Siete décadas de confinamiento en Palestina

Siete décadas de confinamiento en Palestina

A pesar de la paralización mundial por la pandemia de la Covid-19, las políticas de ocupación y hostigamiento de Israel contra la población palestina no han cesado. Empresas israelíes están aprovechando para vender a otros países sus técnicas de vigilancia digitales, según diversas fuentes.

22/04/2020

Una de las carpas para atender a casos de Coronavirus en el hospital de Health Work Committe en Hebrón. / Foto: Cedida por Health Work Committe

Una calle, o algo parecido, retorcida y maltrecha. Sin asfaltar. Casas milenarias, dignas de museo, a un lado. Una valla blanca al otro lado. Unos metros más allá, una calle amplia. Bien asfaltada. Y con garitas militares cerca de la mezquita de Ibrahim, lugar venerado por la población judía. Una puerta, y una bocina que berrea incontrolable cuando alguien la abre, separan el barro del hormigón. Incluye una luz roja, cual alarma contra el fin del mundo. Es Hebrón, ciudad palestina, pero controlada por militares de Israel.

Para ir a su colegio, de hecho para cualquier cosa, unas criaturas que viven en las antiquísimas casas pasan por esa puerta a diario. Varias veces al día. Un apocalipsis insoportable de ruido y luces. Israel sabe milimétricamente cuándo se mueve alguien en Palestina, incluso en zonas que no están bajo su vigilancia militar oficial.
El control de la ciudadanía es una estrategia que el Gobierno israelí lleva décadas practicando en Cisjordania y en los accesos de entrada y salida de Gaza. Por eso, la situación de confinamiento por la pandemia global de la Covid-19, aunque novedosa por el motivo, es un ejemplo de lo que el pueblo palestino lleva viviendo desde la creación del Estado de Israel en 1948. “Nos vigila el ocupante, y ahora el ocupante y el Gobierno palestino. La situación no ha cambiado mucho”, resume Juani Rishmawi, trabajadora de administración en un hospital de Health Work Committe, en la ciudad de Beit Sahour, pegada a Belén.

suscribete al periodismo feminista

Desde la organización palestina Stop the Wall sostienen que, “viviendo bajo una ocupación colonial”, los palestinos están “acostumbrados a estados constantes de encierro, restricciones a la libertad de movimiento y medidas de vigilancia”. Este colectivo envió el pasado 25 de marzo un comunicado denunciando cómo Israel estaba aprovechando la situación de emergencia sanitaria para intensificar sus habituales prácticas de anexión, apropiación de tierras y expulsión del pueblo palestino. Y no solo eso, sino que los avanzados sistemas de vigilancia o espionaje israelíes han encontrado el contexto para extenderse.

“Durante 2019 se avanzó inmensamente en el control digital de todos y cada uno de los permisos que se conceden a personas palestinas que viven en Cisjordania para poder ir a Jerusalén. Se han aplicado medidas de reconocimiento facial y huella dactilar para estos procesos, automatizándolos aún más y dejando un registro exhaustivo de cada movimiento que realiza una persona: hora, lugar, frecuencia, etc… En Palestina están acostumbrados a estos abusos y violaciones de los derechos fundamentales”, explica a este medio Elisabeth Masero, cooperante extremeña que lleva más de tres años viviendo en Palestina.

Esta cibervigilancia previa la confirman desde Stop the Wall: “Hemos sido el laboratorio del sistema de vigilancia israelí desde hace tiempo. De manera inquietante, la pandemia de Covid-19 está abriendo un mercado global para que Israel exporte la peor de sus técnicas de vigilancia al resto del mundo. El NSO Group, la compañía israelí de tecnología cibernética con estrechas relaciones con la principal unidad de espionaje militar del país, la Unit 8200, puede ser el mejor ejemplo. Se ha hecho mundialmente conocido por su malware de piratería y espionaje Pegasus, un software que ingresa a los teléfonos y los transforma en dispositivos de espionaje y ha sido utilizado por algunos de los gobiernos más represivos del mundo para atacar a defensores de derechos humanos y periodistas. Ahora está promoviendo su tecnología como una herramienta para prevenir la propagación de la pandemia”. Una reciente información de la BBC explica de que NSO Group está en conversaciones con gobiernos de todo el mundo para vender su software como herramienta para luchar contra el coronavirus.

Sistema de control de la población en Hebrón. / Foto: M.A.F.

Casos controlados

Rishmawi lleva más de 50 días recluida en casa, sin ir a trabajar. Al ser una persona de riesgo se confinó antes de que lo ordenara, el día 22 de marzo, la Autoridad Palestina. “Las medidas han sido drásticas desde el principio, nuestra sanidad no es muy fuerte”, explica en una entrevista realizada por correo electrónico. “Al estar bajo ocupación hay que seguir muy de cerca la situación en Israel y las medidas que toma tanto para su ciudadanía como para la población ocupada”, explica Masero. El lunes 20 de abril había 329 casos confirmados de coronavirus, dos muertes y 69 personas recuperadas en Cisjordania. En la Franja de Gaza hay 13 personas enfermas.

Los casos se van controlando, vamos bastante mejor de lo que esperaba. Nuestras clínicas han instalado anexo unas tiendas para atender los casos de Covid o sospechosos y así atender a los pacientes de cada día en los centros. De momento, sí hay capacidad, pero no sabemos en un futuro”, añade Rishmawi. A pesar de que mucha población vive hacinada en campos de refugio y de que el acceso al agua es una quimera.

Según explican las personas entrevistadas, a pesar de la paralización mundial, las políticas de ocupación y hostigamiento de Israel no han cesado. “Las políticas de ocupación continúan (detenciones, redadas nocturnas de las fuerzas militares, demoliciones de casas, etc.), los trabajadores palestinos que van a Israel a trabajar han vuelto muchos contagiados por el elevado número de casos en Israel (más de 12.000) y por la falta de medidas preventivas para la población árabe en Israel, así como para los prisioneros palestinos en cárceles o centros de detención israelíes, para quienes no se han dispuesto medidas de distanciamiento o de materiales de higiene y limpieza”, añade Masero, trabajadora de la oenegé Paz con Dignidad.

El 22 de marzo, pocas horas antes de que entrara en vigor la cuarentena adoptada por la Autoridad Palestina, militares israelíes mataron a Sufyan Al-Khawaja, según informa Stop the Wall, en un checkpoint construido en tierras confiscadas.

En Cisjordania hay más de 600 chekpoints, una de las estrategias usadas por el Gobierno de Israel para controlar el movimiento de la población palestina dentro de territorio palestino. En ellos trabajan 7000 militares que, entre otras cosas, recopilan datos de la gente que pasa, según información obtenida en un viaje de trabajo a los territorios ocupados con la oenegé Sodepaz en 2018.

La ocupación de Israel no para

“La ocupación israelí intensifica su opresión en medio de la propagación de la pandemia, particularmente en el Área C, donde los ataques de los colonos se han intensificado y se están construyendo nuevos puestos avanzados. Este régimen está utilizando esta crisis global para preparar el escenario para la anexión de tierras palestinas”, explican a Pikara Magazine desde Stop the Wall.

Los acuerdos de Oslo, firmados en 1993, dividen Cisjordania en tres zonas. La zona A está bajo control total de la Autoridad Palestina. La B tiene la administración palestina, pero seguridad israelí. Y la C, la más amplia, cuenta con administración y seguridad israelíes, aunque el territorio es palestino. Más allá de la división por áreas, el Ejército de Israel controla todo el territorio de Cisjordania, como puede comprobar quien viaje a la zona. “Aunque están bajo control de la Autoridad Palestina, en las zonas A y B no hay soberanía sobre los recursos, incluso los básicos como el agua y la electricidad son proveídos por Israel desde las zonas ocupadas a las empresas palestinas. Nos quitan nuestra agua y nos la vuelven a vender. Pagamos por nuestros recursos”, explicaron en junio de 2018 desde Al Haq, primera organización de defensa de los Derechos Humanos en Medio Oriente, creada en 1979.

Checkpoint en el centro de Hebrón, para ir de un barrio a otro. / Foto: M.A.F.

La población que vive en la zona C es la que más preocupa estos días, especialmente en lugares amenazados de anexión inminente, como el Valle del Jordán. “Está sufriendo más que nunca. En dos ocasiones durante este mes, los soldados y colonos israelíes arrojaron aguas residuales en tierras de cultivo. Hace dos semanas, los soldados israelíes irrumpieron en Beit Ummar y escupieron a los vehículos de los palestinos y arrojaron basura, incluyendo agujas y guantes sucios como una forma de intimidar a los palestinos, que son perfectamente conscientes de que cientos de soldados en el Ejército israelí han resultado positivos en Covid-19”, subrayan desde Stop the Wall.

En el Valle del Jordán, cuenta Elisabeth Masero, se ha demolido “una estructura que iba a destinarse a ser centro de cuarentena de personas en posible riesgo”. La situación en Jerusalén también es complicada. Hace unos días el periódico israelí Haaretz informaba de que Israel cerró clínica de pruebas de coronavirus en Jerusalén Este, la zona palestina de la ciudad.

Según datos ofrecidos por Stop the Wall, en estos días de excepción, 47 palestinos han resultado heridos, 187 incursiones fueron realizadas en diferentes partes de Cisjordania, se han llevado a cabo 188 campañas de arresto y se han demolido 53 edificaciones.

La resistencia pacífica continúa

La limitación de la movilidad por la pandemia, que impide que organizaciones palestinas que trabajan sobre el terreno luchen para evitar demoliciones y que organizaciones de derechos humanos y humanitarias puedan trabajar como lo hacían habitualmente, no ha frenado al Ejército de Israel, que continúa que su labor de colonización, según han explicado varias fuentes. “Esta excepcional situación también está provocando que los gobiernos de la comunidad internacional estén centrados en la respuesta al Covid-19 en sus respectivos países, con lo que, si antes la expectativa en cuanto a exigir asunción de responsabilidades a Israel por el cumplimiento de la legalidad internacional era muy baja, ahora ya puede hasta desaparecer por completo. Toda esta situación es una baza que el Estado de Israel está jugando y jugará a su favor. No sabemos cómo quedará la situación mundial después de esta pandemia, pero las previsiones no son optimistas y puede que haya una vuelta o recrudecimiento de las políticas conservadoras, borrando de las mesas políticas completamente la cuestión palestina”, lamenta Masero.

Hace apenas unas horas, y después de tres elecciones legislativas seguidas por la falta de un acuerdo de Gobierno, Netanyahu ha logrado continuar como primer ministro de Israel, al menos durante 18 meses. Luego tomará el relevo en el cargo Benny Gantz, tras la firma de un acuerdo. De hecho, parece que en este momento de stand by el conocido como ‘Acuerdo del Siglo’, un supuesto acuerdo de paz que profundizará la ocupación y anexión de tierras anunciado recientemente por el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, y el primer ministro de Israel, Benjamín Netanyahu, puede aprovechar la coyuntura para avanzar sin mucho control o resistencia.

Después de acciones violentas y mediáticas de las décadas pasadas, la lucha palestina se define en la actualidad por la resistencia no violenta. “Según el Derecho Internacional, podemos usar la lucha armada como herramienta de resistencia armada por vivir bajo ocupación. Desde 2005, después de empezar a construir el muro, empezamos a hablar de diferentes estrategias y adaptar la resistencia no violenta fue una de ellas. La resistencia no violenta no es tan fácil como la gente piensa, creo que es más difícil. Ahora usar una cámara está prohibido, si voy a una manifestación y me pillan iré a la cárcel seis meses. No es fácil esta vía con todos los asesinatos de palestinos y las confiscaciones de tierras”, explicó, en junio de 2018, Munter Amira, uno de los líderes de la resistencia popular.

La estrategia no violenta no lleva a la liberación, pero sí a presionar al Estado de Israel porque su estrategia con nosotros es que somos asesinos, terroristas, salvajes. Nuestra fuerza viene de nuestros derechos. Nunca puedes decir que no hay tiempo suficiente”, añadió, apenas unos días después de salir de una prisión israelí, en su casa situada en el campo de refugiados de Aida de Belén, creado en 1950 para mil personas y en el que viven en la actualidad 5.500.

Aunque la estrategia de Israel no ha parado por la crisis global de la Covid-19, la resistencia no armada y popular palestina sí ha visto mermado su campo de acción. De hecho, como narran desde Stop the Wall, antes de la pandemia, la lucha popular se intensificó como respuesta a lo que este colectivo llama ‘Robo del siglo’, es decir, los ‘Acuerdos del Siglo’. Ahora, nada de manifestaciones ni de sentadas, pero la resistencia no para. “Activistas populares de resistencia y grupos juveniles han iniciado una campaña para apoyar a 255 comunidades marginadas, especialmente en el área C, con kits de salud”, apuntan desde Stop the Wall, a través de una entrevista por mail. Los eventos en redes, que están siendo muy seguidos, son otras de las nuevas estrategias de resistencia.

 


Lee más sobre Palestina.

Download PDF
master violencia de género universidad de valencia

Artículos relacionados

Últimas publicaciones

ayuda a Gaza
Download PDF

Título

Ir a Arriba