Mujeres Libres: “Hacia horizontes preñados de luz”

Mujeres Libres: “Hacia horizontes preñados de luz”

La creación revista libertaria 'Mujeres Libres' en 1936 supuso el impulso para el nacimiento de la Federación Nacional de Mujeres Libres, en la que la educación fue el pilar fundamental. Cerca de 28.000 mujeres formaron parte de la organización que tuvo 147 delegaciones.

18/11/2020

“Está bien esperar la revolución todos los días; pero mejor aún es ir en su busca, forjándola minuto a minuto en las inteligencias y en los corazones”
Lucía Sánchez Saornil 

foto antigua de un grupo de mujeres

Integrantes de Mujeres Libres. Fotografía realizada en la Federación Local de Mujeres Libres de Barcelona. De izquierda a derecha: Conchita Liaño, Eugenia, Jacinta Escudero, María Carrión, Mercedes Comaposada, Juanita Storach, Pura Pérez, Felicidad, Suceso Portales, Felisa Castro, Lucía Sánchez Saornil, Encarnación Navarro, Apolina de Castro, Mª Teresa Hernández y Soledad Storach.

A la hora de hacer genealogías del feminismo en el Estado español es imprescindible acercarnos al anarquismo y al anarcosindicalismo de finales del siglo XIX y principios del XX, movimientos político-sindicales donde se abordó la cuestión femenina y muchos de los problemas que atañían a la emancipación social, económica y sexual de las mujeres. Desde cabeceras como La Revista Blanca o Estudios se entablaron debates de primer orden a propósito de temas tan dispares como la maternidad consciente, el control de la natalidad, la libertad y la educación sexual, la destrucción de la familia patriarcal y sus jerarquías, los derechos salariales o el papel y naturaleza que las mujeres debían tener en la sociedad nueva.

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Dos tendencias recorrían dichos debates. Por un lado, la corriente influenciada por Proudhon, que relegaba el papel de la mujer a simple “gestatriz y nodriza”, considerándola inferior al hombre. Por el otro lado, y la más extendida en España, la influenciada por Bakunnin, que reivindicaba la plena igualdad de derechos y deberes de mujeres y hombres. De hecho, en el Congreso de CNT celebrado en Zaragoza en mayo de 1936 se adoptó este criterio en el concepto Confederal del Comunismo Libertario.

Tal y como señala Mary Nash, “estas discusiones, junto con la […] campaña en pro de la educación sexual, dieron lugar a la progresiva toma de conciencia de las mismas mujeres quienes, asimilando los principios anarquistas, los aplicaron a su propia situación”. Lo que se tradujo en que, posteriormente, se organizaran numerosas agrupaciones de mujeres anarquistas en multitud de pueblos y ciudades. Por mencionar algunas, en Casas Viejas en 1932 se creó la Agrupación Amor y Armonía, compuesta por María y Catalina Silva Cruz, su prima Catalina, Manolita Lago, Francisca Ortega y Ana Cabezas, que a través de la lectura compartían inquietudes y promovían su propia emancipación como trabajadoras y como mujeres.

Un proyecto más ambicioso

Otra de estas agrupaciones que se creó a principios de 1935 fue la Agrupación Cultural Femenina de Barcelona, compuesta por un grupo de mujeres anarquistas de la CNT que creían necesario abordar la cuestión femenina dentro de los espacios libertarios. Pilar Grangel, Áurea Cuadrado, Nicolasa Gutiérrez, Maruja Boadas, María Cerdán, Apolonia de Castro, Felisa de Castro y Conchita Liaño empezaron a dar conferencias a las mujeres sobre la necesidad de tomar responsabilidades y ser más activas en el espacio orgánico. Eran conscientes de que, a pesar del número tan considerable de mujeres afiliadas a CNT y de su combatividad en las huelgas de los sectores en los que trabajaban, hacía falta más participación. Crearon varias campañas de reparto de pasquines y convocaron un mitin en el teatro Olimpia que tuvo una masiva afluencia.

Mientras tanto, el 18 de septiembre de 1935, el por entonces secretario general de la Confederación Regional Catalana, Mariano R. Vázquez (Marianet), publicó en Solidaridad Obrera el artículo ‘La mujer, factor revolucionario’, en el cual instaba a los hombres de la CNT a tomar conciencia de la importancia de la incorporación de más mujeres a la organización y de la necesidad de que les llegase información sobre el sindicato. Por su parte, Lucía Sánchez Saornil, destacada militante anarcosindicalista, implicada en la huelga de la telefónica de 1931 y secretaria de redacción del diario confederal CNT desde 1933, contestará a Marianet con una serie de cinco artículos titulados ‘La cuestión femenina en nuestros medios’, en los que interpelaba a los hombres a poner en práctica los valores anarquistas en sus propios hogares. Escribirá “¿propaganda en los sindicatos? ¿Propaganda en los ateneos? ¡Propaganda en casa! Es la más sencilla y la más eficaz”, para continuar advirtiendo: “He visto muchos hogares, no ya de simples confederados, sino de anarquistas […] regidos por las más puras normas feudales. ¿De qué servirán, pues, los mítines, las conferencias, los cursillos, toda la gama de propaganda, si no son vuestras compañeras, las mujeres de vuestra casa las que han de acudir a ellos? ¿A qué mujeres os referís entonces?”. Tras un cruce de textos, Marianet invitará a Lucía Sánchez Saornil a escribir una sección en Solidaridad Obrera sobre la cuestión femenina. Ella, sin embargo, lo tenía muy claro; acabará publicando un último artículo ‘Resumen al margen de la cuestión femenina para el compañero M.R. Vázquez’ en el que se vislumbrará un propósito mucho mayor: “No recojo tu sugerencia […] aunque es muy interesante, porque mis ambiciones van más lejos; tengo el proyecto de crear un órgano independiente, para servir exclusivamente a los fines que me he propuesto”.

Así, fruto de la relación de la anarcosindicalista con la abogada y pedagoga Mercedes Comaposada y con la doctora Amparo Poch y Gascón, nacerá en Madrid en mayo de 1936 la revista Mujeres Libres, una publicación periódica de cultura y documentación social, cuyo propósito era el de “encauzar la acción social de la mujer, dándole una visión nueva de las cosas”. El primer número se estrenará con textos, no solo del Comité de Redacción, sino de militantes anarquistas de la talla de Emma Goldman o Antonia Maymón.

Será meses más tarde, tras el estallido de la guerra contra el fascismo, cuando Mercedes Comaposada visite a las compañeras de Barcelona para proponerles formar una agrupación de Mujeres Libres como las que ya habían sido creadas en Madrid y en Guadalajara (esta última gracias a la labor militante de Suceso Portales). Aspiraban a un proyecto mucho más ambicioso aún: la Federación Nacional de Mujeres Libres.

una foto antigua de un grupo de mujeres en pupitres

Instituto Mujeres Libres. Extraída de la revista ‘Mujeres Libres’ número 12.

Hacia la Federación Nacional, hacia la emancipación total

Con la revista puesta en marcha —la cual tenía una amplia difusión y de la que se llegaron a publicar 13 números— y la fuerza enérgica de sus militantes, se propusieron crear una organización autónoma femenina en el seno del movimiento libertario, objetivo que las diferenciaba del resto de tendencias políticas. Tal y como se lee en su folleto Cómo organizar una Agrupación Mujeres Libres, aspiraban a:
1. Emancipar a la mujer de la triple esclavitud a que generalmente ha estado y sigue estando sometida: esclavitud de ignorancia, esclavitud de mujer y esclavitud de productora.
2. Hacer de nuestra organización una fuerza femenina consciente y responsable que actúe como vanguardia de la revolución y
3. Llegar a una auténtica coincidencia entre compañeros y compañeras; convivir, colaborar y no excluirse; sumar energías en la obra común.

La educación fue el pilar fundamental que pusieron en marcha para conseguir sus objetivos. Como anarquistas sabían que a través de esta se podía capacitar e instruir a las mujeres obreras para romper con sus tres esclavitudes. En Madrid y Valencia se crearon los Institutos de Mujeres Libres y en Barcelona el Casal de la Dona Treballadora, donde se impartían clases gratuitas de diversas materias como alfabetización básica y cultura general, historia, literatura, matemáticas o aritmética, y enseñanzas superiores como contabilidad o anatomía. También impartían formación profesional para que las mujeres optaran a un trabajo que les otorgase ingresos y a través del cual contribuir en la guerra y en la revolución; de ahí las escuelas de transporte, electricidad, redacción, enfermería o mecanografía. En la zona antifascista también pusieron en marcha programas educativos, así como bibliotecas. Y por supuesto, recibían una amplia educación sindical.

A través de la maternidad consciente y el neomaltusianismo, cuyo objetivo era reducir el número de nacimientos, buscaban una mejora en la calidad de vida de las familias obreras. Pusieron en marcha programas educativos para que las madres estuvieran informadas sobre sus cuerpos y su sexualidad, transmitiendo también una información sanitaria básica. Otro de los proyectos fueron los Liberatorios de Prostitución, que partían del análisis de que eran las mujeres sin recursos y sin capacitación las que se veían abocadas a ejercerla. Sabiendo que estas mujeres eran vulnerables, se les dio la oportunidad de instruirse para ejercer otros trabajos, ofreciéndoles apoyo y acompañamiento. Desde luego, la sociedad nueva debía abolir, también, esta práctica.

Conchita Liaño señala que Mujeres Libres consiguió agrupar los esfuerzos de los grupos de mujeres aislados que luchaban por el mismo ideal en todas las regiones de España. Así, con un tejido cada vez mayor, se crearon agrupaciones locales, provinciales y regionales, replicando la estructura confederal de la CNT. En cada una se contaba con Sección Administrativa del Comité, formada por una Secretaria, Vicesecretaria, Contadora y Tesorera; Sección de Asistencia Social; Sección de Asistencia al Combatiente; Sección de Trabajo; Sección de Cultura; y Sección de Propaganda. Cerca de 28.000 mujeres formaron parte de la organización.

En agosto de 1937 tuvo lugar en Valencia la celebración de su primer Congreso Nacional. En él se sentaron las bases de la organización. Se implantaron, al menos, 147 delegaciones repartidas por toda la zona antifascista: Región Centro-Madrid, Guadalajara, Ciudad Libre (nombre que adoptó Cuidad Real en la guerra), Cataluña, Levante, Aragón, y algunas ciudades de Andalucía. También se crearon delegaciones en el extranjero, como en Portugal, Francia, Polonia, Argentina o Inglaterra, pretendiendo conseguir una organización peninsular e internacional.

una página de la revista Mujeres Libres

Montaje extraído de la R
revista ‘Mujeres Libres’ número 12.

Hay que tener en cuenta que su actividad fue variando dependiendo de los momentos que vivieron. De hecho, tras el Congreso mencionado decidieron actuar en dos direcciones: seguir con la formación revolucionaria de la mujer y contribuir decididamente al esfuerzo de guerra. De este segundo acuerdo surge la estrecha colaboración que Mujeres Libres tuvo con Solidaridad Internacional Antifascista (S.I.A.), organización de ayuda humanitaria perteneciente al movimiento libertario.

Arremangarse y escarbar en la historia

En 2018 se inauguró la exposición ‘Mujeres Libres: precursoras de un mundo nuevo’, comisariada por Sonia Lojo, en la cual a través de 16 paneles nos acercamos a los antecedentes, orígenes, finalidades y prácticas de esta organización. Un acertado trabajo de investigación y divulgación que se aproxima al quehacer cotidiano del conjunto de la federación. Sin embargo, es preciso hacer trabajos locales que rescaten la memoria olvidada de muchos de nuestros pueblos y barrios.

Uno de estos trabajos de recuperación es sin duda el realizado por Aurore E. Van Echelpoel y Francisco J. Cuevas, que han publicado el libro Mujeres libertarias en Jerez. El Sindicato de Emancipación Femenina (Calumnia Edicions, 2020). Gracias a la fotografía que aparece en el número 2 de Mujeres Libres, les siguen la pista a las 1500 mujeres que se organizaron en un sindicato exclusivamente femenino y en el que estaban representadas obreras de la aguja, muchachas del servicio, empleadas del comercio o de fábricas de precintos, entre otros sectores. María Luisa Cobo Peña tendrá mucho que ver en este hito. Afiliada a CNT, desde 1931 fue una militante activa en la localidad, llegando a pronunciar numerosos mítines, participando en huelgas y movilizaciones, o formando parte de la lucha de los inquilinos contra los desahucios por impago de alquileres. Durante la guerra participará en la Agrupación Mujeres Libres de forma activa, llegando a cartearse con Lucía Sánchez.

Desde luego, haciéndonos eco de las palabras de Nash, son las masas anónimas las que hacen la historia. Y aunque ese anonimato sea imposible de revelar en muchas ocasiones, en otras solo hace falta arremangarse para descubrir esas pequeñas historias que componen la Historia. Es importante que no caigan en el olvido.

Horizontes preñados de luz

Mujeres Libres creía en un mundo nuevo, en la creación de una sociedad que rompiera con toda jerarquía. Estaban convencidas de que, a través de la organización, la solidaridad, el apoyo mutuo, la acción directa y el anarcosindicalismo, podrían conseguirlo. Pusieron todo su empeño en asestar el golpe final al capitalismo en todas sus manifestaciones. Contribuyeron a ello antes de la guerra y también en esta. Estuvieron en el frente y en la retaguardia. Formaron parte de las colectividades agrarias y de la colectivización de las fábricas. Escribieron para generar consciencia de cara a un nuevo porvenir. Además sensibilizaron sobre sexualidad, amor libre, libre elección de las mujeres para ser quienes quisieran ser. Nadie pone en duda que su contribución a la revolución social fue indispensable.

Pienso que muchos de los colectivos y organizaciones feministas que luchan cada día, tanto a escala estatal como internacionalmente, contienen esos rayos de luz que ellas proyectaron hacia el horizonte. Entender estas experiencias del pasado nos puede ayudar en el presente. Y como ellas mismas entonaban en su himno:
Puño en alto mujeres del mundo
hacia horizontes preñados de luz
por rutas ardientes
los pies en la tierra
la frente en lo azul.

Seguimos.

 


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