Escapar de la violencia machista ante la desprotección internacional: “Me fui de Colombia para salvar mi vida”

Escapar de la violencia machista ante la desprotección internacional: “Me fui de Colombia para salvar mi vida”

Isabella huyó de Colombia a España en un intento desesperado por preservar su vida y su libertad: "Mi expareja me tenía prácticamente secuestrada". Hace unos días, el Ministerio de Interior español le denegó su solicitud de asilo. La resolución expone que Colombia es un país un país seguro y que dispone de medios para la protección de Isabella, al contrario de lo que apunta su experiencia y las organizaciones feministas del país.

19/05/2021
una mujer de espaldas, camina por la calle

Isabella, que prefiere ocultar su rostro, pasea por Lavapiés. / Foto: Carmen Blanco Grigelmo

Isabella -que por su seguridad prefiere no dar su nombre real- vive en Madrid, una ciudad de la que está enamorada. Especialmente le gusta el barrio en el que reside, Lavapiés, donde es feliz tras varios cambios de domicilio. El día que hablamos con ella tenía una cita importante y se preparó para ella. En el parque del Retiro se convocó un velatón en solidaridad con el pueblo colombiano tras los violentos episodios de represión policial durante las protestas contra diferentes reformas del Gobierno. Dichas protestas se han saldado con decenas de víctimas mortales y centenares de agresiones por parte de la policía, según la ONG Temblores. Isabella no duda en acudir, ya que Colombia es el lugar donde nació, creció y del que tuvo que huir para salvar su vida. Su sombra de ojos luce los colores de la bandera de Colombia y dos lágrimas rojas pintadas simbolizan el rechazo hacia la violencia policial ocurrida en los últimos días. Esa misma violencia con la que destrozaron hacía dos días la cara de su padre, tal y como comprobó a través de un vídeo que le envió su abuela. “Casi lo matan”, relata. Sin embargo, no todo termina ahí. Ese mismo día recibió una noticia que cambiaría todos sus planes: el Ministerio de Interior denegó su solicitud de asilo en España.

Pedir asilo por motivos de género

“Pedí asilo aquí porque pasé por una relación de maltrato de género con mi expareja. Muchas veces mi vida estuvo en sus manos”. Isabella huyó de Colombia a los 22 años para salvar su vida y poner fin a la violencia física y psicológica a la que le sometía su maltratador. “Me tenía prácticamente secuestrada. Me quitó mi pasaporte, no me dejaba mirar por la ventana, no podía hablar con otros hombres”, detalla con seguridad. Gracias al apoyo de su familia, Isabella supo que tenía que salir de ahí.

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No fue fácil. Estuvo un año y medio tratando de escapar del control de su maltratador. Finalmente, él se fue a otra ciudad pero seguía enviándole mensajes con amenazas. “Sabía que él era capaz de hacer lo que me decía, tenía que salir de ahí. Por eso me fui de Colombia”, declara.

Isabella no contempló irse a Estados Unidos, donde viven su madre y su hermana. “Para que le den una visa a un colombiano es un proceso gigante. Casi imposible”, asegura. Por eso, su destino fue España. Recuerda su llegada con ilusión y su mirada muestra el cambio radical que supuso para ella. “Cuando llegué al aeropuerto pensé que era la mejor decisión de mi vida. Y así ha sido”, celebra. Empezó trabajando como interna y después de camarera compaginándolo con sus estudios en moda y artes visuales. No todo ha sido un camino de rosas, ya que a su llegada se encontró con la maquinaria burocrática de extranjería y sus obstáculos para trabajar o acogerse al asilo político por motivos de género, y más siendo colombiana. Isabella esperaba con miedo la resolución de su solicitud. Un miedo totalmente fundado, ya que en 2020, según Interior, se denegaron el 98 por ciento de las solicitudes de asilo a personas colombianas.

La resolución de su caso, a la que ha tenido acceso Pikara Magazine, se ha sostenido afirmando que es un país seguro, especialmente para las mujeres: “Colombia ha adoptado medidas razonables para ofrecer protección efectiva, duradera y accesible para las víctimas de violencia de género. Por tanto, con carácter general, no se puede señalar que el Estado no tolera o se mantiene pasivo ante este tipo de persecuciones”, relata la resolución. Al leer esto, a Isabella le sale una inesperada risa nerviosa: “Todo eso es mentira. Yo me fui para salvar mi vida”, expresa. Cuenta que cuando se encontraba en la situación de maltrato nunca pensó en denunciar porque no tenía confianza en la policía y pensaba que eso podría agravar la situación con su maltratador. “Sé que al día siguiente iba a estar libre y que iba a ser peor”, apunta. En Colombia entre 2008 y 2016 se archivaron el 97,6 por ciento de denuncias por acoso sexual y el 86,6 de casos de violencia intrafamiliar con menos del cinco por ciento de sentencias condenatorias, de acuerdo con la organización Sisma Mujer. “Poco resta por decir frente a un panorama que refleja la tolerancia estatal con la violencia intrafamiliar, en perjuicio especialmente de las mujeres, sus principales víctimas”, apunta el propio informe.

Aunque no hay datos oficiales sobre las denegaciones de asilo por motivos de persecución de género, la protección internacional en estos casos no es suficiente, según apuntan expertos como Alessandro Forina en su trabajo de investigación sobre género y políticas de asilo en el Estado español u organizaciones como CEAR. Esto se debe a que en la Convención de Ginebra (1951), donde se regula el derecho internacional humanitario, no se contempla la categoría de género como motivo de persecución y por lo tanto, como expone ACNUR, carece de sentido legal per se. De esta forma mujeres como Isabella, perseguidas por ser mujeres, se encuentran totalmente desprotegidas.

“Yo allí no puedo volver”

Isabella no quiere volver a Colombia. “Vivir allí es de valientes”, dice. Huyó para salvar su vida y ahora, con la grave situación que atraviesa el país, le deniegan el asilo con supuestas garantías de seguridad. La policía a la que la ONG Temblores relaciona con más de 2100 casos de violencia durante las protestas, 16 de ellos violencia sexual hacia mujeres y dos de violencia de género, es la misma a la que Isabella no quiso -ni pudo- acudir para denunciar a su maltratador. No obstante, por llamadas de familiares y vecindario ha intervenido en algunos casos, pero sin tomar grandes medidas, según relata. “Si vas a denunciar a la policía muchas veces le sueltan el mismo día y no hacen nada más. Incluso corres el riesgo de que los propios policías te violen”, asegura, contraponiendo así la resolución de su solicitud de asilo. Además, Colombia presenta cifras altísimas de feminicidios: 158 asesinatos contabilizados hasta marzo de 2021, de acuerdo con el observatorio de feminicidios de Colombia.

Con todo, esta joven de 25 años solo piensa en una cosa: reencontrarse con su madre y su hermana, a las que lleva sin ver 11 años porque viven en Estados Unidos. Y es que la pandemia ha dejado heridas irreparables en todo el mundo, pero sobre todo ha hecho más gruesas las fronteras entre las familias que tienen que atravesar océanos y oficinas de extranjería para abrazarse. “A mi hermana la dejé de ver cuando tenía 11 años, no la vi crecer. Por eso me duelen las fronteras”, explica emocionada. Isabella seguirá luchando para vencer los obstáculos burocráticos a los que se enfrenta. Piensa en el futuro y se imagina cumpliendo sueños. “Me gustaría recorrer Europa y crear mi propia marca de ropa en España”, expresa.

Su lucha por sobrevivir narra la historia de las mujeres que huyen de las violencias machistas en todo el mundo. Mujeres que emprenden rutas inciertas, solas o acompañadas, jóvenes o adultas y que se encuentran con la desprotección internacional. Isabella desea que sigan luchando por su libertad.

#Defensoras
Este texto forma parte del #PikaraLab de Defensoras,

realizado con el apoyo de Calala Fondo de Mujeres  y financiado por el Ayuntamiento de Barcelona.  

 


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