La generación de pibas que se une para hacer justicia

La generación de pibas que se une para hacer justicia

En una sesión maratónica, la Cámara de Diputados de Argentina dio media sanción al proyecto de Interrupción Voluntaria del Embarazo. En las calles, la marea verde festejó el triunfo de un reclamo histórico del movimiento de mujeres argentino.

16/12/2020
una pantalla gigante en una calle atestada de gente en la que se ven sobre todo cabezas y pañuelos verdes

Miles de personas siguen el debate, a través de pantallas gigantes, desde la calle. / Foto: Belén López Peiró

Una mujer embarazada sostiene con sus manos su panza de seis meses, una panza dibujada con un corazón verde de purpurina que envuelve el ombligo. Mira una de las pantallas que la Campaña por el Derecho al Aborto Legal Seguro y Gratuito instaló sobre las avenidas del centro porteño. A su lado, una abuela hamaca el cochecito en el que duerme una niña con un pañuelo en el cuello: “Quiero que mi nieta crezca con este derecho, que no tenga que sufrir el peso de la clandestinidad”.

Son las 11 de la mañana del jueves 10 de diciembre y ya comenzó la sesión: 2″54 diputados y diputadas debatirán el proyecto de Interrupción Voluntaria del Embarazo (IVE), que reconoce el derecho a interrumpir el embarazo en la semana 14 (pasado ese tiempo el aborto es legal solo en caso de violación o peligro para la vida o la salud de la persona gestante), tanto en centros de salud públicos como privados, con una cobertura integral y gratuita en toda la República Argentina.
Este proyecto fue enviado por el poder Ejecutivo cumpliendo con la promesa de campaña del presidente Alberto Fernández, y llegó junto al Plan de los Mil Días, que propone brindar cuidado y acompañamiento a mujeres embarazadas y reforzar la asistencia sanitaria de los niños y las niñas durante los primeros tres años de vida. Dos proyectos que, unidos, intentan equilibrar la balanza y ablandar a los menos convencidos.

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Los operativos de seguridad comenzaron en la madrugada: las calles cortadas, las vallas de seguridad reforzadas y las fuerzas policiales en la calle. La plaza de los dos Congresos está dividida como dividen a los visitantes y a los locales en una cancha de fútbol. En el medio: la cúpula verde que arbitra entre los dos bandos y se alza alta en el cielo. De un lado de la valla los celestes -se llaman Pro Vida, les dicen antiderechos-, y del otro lado los verdes, las verdes, les verdes: miles y miles de mujeres, lesbianas, travestis, trans de todas las edades, clases sociales y rincones del país que salieron a marchar solas, agrupadas, con amigas, parejas o en familia.

Pasado el mediodía la temperatura está por encima de los 30 grados. Las carpas prestan sus espacios como refugio para el calor mientras circulan botellas de agua y frascos de alcohol en gel. Después de transitar una de las cuarentenas más largas del mundo, esta es la primera manifestación masiva del feminismo que nos reúne en la calle otra vez, con un clima festivo, de reencuentro, y también alentador: hace dos años el proyecto fue aprobado en la Cámara Baja, obtuvo media sanción. Pero con mucha cautela: luego fracasó al llegar al Senado y tuvieron que pasar dos años para volver a encontrarnos acá.

Desde el escenario principal, frente al Congreso, referentes de la campaña dan la bienvenida, celebran este día, agradecen la concentración y piden cuidado y protección entre nosotras. Sus voces se confunden con las de los bombos y los platillos que repiquetean en cada rincón, provocando el movimiento de los cuerpos que saltan y bailan al ritmo de las batucadas. “Quiero descubrir cómo sería mi vida sexual sin la preocupación del embarazo no deseado”, afirma Yanina, una de las pibas que baila en el medio de la multitud. Sobre la Avenida Callao, en la intersección con Bartolomé Mitre, un grupo de chicas juega un picadito en una cancha de fútbol improvisada, sobre calles dibujadas con tiza que dicen, en grande, “¡Que sea ley!”, rodeadas de edificios cuyas paredes hablan a través de grafitis y afiches: “Las ricas abortan, las pobres mueren”.

Las cifras del aborto en Argentina son alarmantes. Diversos estudios afirman que hay alrededor de 450.000 abortos clandestinos por año y, según el Ministerio de Salud, se han producido un total de 39.025 internaciones por aborto inseguro en los hospitales públicos de todo el país (sin contar los privados). A su vez, este ministerio informó que solo en 2018 se produjeron un total de 35 muertes a causa de abortos. Este número incluía embarazos ectópicos, abortos espontáneos, abortos médicos e intentos fallidos de aborto, que en conjunto representaron más del 13 por ciento del total de muertes maternas ese año. Casi todas muertes evitables. La Organización Mundial de la Salud (OMS) señala que la mayor parte de las muertes maternas podrían ser prevenidas a través de “la educación sexual, el uso de métodos anticonceptivos eficaces, la práctica de abortos legales y seguros y la atención oportuna de las complicaciones derivadas del aborto”.

frente al congreso argetino, se ve mucha gente, sobre todo cabezas y brazos, y en el aire hay un humo verde

El verde también tiñó el cielo de Buenos Aires. / Foto: Belén López Peiró

Además, el aborto está penalizado: hay penas de hasta cuatro años de prisión para las mujeres que induzcan su propio aborto o que presten su consentimiento a un aborto practicado por un tercero. Y si bien hay un protocolo para el acceso a la interrupción legal del embarazo, previsto en el artículo 86 del Código Penal, que permite el aborto en casos de violación o de peligro para la vida o la salud de la persona gestante, hay cinco provincias que no tienen protocolos propios ni adhirieron al protocolo nacional, y que aún hoy obligan a las niñas a parir: todos los días siete niñas menores de 15 años son obligadas a parir en territorio argentino.

Comienza a atardecer. El cielo se vuelve rosado y luego violeta hasta que oscurece y la temperatura no desciende y apenas se puede caminar. El brillo de las pantallas ilumina las calles inundadas por la marea. Las que salen de trabajar vienen directo cargando las mochilas en sus espaldas, con los pañuelos verdes colgados de sus cuellos. Los vendedores ambulantes, en su mayoría varones, aparecen por todos lados cantando sus productos. Venden remeras, pañuelos y tapabocas, agua, gaseosas y cervezas tibias. El frío no se consigue: hasta el hielo se derrite. También se huele el humo de los puestos donde se preparan hamburguesas, papas fritas y choripanes.

Una cuadra más atrás, sobre Avenida Callao y Perón, se monta uno de los escenarios de mayor convocatoria, que ofrece shows y música en vivo, con un cronograma repleto de bandas conocidas y celebradas, como Sudor Marika y La Que Te Cumbió. Cuando son las nueve de la noche una dj de rulos y escote se sube al escenario y hace sonar cumbia y reguetón y entonces la manifestación se vuelve ahora sí una fiesta con todas las letras. Hay perreo, hay meneo, hay cuerpos que bailan libres sobre las calles y las veredas, chicas que se besan y se frotan, transpiradas, dejando algunas sus torsos al descubierto para combatir el calor.

El proyecto fue modificado antes de entrar a la Cámara Baja para asegurarse más apoyos también en el Senado. El punto principal tuvo que ver con la objeción de conciencia en las instituciones de salud privadas y de obras sociales: en caso de que todo su personal se declare objetor, será su responsabilidad que se garantice la IVE en otro centro de salud. “Las gestiones y costos asociados a la derivación y el traslado de la paciente quedarán a cargo del efector que realice la derivación”, recoge el texto.

A medianoche la música sigue sonando, la bebida pasa de mano en mano y la distancia social disminuye y el barbijo cae como cae el cansancio en los cuerpos. Algunas empiezan a abandonar las calles para ir a descansar a sus casas y luego volver a primera hora de la mañana, o no, porque hay muchas que mañana tienen que continuar con sus jornadas de trabajo. Otras, por el contrario, se mantienen en sus lugares, sentadas sobre el verde de la plaza o en un rincón de las veredas, equipadas para pasar la noche: bolsas de dormir, mantas, colchonetas, y termos con agua caliente para el mate de la mañana.

La sesión maratónica continúa toda la noche. A medida que pasan las horas, los discursos de los diputados y las diputadas se extienden, superando los cinco minutos previstos, y el horario de votación se retrasa. Los argumentos se repiten, hacia un lado y hacia el otro de las bancas: cuándo inicia una vida; dónde termina el derecho de la madre y empieza el del feto; aborto como un problema de salud pública; preguntas sobre el deseo, la decisión sobre los cuerpos; metáforas sobre la muerte; aborto como homicidio; ¿el aborto tiene clase social?; las pobres no abortan, lo hacen las burguesas de la capital; la importancia de la educación sexual; el juramento hipocrático de los médicos; los comentarios religiosos, las obligaciones morales y los problemas de ética.

“¿En serio creemos que con esta ley estamos ampliando derechos?”, pregunta la diputada Graciela Camaño, de Consenso Federal, y advierte que con esta iniciativa se “lesiona el derecho de la vida a la persona por nacer”. “Se transforma al feto en una cosa, un pedazo de res”, dice y se escucha a lo lejos un eco celeste que celebra sus palabras.

A las seis de la mañana, con un debate que supera las 20 horas, y después del cansancio que supone una noche en vigilia, las militantes celestes y verdes comienzan a despertar a un lado y otro del vallado. Los pañuelos verdes vuelven a sacudirse, los bombos comienzan a sonar y se retoman los cánticos: “Aborto legal en el hospital, aborto legal en cualquier lugar”. La mayoría se acerca a alguna de las pantallas: no se quieren perder el final de la jornada.

La última oradora es la diputada Gabriela Cerruti, del Frente de Todos: “Dejen de hacer del cuerpo de las mujeres el territorio de disputa de aquello que no pude solucionar la economía o la política. El mundo es injusto pero la respuesta no está en nuestro útero”. Las palabras de la diputada son ovacionadas por la marea. “Queremos ser la chispa que prenda una antorcha de una piba que en algún futuro, en algún lugar del planeta, se plante a luchar por otro derecho. Por las pibas que están en la calle, por las pioneras, por las ancestras, pido que pongamos en votación este proyecto y que sea ley”.

A las 7.23 de la mañana, el tablero muestra el resultado de la votación: con 131 votos a favor, 117 en contra y 6 abstenciones, el proyecto IVE avanza un paso más para convertirse en ley. “Resulta afirmativo, se comunicará al honorable Senado”, dice el presidente de la Cámara de Diputados, Sergio Massa, mientras los aplausos retumban hacia adentro y hacia afuera del recinto. Horas más tarde, los diputados y diputadas dan media sanción también el proyecto de los Mil Días con amplia mayoría.
La calle es pura emoción. Hay pañuelos volando en el aire, hay abrazos, hay llanto, hay felicidad, hay esperanza: somos la generación de pioneras, políticas y pibas que se unen para hacer justicia uno de los reclamos históricos del movimiento de mujeres argentino. Ahora queda esperar la próxima cita: el 29 de diciembre el Senado decidirá si el aborto es legal o no en Argentina. Y la marea verde volverá a salir, como siempre, a las calles.


Lee más sobre la lucha de las argentinas:

https://www.pikaramagazine.com/2014/07/el-aborto-en-argentina-un-paseo-por-la-desobediencia/

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