Un ciudadano ejemplar

Un ciudadano ejemplar

La actriz y cómica Asaari Bibang se estrena en Pikara Magazine con un maravilloso texto en verso.

30/09/2020

Ilustración de Emma Gascó.

Hacer las cosas con buena intención
no es garantía de hacerlas bien.
Porque la forma en la que hacemos las cosas,
tiene mucho que ver
con las ideas que tenemos asumidas
de forma consciente o inconsciente,
tiene que ver con nuestra educación,
con nuestras alegrías y decepciones.

Tiene mucho que ver con nuestro imaginario.

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Recuerdo que cuando era niña
se estilaban esos anuncios de ONG’s
con todos los reclamos:
niños negros famélicos, sucios y con mocos,
una imagen cenital de un pueblo de chabolas,
lluvia, barro,
madres negras semidesnudas amamantando,
las moscas, ¡como no!
Un mapa de África con un montón de puntos rojos
y el 7225 donde podías enviar la palabra SIDA , para ayudar.

La intención sería buena,
pero debido a la imagen que proyectaban
de niños y niñas negras como yo
en el cole me llamaron “sidosa” en más de una ocasión
y gritaban que mi mamá no tenía dinero.

Y no tenía dinero, en efecto.
Como no lo tenía ninguna de las familias
del barrio humilde de Barcelona en el que vivíamos,
la diferencia es que no había ningún anuncio
que reforzara esa idea
ni les estigmatizara hasta el punto
de que calara en el imaginario
de niños y niñas de 10 años.

Resulta complicado exponer o compartir estas
situaciones de violencia,
porque en cuanto una persona negra
abre la boca para hablar de racismo
se la tacha de desagradecida, agresiva,
victimista, o, mi favorita, resentida.
Por contra, una persona blanca
con el mismo discurso
es concienciada y bondadosa.
Nuestros argumentos no son válidos
hasta que una persona blanca
refrenda nuestras palabras
sale en nuestra defensa y “nos da voz”
o dicho de otro modo:
nos salva.

Desde que el mundo es mundo
a las personas del sur global
se les ha inculcado la falsa idea
de que no pueden salvarse solas
que debemos tolerar
el paternalismo y el tutelaje,
el utilitarismo y el intervencionismo
de aquellos que ocupan los espacios
que permiten cambiar las cosas,
pero no las cambian.

Podría hablar de volunturismo,
del negocio y la romantización de la pobreza,
de las agencias que viven de explotar
las carencias de niños “huérfanos”,
la experiencia de la “vida tercermundista”,
y cómo se denomina así
a todo estilo o filosofía de vida
que diste de lo que occidente
considera civilizado.
Podría hablar de todas aquellas personas
que tratan con desconfianza y desdén a su vecino negro
pero muestran con orgullo
su amistad con la tribu Masai Mara
de su viaje a Kenia.
O sus fotos con menores negros
vulnerando sus derechos de imagen,
su derecho a la intimidad
esos niños que “solo necesitan amor”
como si el único amor válido
fuera aquel que les visita una semana
y les regala cosas que nunca han tenido.
Fotos que monetizan en sus redes sociales
mientras esos niños negros
siguen siendo “ felices con tan poco”.
Personas blancas que se exfolian el expolio
y la culpa que les produce su privilegio
a golpe de frases de Mr.Wonderful.

¿Y qué prefieres, que nadie ayude?
-Hay personas que invierten su tiempo
y mucho dinero en ayudar en África.

Me recriminan.

¡Y me parece perfecto!
Siempre y cuando se entienda
que los problemas de África
que pretenden solventar con su tiempo y su dinero
son la consecuencia de años
de colonización, vasallaje, dominio y opresión.
Que en esas tierras ya se ha rendido pleitesía
y se ha glorificado
la supuesta filantropía
de personas que siempre acaban
arrebatando demasiado a cambio.

Siempre he pensado que la bondad es humilde,
es sigilosa y discreta.

Y mientras esto no se entienda
los Gerard Butler del mundo
seguirán estando lejos de ser,
un ciudadano ejemplar.

 


Especial #PikaraLab
Este contenido se enmarca en ‘Feminismo desde mi piel’, una colaboración con Mujeres con Voz y Calala Fondo de Mujeres. Financiado por el Gobierno Vasco
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