas a la discusión”.

Estoy segura de que a Lucía le habría encantado el libro porque, entre otras cosas, nos habría dado mucha cuerda. El 2 de agosto, Tere (que es mi novia) y yo le enviamos un wásap, pidiéndole que nos recordara su dirección postal para hacerle llegar un “regalito”. Nunca pudo respondernos ya… Ahora, en su lugar, le entregaremos el libro a Anabel, gran amiga de Lucía, con quien nos había mezclado para algunos planes gastronómicos y culturales.

Querida Lucía: trataremos de seguir inventando ocasiones para celebrar la vida, como hacías tú, y para seguir dando la guerra que tú ya no podrás dar. Es lo más —y lo menos— que podemos hacer en tu memoria.


No te vayas todavía: 

Download PDF
master violencia de género universidad de valencia

Artículos relacionados

Últimas publicaciones

ayuda a Gaza
Download PDF

Título

Ir a Arriba