El feminismo como nicho de mercado

El feminismo como nicho de mercado

A raíz de un manifiesto lanzado por dos asociaciones, reflexionamos sobre el intrusismo que se está dando en el marco de la consultoría de género o de igualdad, por el hecho de haberse convertido en una oportunidad de mercado.

26/05/2021

Ilustración: Andrea Lucio

Se ha dicho de muchas maneras distintas y puede resumirse así: la subversión puede acabar teniendo valor de mercado. Y la igualdad de género, desprendida de su marco teórico, puede también perder sus claves políticas originales y convertirse en un producto. Es lo que está pasando en el Estado español a tenor de los cambios legislativos en materia de igualdad: la consultoría de género se ha convertido en un nicho de mercado al que acceden empresas ajenas del todo a las teorías feministas.

En los últimos 30 años, en el marco de la consultoría de género o de igualdad, y bebiendo de las prácticas y teorías del movimiento feminista, “se han desarrollado prácticas y reflexiones colectivas que han permitido poner en pie un amplio campo de conocimiento teórico y práctico, constituyéndose en referentes para la definición y desarrollo de las Políticas de Igualdad”. Así lo explica el Manifiesto por una gestión profesionalizada de las políticas de igualdad que han lanzado la Asociación Profesional de Consultoría de Género (APCGénero) y la Federación Estatal de Asociaciones Profesionales de Agentes y Promotoras de Igualdad de Oportunidades (FEPAIO). El objetivo del mismo, dicen, es denunciar el intrusismo que se está dando en una profesión por parte de empresas que no tienen conocimientos en la materia, así como solicitar una regulación mínima que al menos especifique qué saberes hay que tener para ejercer este trabajo. “En los últimos seis meses hemos notado un crecimiento impresionante de empresas desvinculadas del marco conceptual feminista que ofrecen servicios de igualdad como quien ofrece cualquier otro producto”, explica Ana Fernández de Vega, presidenta de APCGénero.

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Los cambios legislativos en materia de igualdad, especialmente los promovidos por los reales decretos 901 y 902 de 2020, hacen que las empresas tengan que adaptarse a las nuevas normas en relación con la no discriminación laboral por motivos de género y con el fin de la brecha salarial, respetivamente. “Y no solo por gender washing [lavado de imagen en materia de igualdad]. Hay miedo a la sanción, pero también hay empresas en las que hay gente convencida y que quiere hacerlo bien y hasta el final”, asegura Fernández de Vega. El aumento de la demanda, unido a que la profesión y los estudios especializados en la materia son relativamente recientes, convierte a este tipo de consultoría en una oportunidad de mercado. Desde multiconsultorías a despachos de abogacía han podido entrar en un sector poco regulado, en el que no se ha legislado todavía ni qué supone estar acreditada para ejercer la profesión.

El hecho de que, además, ciertas consultoras multinacionales ofrezcan estos cursos, conlleva, como en otros sectores, una competencia desleal, ya que pueden ofrecer precios muy bajos que las consultoras pequeñas no pueden aceptar. En cualquier caso, insiste la presidenta de APCGénero, de momento el tema “no es tanto que se oferten o no esos servicios, sino que de alguna manera no se desvinculen del marco conceptual feminista”.

Quizá si en un futuro se llegara a regular la formación o experiencia requeridas para ejercer este trabajo, podríamos empezar a debatir sobre el hecho de que den formación en igualdad empresas capitalistas, que explotan a sus trabajadoras, son verticales y no favorecen la igualdad plena. Pero todavía estamos un paso por detrás.

Más allá del ámbito privado, habría que señalar también a qué tipo de empresas se está contratando con dinero público para realizar estos servicios. En el País Vasco, por ejemplo, el Gobierno autonómico, a través del Departamento de Trabajo y Justicia, ha firmado un acuerdo con el Instituto Vasco de Auditoría Sociolaboral e Igualdad (IVAS) para “guiar” a las empresas en su adaptación a la nueva normativa. El Gobierno vasco cuenta con un Instituto de las mujeres, Emakunde, que ha homologado a una treintena de empresas para este tipo de trabajos. Este instituto no es una de ellas. Aun así, es esta organización la encargada por orden del Ejecutivo de las auditorías en materia de igualdad. El IVAS está dirigido por siete hombres y una mujer, y cuenta con una plantilla de once auditores en activo de las cuales solo tres son mujeres. Su presidente ya estuvo a cargo, por ejemplo, de la empresa de Burtzeña Enpresa Parkea SA, dedicada a la promoción urbanística con capital público.

La dimensión del asunto es todavía mayor si tenemos en cuenta que la falta de profesionalización se extiende en algunos casos a los planes ejecutados con el dinero del Pacto de Estado contra la Violencia de Género. La falta de profesionales que asesoren a ayuntamientos pequeños que no cuentan con técnicas de Igualdad, por ejemplo, lleva a invertir un dinero que debería utilizarse para prevenir la violencia o ayudar a mujeres víctimas y sobrevivientes en cosas como botellas conmemorativas por el 8 de marzo. O en clases de autodefensa dadas por un hombre como quien da un curso de boxeo en un gimnasio cualquiera, sin perspectiva feminista.

Podría parecer que, por tratarse de un sector feminizado, se da por hecho que no requiere gran formación ni experiencia. Suele pasar. En cualquier caso podemos decir que sí, que es verdad, que existen los chiringuitos en esto de la igualdad. Pero que no son, precisamente, feministas. Y ahí está el problema.

Nota de la autora
Este artículo fue originalmente publicado en La Directa en català.

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