Las vidas de Pikara

Las vidas de Pikara

Un repaso a algunas de las vidas que ha tenido Pikara, que han sido muchas y dispares. ¡Larga vida a Pikara!

un grupo de mujeres posa para la foto en el local de pikara

‘Pikaras’ participantes en la reunión de enero de 2020.

El inicio de Pikara Magazine puede ser aquel mail que mandó June Fernández el 18 de febrero de 2010 a un grupo de colegas, también puede ser la conversación que tuvo con Lucía Martínez Odriozola y aquel esclarecedor “¿y por qué no creas tu propia revista?”, o el día que se publicó el primer texto en la web un 18 de noviembre de 2010, cabe la opción de decantarse por el día de la inauguración oficial. Da igual.

Pikara lleva casi diez años con nosotras y para cada una nació un día diferente, hay quien habla de una charla en una cafetería, de una fiesta o de un artículo. La vida de Pikara no es unívoca, así se confirmó en un encuentro que el equipo coordinador y un puñado de colaboradoras cercanas hicimos en Bilbao el 18 de enero de 2020 para planificar la nueva vida de Pikara.

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¿Qué momento o hecho de Pikara recordáis de manera especial? La pregunta que lanzó Dorleta Urrutia, que nos está acompañando en la reorganización de la revista y todo hay a su alrededor, dibujó una línea de vida diversa, anecdótica y colorida. Aquí van algunas de las vidas de Pikara, pero seguro que tú tienes una diferente.

June, ya sabéis, la mamá oficial, siempre viaja hasta 2007 cuando nació Kazetarion Berdinsarea, porque de esa red surgieron las fundadoras de Pikara; además de June, participaron en el parto Lucía, Itziar Abad y Maite Asensio. También desde el inicio surge en la conversación el nombre de Zaloa, la dueña de la perrita Pikara, que dio nombre a la revista, y que unió a Andrea Momoitio con June. El núcleo inicial estaba conformado.

En aquellos momentos, eran habituales las reuniones en Bilbao, en una cafetería, para comer, en la Ekoetxea… Reuniones en las que además de pensar temas quienes participamos destacamos el verbo “aprender”. Y así seguimos hoy, aprendiendo, cada día.

Pronto aparece en este relato colectivo, e individual a la vez, la maravillosa caperucita con catana que Emma Gascó dibujó para un reportaje titulado ‘¿Es la criminalidad una cuestión de género?’. En aquella primera vida, la caperucita tenía contexto, estaba en un bosque. Ahora tiene otros muchos entornos, está en roll ups, libretas, chapas, carteles, pegatinas, bolsos… y ¡hasta tatuada en la pierna de un chaval! Pero esa es otra historia.

Otro momento clave, que comentan varias compañeras, es el Txokorro feminista en el que participaron varias pikaras en Bilbao, del que llegaron a la revista algunas de las colaboradas más míticas como María Unanue y que dejó algunos vídeos memorables. Porque lo de hacer el bobo y exhalar carcajadas siempre ha corrido por las venas de Pikara. Unas risas nunca vienen mal.

Ni un poco de polémica, para qué nos vamos engañar. Sin buscarla, eso sí. Los vídeos de Alicia Murillo son claves en la historia de Pikara, tal vez hasta un punto de inflexión, pero es verdad que además de visitas trajeron polémicas, aquellas primeras con los del foro ese de coches, que se empeñaban en tirarnos la web. Aquí seguimos.

Beatriz Gimeno, flamante directora del Instituto de la Mujer hoy, estuvo mucho tiempo escribiendo con nosotras. Su primer artículo es de 2011 y en sus siete años de colaboradora siempre compartió análisis interesantes y debates enriquecedores. Vamos, polémicas.

Otro nombre clave que June señala en su repaso personal de Pikara es el de Sofía A., receptora de aquel primer mail, siempre implicada en lo que puede y proponiendo “planteamientos vitales”. Porque quienes sostienen a Pikara no son únicamente las articulistas más visibles.

Temas claves

‘Yo quería sexo pero no así’. Con este reportaje June Fernández ganó el Premio Colombine en 2013, un punto de inflexión en su trayectoria. Eso sí, este no fue el primer premio ‘pikaro’. El reportaje ‘¿Será niño o niña?’, publicado a los pocos días de nacer Pikara, ya fue galardonado. Emilia Laura Arias Domínguez, también vinculada a la revista en estos diez años, logró en 2012 el accésit del premio Manuel Castillo con el reportaje ‘No habrá Haití sin haitianas’.

Otro texto de Emi es clave en la historia de común de Pikara. ‘Tetas y toros’, de 2013. Tuvo tal cantidad de visitas a la vez que se cayó la web. Tal vez, esta sea de las primeras veces que marcamos agenda mediática. Desde entonces, el asunto de los abusos en los sanfermines, y en otras muchas fiestas, se convirtió en habitual en los medios.

En esta conversación múltiple que indaga en las memorias individuales para crear un relato colectivo hay cosas que no se pueden contar. De fiestas, de ligues, de Mónica Quesada haciendo portés con Sofía en una discoteca bollo, de la canción de Alicia Murillo ‘Cómeme el coño con pan bimbo’ que hasta salió en Sálvame, de irse a vivir con las novias…

2013, visto desde la distancia, fue año interesante. Lanzamos el Glosario Feminista en Lengua de Signos, por ejemplo. Y hubo una reunión mítica en casa de Lucía Martínez Odriozola, que preparó un humus brutal, en la que participamos Emi, June, Andrea (que aún era tímida), Itzi y yo. Todas recordamos aquel día. Yo me acuerdo del humus, algunas mencionan el ron, otra los debates…. “¡Ya en 2013 empecé a hablar de que teníamos que decrecer!”, suelta Itzi en 2020. Y ahí sigue, que razón no le falta, por cierto. Entre otras cosas se debatió nuestra relación con eldiario.es, poco después nació +Pikara, nuestro blog en este medio; eso sí, fuimos buenas negociadoras.

Ah, y en 2013, a finales del año lanzamos el crowdfunding de la primera #PikaraEnPapel, que ya distribuimos en 2014. Y, bueno siempre intentamos hacer cosas bonitas, pero aquel primer vídeo de promoción es…¡no tengo palabras! El relato de aquel primer número, del que ya no quedan ejemplares, ocupa (literalmente) un gran espacio en Ortuella, donde está la casa familiar de Andrea Momoitio. Allí se estableció el centro de envíos, ¡la gente de la oficina de Correos del pueblo aún se acuerda!

Los viajes

Hubo un tiempo en que las pikaras éramos viajeras. Yo grabé mi parte para el video en Lisboa, donde vivía con J. Marcos como corresponsal freelance. Allí viajó June con su familia y me llevó el primer número en papel; allí hizo escala Andrea en un viaje a Venezuela con Saioa (otro de los nombres no conocido por las lectoras pero clave para para sostener a la revista) y me llevó el segundo. Por aquella época, Itzi se fue a vivir a Ecuador y flipó porque en Quito todo el mundo conocía Pikara. Por cierto, Itzi nos contó “las marchas de las putas”, un hito iniciático de este feminismo masivo que llena las calles. En 2014, June se marchó a vivir a Nicaragua y Señora Milton se trasladó a Shanghái​, donde vivió hasta 2019 (¡sí, la maqueta de Pikara se hacía desde China, señoras!).

En ese época, Andrea y June, que hasta entonces habían hecho el trabajo de coordinación de manera activista, empezaron a ingresar algo por el trabajazo que hacían: 150 euros al mes. Eso sí, todo hay que decirlo, desde siempre Pikara pagó las colaboraciones periodísticas profesionales. No sé si esto salió en la dinámica de enero que estoy intentando reproducir, pero yo lo digo.

La historia de Pikara, como dice el eslogan que hemos lanzado para el décimo aniversario, se ha escrito “poquito a poco” (pixkanaka). No hubo grandes subidones, ni cambios bruscos de dinámica, ni bums desmedidos, pero sí hubo matices graduales, crecimiento controlado y señas que se consolidaron con el tiempo. ¿Una de ellas? La apuesta por la ilustración.

De hecho, esta anécdota es mítica, hubo un tiempo que cuando no se sabía cómo ilustrar un texto se ponía de imagen una baldosa típica de Bilbao o un caballo blanco, porque se dice que el blanco combina con todo. Hasta que llegaron las ilustradoras, e hicieron a Pikara hermosa, atractiva y cuqui. También irreverente y desconcertante, mirad los collagues de Señora Milton, por favor.

Núria Frago empezó a ilustrar textos feministas con nosotras y llegó a ganar un premio con un la serie de dibujos que hizo para las retahílas de María Unanue llamadas ‘Salida de socorro’. “¡Me reconocieron algo que hacía desde el placer!”, contó alegre en enero.

Emma Gascó, por dar otro ejemplo, se lanzó a intentar vivir de la ilustración tras empezar a publicar en Pikara. Y eso nos llena de orgullo. Y Ana Penyas, que comenzó a colaborar en Pikara en 2016, ganó el Premio Nacional de Cómic en 2018. Y esto lo cuento porque me apetece.

Quizás lo más importante del año 2015 fue la llegada de Tamia Quima, que vino únicamente a ordenar una base de datos, pero se encargó de montar, crear, desarrollar, establecer, coordinar las tareas de administración, contabilidad, distribución, envíos y no sé cuántas cosas más. Vamos, que llamarla “guardiana de las cuentas” o “reina del excel” se queda corto. La incorporación de Tami, que se hizo más estable en 2016, coincidió con el momento en el que Andrea y June comenzaron a trabajar juntas, físicamente. Llegó la hora de quitarse el pijama e ir todos los días a una oficina (esto lo estoy escribiendo en cuarentena y me parece un peligro, ¡salir a la calle, no!). David y Evelyn, de Ecuador Etxea, les hicieron un huequito en su local.

Por aquel entonces, la Pikara en papel se iba publicando anualmente y cada campaña de crowdfunding, que suponían 40 días de angustia, daba alegrones. Por cierto, no dejéis de ver los vídeos del número 2 (¡vaya portada flamenca se marcó la Emma, madre mía!) y del 3. Ya os he dicho que nos gusta mucho reír y pasarlo bien.

En el proceso de creación de la revista en papel, siempre ha tenido un rol fundamental Ajo, la correctora. Esta labor, nos contó, la ha llevado a editar textos que le removían mucho. Y entre las anécdotas de su colaboración con Pikara destaca trabajar con Señora Milton, “que siempre lo pone muy fácil”, en los cierres de la revista. Por cierto, hace un par de años la maquetadora de Pikara hizo toda una declaración de amor a Ajo en redes, ¡aún nos estamos riendo!

Aproximadamente en el año 2015, se creó el Colectivo Editor de Pikara, en el que, además de las coordinadoras Andrea Momoitio y June Fernández, participábamos otras compañeras que queríamos dedicar parte de nuestro tiempo libre a este proyecto. ¿Quiénes estábamos ahí? Pues Emma Gascó, María Castejón, Sofía A., Keren Manzano, Bárbara G. Vilariño, Mar Gallego, Itziar Abad, Emi Arias, Lucía Martínez Odriozola, Señora Milton y yo (Mª Ángeles Fernández, pongo el nombre por cosas de los buscadores); también participó, desde América Latina, Flor Goldsman. Creo que el análisis es compartido: al principio fue ilusionante y luego se fue desinflando. Eso sí, fue un espacio de reunión virtual mensual interesante: María hablaba de su hija, Emi planchaba, los problemas técnicos ponían siempre algo de emoción, Milton desde China se quedaba congelada…

En estos años de crecimiento sostenido y de consolidación del proyecto, fueron importantes los ingresos por los trabajos de asesoría, consultoría y formación que se realizan desde el equipo de coordinación de Pikara. Unos ingresos que ayudaron a que desde 2016 Pikara cuente con una redacción en la calle Lamana, de Bilbao. Punto de encuentro, amigas.

¡Ah! Claro, y esto lo pongo en un párrafo propio, con el local llegó la compra del sofá de Pikara. Y la música. Más acogedor, imposible.

En este local estuvo un tiempito compartiendo espacio Irene Ortiz, operadora de cámara, que hizo unos vídeos muy chulos, como por ejemplo los del proyecto de Ruda, con Intermón Oxfam.

Un no parar

Las vidas de Pikara han llevado a crear muchas amistades y alianzas, con otros medios de comunicación, con colectivos, con organizaciones de diverso tipo… Somos poliamorosas. Si hemos mencionado a eldiario.es, es de rigor nombrar a otro medio clave: Diagonal, del que aprendimos muchas cosas. Como recoge nuestro ideario, aprendimos lo que es el periodismo situado. Con el extinto medio, incluso nos casamos. ¡Tal cual! Sí, sí, en el verano de 2016 hubo una boda Pikara & Diagonal. Lamentablemente, al poco Diagonal desapareció y ahora ¡somos viudas! Bueno, también tenemos una relación excelente con El Salto, donde tenemos cuatro páginas en su edición en papel mensual.

En 2016, me incorporé al equipo coordinador de Pikara, después de muchos años apoyando en la distancia. En ese año, también apareció por la redacción Teresa Villaverde, hoy otra de las coordinadoras. Su primer recuerdo de Pikara fue una reunión con June en un zulo que había en la redacción y que, con las obras, hemos hecho desaparecer. “Pues tal vez puedo volver a hacer periodismo”, pensó Teresa tras aquel claustrofóbico encuentro.

Mientras unas querían reencontrarse con la profesión, otras querían empezar a establecer una relación. Por ejemplo, Andrea Bosch, conocida en los entornos pikaros como JR, decidió hacer prácticas en Pikara en su tercer año de carrera. “Me sentí en un espacio seguro y en casa”, recuerda. En la redacción nos acordamos siempre de sus abrazos inmensos (que sigue viniendo a darnos habitualmente) y de su sonrisa, que la define.

Los diez años de vida de Pikara son largos y es imposible recoger los vínculos de cada una con el proyecto y también las miles de anécdotas cosechadas. Además, mientras unas tienen memoria milimétrica para describir sus inicios en Pikara, otras no tienen ni idea. La abogada Laia Serra no recuerda cómo conoció a Pikara, pero sí recuerda que le emocionó publicar en la revista. Su primer artículo también es de 2016. Por cierto, ¡qué paz tenerte cerca, Laia!

Parece que ese año fue prolífico. June publicó sus 10 ingobernables. Lanzamos el #PikaraLab con un especial de Bárbara G. Vilariño sobre las lesbianas de Chueca, ‘Chica de género chico’. Lanzamos La Almanaka, la agenda de actividades feministas, y el Foro… Ganamos dos premios en la tercera edición de los Premios Enfoque.

Por cierto, el Foro surgió para crear un espacio seguro de debate, hartas de la violencia que recibíamos en los comentarios de los artículos. Así que, para evitar dolores de cabeza y consolidar Pikara como hogar, se cerraron los comentarios. Siempre nos quedará el Foro. De hecho, Gessamí Forner, que escribe en Pikara desde hace poquito, mencionó esta decisión en la reunión de enero. A ella, como lectora entonces, le pareció muy acertada.

Volviendo a los premios, y no por ser egocéntricas (aunque este texto va un poco de eso, de hablar de nosotras -¿quién mejor que nosotras para contar nuestra historia?-), Pikara siempre ha sido muy reconocida. En 2017, la Diputación de Bizkaia nos dio el Premio Zirgari, el reportaje ‘Identidades rurales LGTBI: los tonos grises de Extremadura’ ganó el Premio Zerolo de Periodismo Digital y el Festival FanCineGay de Extremadura nos otorgó otro reconocimiento.

June se casó ese año con Susanna Martín, que se conocieron gracias a Pikara, todo hay que contarlo. Y celebramos el carnaval con unas capas muy chulas y unos videos maravillosos, mira, mira y mira.

Núria Frago toma de nuevo la palabra para remarcar la excepcionalidad de las cosas normales, como las visitas a Barcelona de gente de Pikara, las quedadas, las acogidas en casas cuando alguna viajaba, las conexiones… Porque es verdad si algo nos ha dado Pikara son contactos, abrazos, vínculos, redes y amigas.

Sofía, que siempre ha estado ahí, también subraya cómo Pikara ha crecido desde la cercanía de las trabajadoras y desde las conexiones virtuales que hicieron que no se notara la distancia física, que a veces fue mucha. E Itziar Abad recuerda lo que aprende con Pikara. Como todas.

Y bueno, 2017 terminó con las campanadas. Sí, la animada de Irantzu Varela, que llevaba meses con su consultorio feminista Aló Irantzu, nos dijo que sí cuando le lanzamos la idea. ¿Dar las campanadas?, pues claro.

Estamos llegando a la actualidad y los recuerdos cercanos se agolpan. En 2018 por fin Pikara tuvo servidor propio, algo que Tami marca como un hito. Andrea Liba vino a hacer prácticas y por aquí sigue. Andrea Momoitio conoció a María Isabel y desde entonces no ha podido olvidarse de ella.

Y bueno, también hubo muchas polémicas. He querido pasar por alto los quebraderos de cabeza de la historia de Pikara, que han sido muchos y muy constantes, pero solo mencionaré los más públicos, de los demás nos quedamos con los aprendizajes. Por ejemplo, ¿os acordáis de la entrevista a Amarna Miller?, ¿o por qué tuvimos que cerrar la sección de Participa, un seña de identidad de Pikara desde el inicio?, y ¿os habéis olvidado de los ataques que sufren muchas de nuestras colaboradoras?, ¿o la caña que nos dieron por un tuit?

Pero quedémonos con lo positivo, y ¿qué se puede decir de 2018? ¡¡¡La huelga feminista!!! Pero qué subidón nos da recordarlo. Para narrarla contamos con las miradas antirracistas y neurodivergentes de colaboradoras como Marta Plaza, Lucía Mbomío y Silvia Agüero. Este momento álgido coincidió con el Premio Blasillo que nos concedió el Congreso de Periodismo Digital de Huesca. Parece que todo bien, ¿verdad? En aquel momento, con Pikara en auge, solo teníamos unas 700 socias.

Ah, Andrea Momoitio estuvo dos meses por México y Teresa Villaverde montó con sus colegas un antitour por el barrio de San Francisco, y eso la acercó un poco más a Pikara. Y de nuevo las campanadas, pero ya a lo grande, con fiestón, con público, con dos presentadoras, Irantzu Varela y La Santa. ¡Tuvimos hasta primer anuncio del año! Por aquellos días finales del año, nos fuimos al Congreso y denunciamos el acoso en redes como una violencia machista más. En esto seguimos, por cierto.

Estamos en 2019 y las notas ya son breves porque llevábamos dos horas hablando y voy ya por seis hojas de texto. Hicimos un parón para organizarnos y repensar el modelo. Nació Max, Teresa se incorporó al equipo, nació Odei, organizamos un Congreso de Periodismo Feminista, hicimos una cerveza (¡¡una cerveza con receta propia!!, toma ya), hicimos obras en el local y luego un fiestón reinauguración, lanzamos un libro, nos dieron otro premio periodístico… Vamos, que lo que podría dar para otros seis folios lo dejo en un párrafo. De todos modos, desde que mandamos mails habitualmente a las suscriptoras estas cosas las hemos ido contando mejor. Y llegamos a enero de 2020, cuando hicimos la reunión y la dinámica de las vidas de Pikara que ha dado esto como resultado.

Me dejo muchas cosas, estoy segura, (por ejemplo, no he nombrado a todas las compas que han hecho prácticas: Zaloa, Rebeca, Marina, Helena, Jaca, Josué, Valentina, Susana, Diana, Aurora, Iratxe), no he hablado de los apuros económicos ni de las cuentas (hay varios posts con eso), ni de los eternos debates sobre si crecer o no o de cómo blindar Pikara para que no pierda su identidad, ahora que está habiendo, por primera vez en diez años, cambios en el equipo. También se habrán quedado fuera muchas anécdotas que algunas recordáis con claridad pero que no salieron en la dinámica de la vida de Pikara que hicimos en enero, porque Pikara tiene muchas vidas, ¡y larga vida a Pikara!

Seguimos.

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