“El cine es importante para marcar agendas y crear nuevas realidades”

“El cine es importante para marcar agendas y crear nuevas realidades”

Entrevista a la investigadora y crítica de cine María Castejón, tras publicar el libro ‘Rebeldes y peligrosas. Vaqueras, guerreras, vengadoras, femme fatales y madres’, una enciclopedia gamberra muy original.

una mujer con abrigo print animal, gafas de sol, con el sol de fondo, agarra con las manos lo que parece una escopeta

María Castejón. / Foto cedida

María Castejón Leorza (Estella-Lizarra, 1975) es crítica de cine, investigadora, ensayista, teórica, programadora y docente. Se licenció en Humanidades por la Universidad de La Rioja y se doctoró en Historia Contemporánea en la Universidad de Salamanca mientras criaba y trabajaba, como muchas outsiders de la academia que hemos hecho del investigar en precario y en los márgenes nuestra insostenible forma de vida. Como ella misma reconoce, “la academia nos ha hecho sufrir tanto para escribir y para llegar a su estándar que yo lo único que quiero es divertirme”. Quizás ahí está la clave…

Por eso, aunque pocas cosas puede haber más difíciles que entrevistar a una colega profesional y, además, amiga, aceptamos el reto. Porque el lanzamiento del último libro de Castejón, Rebeldes y peligrosas. Vaqueras, guerreras, vengadoras, femme fatales y madres (Lengua de Trapo, 2020) nos ha dado para muchos audios de WhatsApp y muchas conversaciones off the record y muchas risas también, y una parte de todo eso nos apetecía compartirla.

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Al poco de empezar a leer tu libro, Rebeldes y peligrosas, me encontré con esta frase de Mae West: “Las chicas buenas van al cielo, las malas a todas partes”. Imposible no seguir leyendo con cierta complicidad, ya que con 13 o 14 años, allá por finales de los años 90, tuve una camiseta con esa misma frase. En breve entraremos en materia, pero antes quisiera preguntarte cuál era tu objetivo al escribir este libro y qué te llevo a él como proyecto.
El punto de partida del libro es la frase de Mae West que menciones y que se me propone desde el Centro de Cultura Contemporánea de Barcelona (CCCB) para programar el ciclo Gandules 2017 que partía de este concepto, de las chicas que se salían de las normas en el cine y, sobre todo, que no habían tenido que pagar ningún precio. Esta es la gran diferencia que puede marcar Rebeldes y peligrosas. Así mismo, yo también llevo programando muchos años ciclos de cine y cursos bajo el paraguas de Heroínas de Cine en el Ayuntamiento de Pamplona con Civivox y quería ir más allá. La heroicidad femenina en el cine todavía tiene mucho que ver con los mandatos de género y con proezas relacionadas con el simple hecho de sobrevivir que no tienen nada que ver con las masculinas. Esto me lleva a buscar otra genealogía porque no quiero mujeres que sean heroínas porque las han violado y han ido a juicio. Quería buscar personajes que fuesen más allá del empoderamiento. Me dije: “Tiene que existir otro tipo de cine y esto no tiene que ser de ahora, sino que debo ir más lejos en el tiempo. Debemos tener una historia que no conocemos y, sobre todo, tenemos que acercarnos con otro punto de vista”. Aquí se cruza en mi camino Mae West y este es el punto de partida.

Portada del libro ‘Rebeldes y peligrosas’.

El libro trasluce una perspectiva muy ligada a tu bagaje como historiadora y no tanto como analista. Irte hacia atrás, buscar ancestras, recuperar genealogías, reconstruir herstory… Eso le da al libro un carácter de enciclopedia gamberra muy original…
Me gusta el concepto enciclopedia gamberra, como también me gusta la definición de “ensayo macarra”. El proceso de construcción y escritura de Rebeldes y peligrosas es una investigación muy ácrata, pero muy sistematizada. He visto muchas películas y he tirado mucho de memoria sentimental. Tenía el bagaje del CCCB que fue un año de investigación y fue una época muy tranquila de mi vida, investigué muy a gusto, le dediqué tiempo. Quería descubrir a qué sitios habían ido las chicas malas.

¿Cómo ha sido para ti reencontrarte con ciertos personajes a los que no habías vuelto desde la primera vez que habías visto el film?
Algo muy importante en Rebeldes y peligrosas que no tuvo Fotogramas de género, mi anterior libro, es que esto no es mi tesis. Es un ensayo muy macarra y una enciclopedia muy gamberra, como decíamos, pero en el fondo también es un libro muy académico en cuanto a su estructura y, sobre todo, es un libro profundamente político. Otra cosa es que el tono con el que está escrito es aquel en el que yo ahora mismo me siento más cómoda. Todas las películas que he visto de nuevo están ahí porque me gustaban. Me he educado con el mainstream en VHS y todo lo que me hacía ver mi madre. He visto mucho cine comercial gracias al videoclub… Todas las películas de Kathleen Turner o Whoopi Goldber las tenía en el recuerdo y ha sido maravilloso verlas de nuevo y poder hacer lecturas contradictorias, otra de las características de Rebeldes y peligrosas. Por ejemplo, en un principio el personaje de Joan Wilder de Kathleen Turner en Tras el corazón verde es una mujer que cumple todos los preceptos de la representación patriarcal: una escritora de éxito que lo único que desea es encontrar el amor y que mira al heroico Michael Douglas desde abajo. Pero ella se transforma y al final acaba con un colocón de marihuana en un avión y va a un pueblo de la guerrilla donde la reconocen por su trabajo: “Usted es Juanita Wilder, la escritora famosa”. Hay lecturas que son muy contradictorias y en las que se unen representaciones de lo más patriarcal, pero también la subversión. Otro ejemplo de ello es Caravana de mujeres. Es, quizás, la mayor defensa del amor romántico que he visto jamás, pero, a la vez, en ese tránsito nos encontramos que las que van a la caravana son todas las mujeres que no se adscriben al canon: la que está embarazada y su familia no lo puede saber, la viuda, las prostitutas… La película muestra una denuncia de la violencia sexual impresionante, más allá de guardar el honor de las mujeres que es muy de la época.

¿Qué hallazgos positivos y qué incomodidades te has encontrado?
Me ha sorprendido reencontrarme con películas que fueron muy pioneras dentro del mainstream como Miss Agente Especial, un buen ejemplo de cómo se puede hacer entretenimiento y reivindicación. Respecto a las incomodidades, me quedo con la idea de que hay muchos más referentes positivos de los que pensamos -sin pretender ser feministas- y que no debemos asomarnos al cine con prejuicios. No podemos decir, por ejemplo, que Johnny Guitar es la historia de dos mujeres que compiten por un hombre, porque es una visión muy reduccionista. Creo que hay algo muy importante respecto al cine que estamos obviando y que tiene mucho que ver con la cuarta ola del feminismo. El cine tiene su propio lenguaje y sus propias herramientas de análisis. No podemos analizar películas como si analizáramos la historia del trabajo del siglo XIX. Hablamos de representaciones, de modelos, de cuestiones transformables y dinámicas. Wonder woman no va a encajar jamás en la teoría feminista si la analizamos desde la rigidez. Si no lo hacemos así, solo nos acercamos a un cine muy determinado y volvemos al bucle de mujeres víctimas y mujeres empoderadas… No todo pueden ser mujeres perfectas, como dice Gillian Flynn, autora de Perdida y guionista también de la adaptación cinematográfica. Estamos cansada de ver los mismos modelos en el cine… Queremos villanas y malas también. Nos tenemos que dejar llevar por la película, incluso por Woody Allen, por Bertolucci, por quien sea… y luego ya, analizamos.

Volviendo a los personajes, ¿alguna ídola caída?
No, más bien al contrario, he gozado mucho de ver personajes superpotentes en el cine. Rebeldes y peligrosas es un libro muy de exaltación de mis gustos y he disfrutado escribiéndolo. Me he quedado muy vacía, pero ahora siento que, de momento, no tengo nada pendiente.

¿Cómo elegiste qué películas y qué personajes iban a formar parte de tu Rebeldes y peligrosas?
Me ha tocado la gran revolución de los roles femeninos en las películas de acción mientras hacía crítica de cine en Pikara Magazine por lo que tenía muy claro que estos debían aparecer. El tema de la representación de la violencia estaba muy relacionado con la acción y es uno de los temas que más he investigado, así que tampoco podía faltar. Por otra parte, no hay nada más rebelde y peligroso que una mujer consciente de su sexualidad y, como suelen contraponerse a la sexualidad, también tenían que estar las madres. Y como tenía que cortar y el libro no podía tener más capítulos se me han quedado fuera las locas, las pandilleras… El capítulo sobre el western es un capítulo que encanta. Es un poco raro, diferente al resto, pero te está anunciando lo que va a venir luego en el libro.

Tengo la sensación de que tu libro y gran parte de tu trabajo como investigadora gira alrededor de “las derribadas”, que dice Roxane Gay, de esos personajes femeninos que se miran al espejo, atisban el estereotipo al que el mundo pretende reducirlas y le pegan una patada para sobrevivir. ¿Cuáles son los personajes que te han atravesado el cuerpo de forma particular?
Una vez me preguntaron qué diferencia había entre las heroínas de cine y las rebeldes y peligrosas. Yo contesté que las rebeldes y peligrosas tienen barrillo, tienen un punto chungo, te pueden meter un boli BIC en un ojo, se defienden, tienen muchísimo poder, dinamitan todo… Por eso muchas de ellas están en los márgenes, también en los márgenes del análisis. Están en los márgenes porque no les hemos hecho mucho caso o porque no han tenido más remedio.

¿Con cuáles me quedaría? Mae West en su totalidad, con su película, sus personajes, su biografía… También me quedaría con las películas de Geena Davis y Sandra Bullock de los años 90. Memoria Letal es una de mis películas preferidas. También vuelvo recurrentemente a las cineastas de la transición que vuelven a estar en el libro y que me acompañan desde hace años. Me quedo también con los personajes de Najwa Nimri y sus personajes en cuatro películas de Daniel Calparsoro (Salto al vacío, Pasajes, A ciegas y Asfalto) que en el fondo es como un mismo personaje que va evolucionando. Y de las amas de casas… ¡Shirley Valentine que me encanta y Carmina Barrios que es una monstrua! Pero qué difícil es elegir…

¿Qué destacarías de los personajes de Najwa Nimri?
Hay un elemento de coetáneas que marca. Su aparición coincide con mi etapa universitaria. Íbamos mucho al cine, algunas de sus películas estaban rodadas en el Bilbao pre-Guggeheim, era una tierra muy cercana… Ver a una tía moverse en esos ambientes de lumpen con esa violencia nos dejó muy impactadas. Su estética, cómo hablaba, cómo se movía y una forma de narrar muy diferente cuando Calparsoro era un enfant terrible y que había estado en Estados Unidos y se le notaba en la forma de rodar.

Algunas de esas películas se han convertido en pelis de culto, aunque siguen siendo muy desconocidas. A ciegas, por ejemplo, hablaba de ETA sin que ETA fuera lo importante y eso, desde el punto de vista histórico, es superrevolucionario. Toda esa estética que tienen las películas de Calparsoro, toda esa fuerza visual que tienen los personajes… Los finales no son especialmente esperanzadores, pero no se le castiga nunca al personaje, siempre es un final medianamente abierto, aunque las películas sean muy duras… Es un cine muy violento, pero con unos personajes muy reivindicables y diferentes a todo lo que se estaba haciendo en el cine español en aquel entonces. Cuando yo vi al personaje de Álex por primera vez en Salto al vacío no había visto nunca eso: ni esa forma de narrar ni un personaje tan potente. Me apetecía reivindicarla otra vez porque es un puñetazo a la masculinidad patriarcal. Y además está el personaje de Mariví Bilbao también en Salto al vacío o el personaje de Antonia San Juan en Asfalto, madres superlativas que ríete tú de Almodóvar

Al principio me has dicho que hablabas de mujeres que no habían tenido que pagar ningún precio por saltarse las normas. Discutamos sobre el final de Thelma y Louise, que incluso aparece representado en la portada de tu libro… Confieso que el final a mí siempre me ha chirriado por lo que contiene de penalización de la transgresión. ¿Por qué se sigue considerando un icono feminista y por qué no podía faltar en esta obra?
Están en el libro porque fueron el primer icono feminista que llegó al gran público. Tenía un esquema narrativo que habíamos visto mil veces: una persona que transgrede la ley casi sin querer y por defenderse, por autodefensa, que huye, que un policía le persigue y que al final el policía empatiza con quien huye. El esquema narrativo era el de dos mujeres que huían de una violación y son un icono porque ves Thelma y Louise 30 años después y sigue teniendo casi la misma vigencia, aunque ahora las generaciones más jóvenes la vean también con otros ojos. ¡Son las precursoras del selfie! Yo creo que la película no podría haber terminado de otra manera porque si no hubiesen ido a juicio y hubiese sido una película diferente. Eso nos llevaría a que entraran dentro del sistema otra vez. La clave de Thelma y Louise está en la huida. Susan Sarandon pregunta: “Pero ¿quién nos va a creer si has estado bailando con él en el bar? Te han visto muchas personas. Tenemos que huir”. Ahí está la clave. Para 1991 el final es bastante valiente. He pasado mis fases con el final de Thelma y Louise, pero creo que es muy coherente. No es un castigo, es ir hacia la libertad. No están dispuestas a entrar dentro de un sistema que las tutelará y las definirá como víctimas.

Un apartado de tu libro que me ha interesado mucho es en el que hablas de las sagas que han continuado con nombre de mujer como Mad Max, Cazafantasmas o Ocean’s. Esta incursión de personajes femeninos en géneros cinematográficos tan androcéntricos como la acción o el cine de aventuras, a menudo levanta polvareda. ¿Qué supone que las mujeres entren en géneros que tradicionalmente les han sido vetados?
Aportan muchísimo porque hablamos de dinamitar la división sexual del trabajo y transgredir las dinámicas del cine. Cuando metes un personaje como el de Furia Furiosa en Mad Max que se merienda a Tom Hardy, entonces te das cuenta de que hemos tocado una tecla muy importante. Por eso me parece injusto cuando algunos sectores del feminismo rechazan a estos personajes por considerarlos igual que los hombres. No, tienen su identidad propia. Me niego a compararlos con los hombres porque eso sería un ejercicio de androcentrismo brutal. Estos personajes tienen que ver con la épica, con que haya también otros modelos más allá de la mujer en crisis o la mujer a la que se le vulneran sus derechos humanos más básicos. Por ejemplo, las Cazafantasmas, que generó muchos comentarios, es divertidísima, rompedora (una está gorda, la otra es lesbiana, otra es negra…); había niñas disfrazadas de cazafantasmas que se iban a sacar fotos a los estrenos con las actrices, son todas científicas… Yo en mi infancia no he visto ninguna película en la que hubiera científicas. Luego te pueden gustar o no, pero es muy importante conquistar la acción y bajarnos de la rueda de lo que es el buen feminismo y el mal feminismo en el cine.

Conoces mi devoción por Los puentes de Madison… La idea de la domesticidad, de la “vida de detalles” de Francesca y su transgresión interruptus, siempre me ha parecido un objeto de estudio inacabable. También sabes que todavía sigo esperando que se baje del maldito coche, pero puestas a imaginar un innecesario remake, ¿está el público preparado para una Francesca que se vaya con Kinkaid o el peso de la mala madre sigue demasiado vigente?
El estigma de la mala madre pesa… Si Francesca se hubiera bajado del coche no hubiera sido la misma película y no hubiera sido el mismo melodrama que es. La vi en su momento y entiendo a Francesca. Ella no se ha bajado del coche porque se queda con su marido, pero se ha rebelado y se ha permitido una semana de sexo con Clint Eastwood y teniendo una relación de amor impresionante. Ella no se quiere convertir en su vecina que está fuera de la comunidad a causa de esa carga decimonónica de la mujer adúltera. No estaba preparada para bajarse del coche, no estábamos preparados ni preparadas para que ella se bajara y yo creo que no hay una secuencia con mayor tensión dramática en la historia del cine. No nos podíamos quedar sin esa secuencia en la historia del cine. También debemos tener en cuenta que el cine de Clint Eastwood es un cine en el que la redención está muy presente y, en este caso, la redención pasa porque trascienda la historia de Francesca y porque sus hijos la conozcan. Esa es la verdadera transgresión de Francesca, dejar su historia escrita. Imagínate a cuántas mujeres se las ha castigado en la historia y en el cine por hacer lo que hace ella… El personaje de Francesca es muy revolucionario pese a no alcanzar la subversión final. Eso no invalida la transgresión del personaje.

Me apetece mucho hablar contigo sobre la representación de las maternidades en el cine y probablemente este tema nos daría para un artículo monográfico o incluso para un libro completo, pero tras el imponente examen que haces de tantas películas como Revolutionary Road, Una mamá en apuros, Los chicos de mi vida, Función de noche o Carmina y revienta, ¿qué temas siguen ocupando la agenda de la representación de lo doméstico?
Este fue el capítulo más largo y el más difícil. Coincide con el confinamiento, con un momento de cueva y mucha preocupación y miedo. Me doy cuenta de todo lo que me ha pesado la maternidad. Llevo 20 años yendo por la vida y por el mundo como si no fuera madre y como si no hubiera tenido dos hijos que tienen 20 y 14 años. Esto marca mucho el devenir del capítulo. Yo soy madre desde hace 20 años, cuando no había ningún tipo de discurso, cuando no tenía tiempo para leer y viví la maternidad muy sola. Eso me pesa mucho a la hora de hacer interpretaciones sobre la maternidad, porque soy muy dura. Mientras estemos en el sistema capitalista, ser madre significa que se te parte la vida en dos y que si quieres tener una carrera profesional, de lo que sea, tienes que dejar de dormir durante 15 años. No hay cambio. Desde este punto de vista tan duro, pienso que no estamos dando una respuesta colectiva a todo esto y me doy cuenta de que soy ama de casa desde hace mucho tiempo y de que tengo bastantes más similitudes con Shirley Valentine de lo que yo pensaba y, encima, estoy orgullosa de ello.
Parto desde este punto de vista personal y me doy cuenta de que al feminismo no le han interesado nada las amas de casa ni al cine tampoco. Hablo mucho de La mística de la feminidad de Betty Friedan y la relaciono con Revolutionary Road y Los puentes de Madison. Y también hay una reivindicación de películas tan importantes como el clásico feminista de Chantal Akerman, Jeanne Dielman, 23 quai du Commerce, 1080 Bruxelles, e Irina Palm, de Sam Garbarski, que representan a unas amas de casa que han sido siempre amas de casa y que lo único que les queda para sobrevivir es dedicarse a la prostitución. Es una parte muy dura de análisis del libro. Luego me voy a otro tipo de representaciones como Shirley Valentine, que fue la primera que nos hablaba desde su cocina, y otras películas más pequeñas como la argentina Rompecabezas o la india La gran ciudad, donde las protagonistas sí rompen en cierta forma con la mística de la feminidad.

También quería denunciar todas esas películas como Malas madres o Una mamá en apuros, de principios de los años 2000, que eran madres y todas tenían un blog y que lo único que promovían era representaciones de la maternidad que reforzaban la desigualdad. Malas madres, por ejemplo, está producida y dirigida por los mismos de Resacón en Las Vegas y cuentan que sus personajes están inspirados por las mujeres que tiene cerca. ¿De verdad que la única subversión que hacen las mujeres de su entorno es irse al supermercado a beber a morro de una botella de vodka? Pues igual es que no tienen tiempo de hacer nada más mientras vosotros estáis escribiendo guiones para iros a Las Vegas a montar en un helicóptero. Malas Madres es muy divertida, está muy bien hecha y Mila Kurmis está fenomenal. Son películas muy populares, que gustan mucho, que nos hacen reír, pero que no hacen más que reforzar aquello que queremos desmantelar: que la maternidad solamente es nuestra responsabilidad, que estamos supercansadas…

Tenía clarísimo que el libro tenía que terminar con Carmina, que para mí es diosa absoluta. Es un personaje muy rompedor y todas debemos ser más Carminas de lo que somos. Todas tenemos una Carmina al lado y la película es una reivindicación de las amas de casa con su dignidad, sus propias estrategias… El cine es importante para marcar agendas y crear nuevas realidades y nuevos debates.

 


Conoce el trabajo de María Castejón:

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