No, la maternidad no siempre compensa

No, la maternidad no siempre compensa

Reseña personalizada del libro ‘Madres arrepentidas’, de Orna Donath.

Texto: Clara Calbet
01/07/2020

Portada ‘Madres arrepentidas’.

Una amiga del trabajo me preguntó qué estaba leyendo. Su cara alegre, interesada, cambió por completo cuando le dije el título del libro. Su semblante se volvió serio, afectado, quizás preocupado. Su reacción tenía múltiples interpretaciones: es un tema tabú, afecta a la sociedad, ¿le afecta directamente a ella?, es un tema no resuelto, es castigable o vergonzoso… La única interpretación que no era posible era la indiferencia.

No, no es un tema banal. No deja indiferente. Y, sin embargo, no se habla de ello. Se esconde, se oculta. ¿A cuántas madres habéis oído decir que se arrepentían de su maternidad?

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A medida que avanzaba entre las páginas de Madres arrepentidas iba descubriendo las entrañas de un mundo para mí muy desconocido hasta entonces. Esto, sumado a la poca visibilización de la temática, creó en mí la necesidad de comentar el tema en mis círculos sociales. Pude comprobar, entonces, que no era la única que desconocía la realidad de las madres arrepentidas, que hay mucha desinformación, y que sigue siendo un tema tabú, silenciado y ocultado en nuestra sociedad. Más preocupante aún: negado.

Por eso creo que es necesario que se hable del tema, y que haya libros como el de Orna Donath, que dan voz a madres que preferirían no haber tenido a sus criaturas. ¡Meeec! La alarma acaba de saltar en unas cuantas lectoras. Es necesario, pues, aclarar un concepto (en mi opinión, es uno de los “malentendidos” más perjudiciales): arrepentirse de ser madre no implica no querer a los hijos e hijas. Son dos cosas independientes, que a menudo no coinciden. Las protagonistas del libro, participantes en el estudio de la socióloga israelí, separan cuidadosamente estos dos hechos, puesto que sienten que sus criaturas “son maravillosos”, “le amo muchísimo”, “las adoro”, “tengo un hijo increíble”…

“… [mis hijos] son personas increíbles. Veo en ellos un potencial humano asombroso. Son personas encantadoras, con talento, belleza, bondad… No tiene nada que ver con eso. Es que no es donde quiero estar. (…) Creo que para mí ser madre no es la opción acertada. La condición de progenitor no es para mí la elección racional y apropiada, y no porque sea incapaz de ser madre, sino porque no va conmigo. No forma parte de mi identidad”.

Según explica Donat, que ha estudiado extensamente la temática, otro de los estigmas que sufren las madres arrepentidas es que les atribuye una actitud de indiferencia, hostilidad, negligencia y hasta violencia hacia sus hijos. De nuevo, se trata de hechos independientes. Las participantes del estudio cuentan cómo se han responsabilizado y no han desatendido a su hijas e hijos: “Quiero que sean felices (…) ellos no tienen la culpa de lo que me ha pasado a mí, no tienen por qué llevar esa carga”. “Lo he traído al mundo y ahora tengo una responsabilidad enorme, y no pienso renunciar a ella. Me preocupo realmente por criarlo en la medida de mis posibilidades, al menos según mi criterio, aunque eso pase factura, sin duda.”

“Soy una madre para la que sus hijos son importantes, los quiero, leo libros, busco consejo profesional, intento hacer lo posible por darles una educación mejor y mucho amor y cariño. […] Pero aun así odio ser madre. Lo odio. Odio este papel, odio ser la que tiene que poner límites, la que tiene que castigar. Odio la falta de libertad, la falta de espontaneidad. Las restricciones que supone,…”.

Hay distintos motivos que hacen que a algunas mujeres no les guste ser madres. Pueden estar relacionados con el rol en sí, el papel de madre. También pueden sentir la maternidad como una molestia, y “desearían eliminarla porque preferirían dedicar su tiempo y sus recursos a otra cosa” como, por ejemplo, la carrera profesional. Aunque también hay otras inquietudes, preferencias o necesidades: artísticas, intelectuales, culturales, de voluntariado. Como dice una de las entrevistadas, “más bien es una cuestión de tener que renunciar a mi vida. En lo que a mí respecta, es una renuncia demasiado grande”.

Algunas de las mujeres que participaron en el estudio decidieron ser madres porque se creyeron el mandato con el que bombardea constantemente la sociedad, ya sea a través de la televisión, el cine, la publicidad… o a través del propio círculo social: ser madre es el camino, el único camino posible, es TU camino, lo que se espera de ti. Y, además, es maravilloso (siempre), te hace sentir completa (siempre), te realiza (siempre), compensa (siempre) y acabas siendo más feliz (siempre).

Pero no. No siempre es así. No siempre compensa. No siempre es un cuento de hadas, con final (y camino) feliz. Los numerosos testimonios recogidos en Madres arrepentidas muestran una realidad mucho más diversa.

“Cuando veo a Ofek tan mayor, hecho ya un hombrecito (…) Pero no creo que esos momentos compensen todo por lo que una pasa.”

“No me identifico con ninguna de las cosas que dice la gente (…) Para mí no es más que una carga insoportable (…) si no hubiera tenido hijos, mi vida sería mucho mejor. No tengo la menor duda.”

Una última ventaja de seguir la “norma”, bastante significativa, es que “en el fondo, [ser madre] te libra de tener que disculparte por elegir un camino muy distinto.” Por si fuera poco, hay otro elemento que entra en juego e incide en la eficacia del mensaje: si no tienes hijos, te arrepentirás.

Lo más perverso del conjunto es que, mientras la sociedad va haciendo este juego de promesas, advertencias y amenazas, la otra cara permanece silenciada. Y si no se oyen las voces arrepentidas, se transmite la idea de que, en realidad, no existen.

Falta información, se transmite una fotografía incompleta en un entorno de coacciones, ideologías y control social a menudo fuertemente influyente. La elección de ser o no madre, entonces, no está siendo libre.

Algunas feministas actuales que acaban de llegar a la maternidad están alzando la voz para denunciar lo duro que es ser madre en esta sociedad patriarcal y exigente. Es injusto e indignante. Se espera de ellas que sean buenas madres, buenas parejas, buenas amigas, buenas profesionales, que se ocupen de la familia y el hogar (y todo esto encorsetado en unos ideales de belleza irreales). Las condiciones pueden influir mucho a la hora de vivir una “buena” maternidad, y seguramente para muchas madres sería mucho más agradable. En este sentido, toda la sociedad debería asumir su parte de responsabilidad. Pero aun así, más apoyo familiar y social, soporte económico, u otras facilidades y ayudas no siempre se traducirían en una vivencia positiva de la maternidad, puesto que no se trata solamente de esto, no son los únicos factores que llevan al arrepentimiento.

Por esto es importante visibilizarlo, para que las mujeres que podrían tener hijos dispongan de más información (y no sesgada) antes de tomar la decisión. Hay distintos motivos que llevan a las mujeres a ser madres. Entre los testimonios recogidos por Donath, algunas lo decidieron sabiendo, a priori, que no les gustaría (es decir, lo hicieron por presión social). Otras lo hicieron convencidas de que querían. Entre ellas, las hay que lamentan que no habrían dado el paso si hubieran tenido más información.

Porque de esto se trata, no de alarmar a las mujeres, sino de que puedan hacer una elección libre, tomada sin la amenaza de sanciones ni castigos, y con una reflexión real sobre los costes, beneficios y efectos que puede suponer.

Esta “reseña customizada” es un esbozo parcial de Madres arrepentidas. El libro abarca, con detalles, testimonios y análisis, muchos más aspectos del hecho de arrepentirse de la maternidad. Es muy recomendable tanto para mujeres en edad fértil, como para madres (arrepentidas o no), como para otras personas, que podrán tener algún elemento más para comprender realidades sufridas y ocultadas.

 

*Nota de la autora:  He escrito esta reseña desde mi condición de no-madre. Me gustaría dejar claro que siento un profundo respeto y admiración hacia todas las madres.

 


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