Volver sobre nuestros pasos. Balbucear el proyecto

Volver sobre nuestros pasos. Balbucear el proyecto

"La Razón eurocentrada presentándose a sí misma como la única existente nos ha despreciado, ha despreciado nuestros cuerpos, nuestra lengua, nuestros modos de hacer y recrear el mundo, ha invalidado nuestras formas de experimentarlo y hacerlo posible", escribe Yuderkys Espinosa Miñoso.

15/07/2020

“La imaginación anticolonial no es una reacción subjetiva al futurismo colonial, es un futuro anti-colono.
Nuestros ciclos vitales no son lineales, nuestro futuro existe sin tiempo. Es un sueño no colonizado”.
Manifiesto Indígena Antifuturista

“que se sepa
este placer vivo que me habita como
un bosque
y por fin se grite
mi secreto
desandar”
Yuderkys Espinosa Miñoso, La ciguapa

 

Mis últimas investigaciones han estado enfocadas en documentar, desde lo que propongo como genealogía de la experiencia, la colonialidad del feminismo imperante y más difundido. Espero que se entienda lo que quiero decir con esto: en pocas palabras, mi interés de los últimos años se ha centrado en mostrar el profundo compromiso del feminismo con el programa de la modernidad occidental, por tanto, su eurocentrismo y profundo racismo.

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Demostrar el compromiso del feminismo con la modernidad occidental, con el eurocentrismo y con el orden racial que sigue hoy condenando a pueblos enteros y que pone en riesgo la posibilidad de la vida misma no ha sido una tarea fácil, sobre todo para quienes nos hemos obstinado en denunciar y enfrentar el problema desde posiciones habitadas por la deshumanización y, por tanto, por la ilegitimidad. No ha sido fácil hacernos escuchar, hacer valer nuestra capacidad de producción de pensamiento ante la prepotente razón feminista que se impone como verdad universal e inefable. Este proyecto investigativo y de denuncia se ha mostrado inmenso y amplio, pero también un fascinante viaje de ida sin retorno. Nos ha requerido dedicarnos a la titánica tarea de revisión de todo el marco de interpretación producido por occidente y por la teoría feminista, incluyendo su programa de liberación.

En el camino hemos crecido, hemos madurado, nos hemos percatado que nuestra rabia está no solo llena de dolor sino de esperanza. Un profundo amor por nosotras mismas y por las vidas condenadas de la modernidad nos alienta. Nuestro grito ha resonado sobre la noche oscura esperando respuesta, reparación. Pero entonces nos hemos dado cuenta: el advenimiento del posible fin de un tiempo nos acecha. El contexto actual da muestra de la cara más destructiva del modelo de muerte, así como de su agotamiento.

Entonces, nos vemos ante la urgencia del salto. Si ya tenemos, al menos una parte, del diagnóstico de nuestro tiempo habrá que pensar la enmienda, la reconstitución de cuerpo territorio fragmentado, vulnerado. ¿Es esto posible aún? Del proyecto de crítica debería emerger el proyecto de reparación, la política que nos devuelva el sentido perdido del mundo. Si este presente espeluznante es ya el futuro del sueño proyectado de la modernidad, si es su desenlace; si como ya han profetizado las sabidurías ancestrales ya no hay un haciaadelante, si adelante ya no hay nada, ¿qué nos queda? ¿La idea de futuro se desvanece en el aire? ¿Hacia dónde caminar cuando la flecha recta del tiempo cae a nuestros pies sin el viento tan proclamado de la historia?

Quizás una buena respuesta es la que nos brindan diferentes ontologías relacionales aún vivas en Abya Yala. Ellas hablan por lxs muertxs, hablan invocando la memoria de los y las abuelas, cantan una memoria de relatos que nos recuerdan el camino que habremos de seguir para hacer de otro modo. Este saber acumulado nos obliga a detenernos, a aminorar la marcha para que los espíritus del río, del monte y la selva, los viejos apus guardianes de la vida nos hablen. Ellos nos dicen: el horizonte, contrario a lo que nos ha inculcado toda la narrativa occidental, no está al frente. Hace rato lo hemos dejado atrás y nos hemos perdido en un caminar compulsivo hacia delante, un caminar que nos lleva hacia el abismo. Es el retorno, es en la vuelta el gesto necesario para un programa de liberación que repare y restituya lo roto. La política que nos toca debe ser repensada a la luz, o mejor dicho, bajo el manto de oscuridad donde han sido confinados los proyectos de mundo de los condenados bajo el imperio de las luces de la Razón. Desde la alcantarilla el mundo se revela de otro modo.

Durante siglos, generaciones de lxs nuestrxs han sido masacrados a nombre de la Razón y la civilización. La Razón eurocentrada, presentándose así misma como la única existente, nos ha despreciado, ha despreciado nuestros cuerpos, nuestra lengua, nuestro modos de hacer y recrear el mundo, ha invalidado nuestras formas de experimentarlo y hacerlo posible; sobre este epistemicidio sistemático ha impuesto globalmente su propio modelo de organización de la vida. Ese modelo jerárquico, autoritario, extractivista, consumidor y depredador de todo lo existente, patriarcal, racista, prepotente ha sido ya denunciado tantas veces, desde dentro y desde fuera, que ya no debería quedar dudas de su imposibilidad de brindarnos alguna salida colectiva a la dominación y la destrucción de la vida toda.

¿Es posible acabar con la supremacía blanca (hetero)patriarcalista? En caso que así lo creyéramos, ¿cuál política sería la que lo haría posible? ¿Los proyectos políticos en los que estamos inmersxs qué presente ayudan a construir? ¿Hacia dónde nos conducen? Deberíamos recordar siempre: “Dime el presente que construyes y te diré el futuro que sueñas”.

Si he visto y denunciado con muchas otras el racismo implícito de la política de género y sexualidad feminista, veo con preocupación un movimiento negro tan centrado en la identidad que se olvida de la crítica radical al capitalismo y a la modernidad y a la necesidad de producir o recrear apuestas más allá del sistema mundo- moderno. ¿Hay un más allá del capitalismo y la modernidad? Por supuesto que sí, yo lo he visto con mis propios ojos, lo he visto en los ojos de quienes aún anteponen sus cuerpos contra las maquinarias de destrucción. Hay muchos proyectos de vida, muchos proyectos de mundo aún resistiendo el embate del modelo occidental. Se trata solo de ejercitar los sentidos, de dejarnos sorprender, de no dar por ciertas todas las verdades de la ceguera moderna. De no condenarlos a la inexistencia.

Cuando hoy miles salen a marchar por el asesinato sistemático de varones, mujeres y personas trans racializadas (negras e indígenas), se hace necesario el debate sobre el proyecto político donde este genocidio no seguiría ocurriendo, donde las vidas negras/indígenas/racializadas importen. Las políticas públicas afirmativas, la redistribución de recursos, la profesionalización, el acceso a escaños de poder, el derecho a la riqueza y al consumo se nos presentan como ejes centrales de la lucha feminista y antirracista, pero ¿es posible obtener un mundo de justicia para todas las mujeres, varones, sexualidades y géneros no normativos dentro del mismo orden capitalista moderno que nos produce como grupos subalternos? Por supuesto podrán beneficiar algunes, pero no todes. Quizás habrá justicia y beneficios para un pequeño grupo, pero no nos engañemos, nunca será para todes. No debemos olvidar que el orden moderno produce un orden de jerarquización de lo existente sobre el que se funda el capitalismo. La generación de plusvalía que permite la acumulación de riqueza, el consumo y el estilo de vida hoy deseado por millones de personas en el planeta se obtiene de las vidas sacrificadas por el modelo; vidas humanas y no humanas, vidas racializadas e inferiorizadas.

Para mucha de nosotras esta consciencia nos ha crecido con el feminismo negro, con las luchas indígenas y campesinas, con las luchas anticoloniales y la crítica descolonial antirracista. El acceso de la mujer blanca o de la persona racializada al poder no es objeto de celebración al menos que muestre su compromiso con las grandes mayorías condenadas del mundo. Y es por esto que no podemos celebrar tan fácilmente las vidas de mujeres o personas negras que se nos muestran como exitosas dentro del modelo capitalista, tal como nos lo proponen las imágenes de Hollywood o los programas del feminismo y la lucha afrodescendiente liberal. No podemos olvidar que estas narrativas de triunfo son parte de la estructura que condena y seguirá condenando a millones y millones de personas en todo el mundo, es la misma estructura que seguirá sosteniendo el racismo estructural. Por el contrario un proyecto descolonizador tendrá como grandes referentes a lxs líderes comunitarixs luchando en contra del avance del proyecto extractivista, depredador, genocida, occidental.

El tipo de política que atenta contra la continuidad del racismo y del patriarcado es una que hace y recrea en el día a día un presente de justicia y hermandad entre todo la vida existente. El proyecto de un mundo posible más allá del modelo capitalista racial y patriarcal no está por inventar, no es una invención del presente; aunque se habite en el presente se alimenta de la memoria del pasado. Es un hacer cuyo gesto es el giro de cabeza, una política centrada en la memoria y en la consciencia del lazo de la vida. Busca hacia atrás lo desechado por la modernidad y con esto reconstruye la posibilidad del buen vivir. Su guía no es la de aquella única de su grupo que triunfó dentro del modelo sino la cimarrona que despojada de toda riqueza material evoca, sueña y rearma una comunidad de vida y disfrute en relación. Su felicidad no está en competir, sobresalir, acumular sino en la tarea compartida, en el trabajo para la comunidad de la cual forma parte, su realización personal está en aportar al bien común: sembrar, preparar los alimentos, cantar a los espíritus de la noche y del día, del viento y de la lluvia, de la vida y de la muerte, disfrutar la belleza que le rodea, bailar a la luz de la luna, todo ello forma parte de su hacer liberador. Cada pequeña tarea que permite celebrar la vida y hacerla posible hace parte del proyecto descolonizador.

La cimarrona sabe luchar a dos niveles: no es posible atentar contra el sistema que la condena si al mismo tiempo que levanta la voz y se pronuncia contra la injusticia no hace ese trabajo de volver a casa o de quedarse en ella aun frente al proyecto arrasador. La casa de la que la arrancaron ha sido destruida, pero solo en parte, con las simientes y con la memoria se dispone a reconstruir el proyecto de sociedad soñado por sus antepasados. La cimarrona no está sola, no se libera sola, ella es con otras, con otros, con otres. Su devenir es en la relación. Ella estará bien cuando todes estemos bien. La cimarrona sabe: como la ciguapa el proyecto alternativo consiste en desandar.

 

Especial #PikaraLab
Este contenido se enmarca en ‘Feminismo desde mi piel’, una colaboración con Mujeres con Voz y Calala Fondo de Mujeres. Financiado por el Gobierno Vasco

 

 

 

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