Helena Maleno: “En Europa se persiguen a defensoras de derechos humanos”

Helena Maleno: “En Europa se persiguen a defensoras de derechos humanos”

Defender la vida de las personas migrantes ha supuesto la criminizalización, persecución y hostigamiento de Helena Maleno. Ahora, mientras sigue alertando a Salvamento Marítimo de embarcaciones a la deriva, forma parte de un programa de seguridad junto a seis defensoras de Mesoamérica. Su trabajo es un órdago a "las necropolíticas en las fronteras".

24/07/2019

Helena Maleno. / Ilustración de Margalida Vinyes, de la campaña mujeres defensoras de derechos de la Universidad de Baleares. Cedida por Helena Maleno

Ni las personas, ni los procesos migratorios son territorios para la violación de derechos de la humanidad. Pero la realidad no es esta. La realidad es que las personas empobrecidas que quieren iniciar un proyecto migratorio se encuentran con la falta de vías seguras y la militarización de las fronteras. Naufragan entre las leyes de extranjería. La defensa por el derecho a la vida y la libre circulación en la Frontera Sur española tiene un nombre y se llama Helena Maleno Garzón. Investigadora de profesión y fundadora del colectivo Caminando Fronteras su activismo y lucha casi le cuesta la cadena perpetua.

Helena no es solo activista y militante, sino que es defensora, un término que no es muy común en Europa comparado con la forma de denominar a las lideresas de países de América Latina, por ejemplo. “En nuestra mentalidad europea en esta epistemología que viene del norte, el norte es perfecto y por lo tanto las defensoras de derechos se encuentran en países donde no hay derechos, y Europa es la perfección con todos los derechos garantizados y por tanto no hay defensoras”, relata con ironía Maleno. Y añade: “Sí, en Europa se persiguen a defensoras de derechos humanos. No solo se persiguen, sino que se asesinan a defensores de derechos humanos como es el caso del compañero tiroteado en el sur de Italia hace justo un año, Soumaila Sacko, de origen maliense, cuando estaba denunciando las jornadas de 12 horas a 20 euros que hacían los compañeros migrantes en el sur de Italia”.

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Pero Helena tiene muy claro a quienes atraviesa esa persecución. “Muchas de esas personas defensoras de derechos humanos a las que se persiguen en Europa son personas migrantes o personas que defienden el derecho de las personas migrantes, pero sobre todo las primeras”. De un día para otro, esta persecución también recayó sobre ella. En 2012, la UCRIF (Unidad Central de Redes de Inmigración Ilegal y Falsedades Documentales) de la Policía Nacional inició una investigación contra ella. Su delito: avisar a Salvamento Marítimo de las llamadas de socorro de personas a la deriva en el Mediterráneo en embarcaciones infrahumanas. Ha sido acusada de tráfico de personas y de fomento de “migración ilegal”. El dossier elaborado también junto a la policía europea de control de fronteras, FRONTEX, llegó hasta Marruecos, país donde reside. 15 meses después, tras un largo proceso y hostigamiento institucional, la justicia marroquí archivó el caso el 6 de marzo de 2019, dictando que efectivamente era una actividad humanitaria y no era delictivo.

Que la Policía Nacional española señalara a Helena Maleno no es algo casual. Según la defensora, “el objetivo era conseguir una condena ejemplarizante que sentase un precedente a todas las compañeras que están trabajando también en frontera”. Crear y propagar el miedo como forma de coacción. Y es que, como denuncia, “el dossier policial español era un dossier político lleno de falsedades y menos respetuoso que el dossier de la policía marroquí”. Y es que el trabajo de Helena Maleno y Caminando Fronteras son un jaque “a las necropolíticas en las fronteras y al negocio criminal de las empresas de control fronterizo y de la guerra que atacan al derecho a la vida. De todas esas industrias criminales de la trata, del tráfico, que al final se genera a raíz de esas industrias de la guerra”. Porque al igual que les pasa a las compañeras en América Latina que están tocando los intereses de las empresas extractivitas, desde Caminando Fronteras se está haciendo mella en los “intereses muy grandes de las empresas armamentísticas que al fin y al cabo son tapados por los Estados europeos y encubiertos por ellos, porque la mayoría son empresas europeas con intereses de los eEstados europeos”.

Pero, si la policía de tu Estado te persigue y la de tu continente la avala, ¿quién defiende a las defensoras? “Es necesaria la protección colectiva e integrar la protección en nuestro día a día, generando redes de solidaridad que tenemos que tener”, responde Maleno que ahora forma parte de un programa de seguridad junto a seis defensoras de Mesoamérica y ella es la única europea, donde denuncian y comparten su experiencia en la forma en la que los estados las persiguen y torturan. Incluso, durante el momento en el ha estado perseguida por la Policía española y europea, colectivos como JASS (Asociacidas por lo Justo) y Front Line Defenders se encargaban de su seguridad.

Desde que la defensa del derecho a la vida y la libre circulación de las personas está en el centro su vida y activismo, el mundo de Helena ha cambiado totalmente. No solamente es perseguida por la policía, sino que “la persecución hacia las defensoras no se acaba con una resolución del proceso judicial”, apunta. En 2014, sufrió un intento de asesinato y desde entonces no hay paso que dé sin informar y estar rodeada de seguridad. “Hay que integrarlo, porque si no perdemos la capacidad de trabajar. Al final, lo que pasa es que tu vida cambia, tanto la mía como la de mi familia. Hemos pasado y seguimos pasando por un proceso de tortura muy grande. Yo he tenido suerte porque la ola de solidaridad y respeto que se generó no solo desde el norte global, sino también desde el sur, marroquíes, medios marroquíes, la diáspora africana, del Estado español, pues todo eso me ha protegido en cierta manera. Hay otras compañeras que han sido señaladas, estigmatizadas, compañeras que aunque hayan ganado el proceso judicial su nombre ha estado siempre ahí y es una exposición brutal”.

Helena Maleno sentada en una mesa hablando a través de un micro en una conferencia

Helena Maleno, durante la presentación del informe de Caminando Fronteras. Vida en la Necrofontera, de 2019. / Foto: Cedida por Maleno

Y es que hay experiencias que te marcan para la vida. El hostigamiento a Helena Maleno también se ha combatido con el apoyo de mucha gente y colectivos. Se ha sentido querida, entendida y pocas veces estigmatizada y reconoce que eso también se debe a ciertos privilegios que le otorga su pasaporte. “Evidentemente mi pasaporte es un privilegio, soy una migrante en el sur global, siendo del norte global por lo cual no soy vista como migrante en general”. Algo que desde su punto de vista no le ha ocurrido a otras compañeras. “En el caso de las mujeres de las fresas de Huelva, yo creo que ellas sí que lo han tenido duro. Se las ha marcado y estigmatizado mucho. Por ejemplo, no han tenido esa protección y solidaridad, incluso desde colectivos feministas que yo he echado en falta. Por eso, creo que yo he sido una privilegiada en comparación con las compañeras de las fresas en Huelva que al final lo que estaban también era defendiendo un derecho a trabajar en unas buenas condiciones, derecho a no ser abusada, derecho a no ser una esclava”, explica.

Uno de los temas clave de esta defensora es la trata y explotación sexual a mujeres. Paradójicamente, la misma policía, la UCRIF, que la acusó a ella de tráfico de personas es la que se encarga de atender estos casos. Según Helena, “la trata está ninguneada en el Estado español, no tenemos una ley integral contra la trata y se ha puesto el foco en la prostitución y en la migración para hacer un protocolo de explotación sexual e instrumentalizar la trata para blanquear la imagen de la UCRIF. Nosotras como investigadoras y expertas decimos que una policía de control de fronteras no puede ser una policía que proteja a las víctimas de trata”, aclara tajantemente. Y es que las mujeres que no han salido de redes de trata, pero que han sobrevivido por si mismas después, le han confesado a Helena sus sentires cuando han salido de los centros con “unos protocolos que no tenemos adaptados a esas necesidades y a esos tiempos que tienen las compañeras víctimas supervivientes de la trata”.

Como ocurre en muchas visiones de la solidaridad y cooperación, con la trata otra epistemología de norte-sur es proteger o salvar y así lo explica Helena: “Ser salvadoras. Somos las privilegiadas de las otras. Eso pasa también en la defensa del derecho a la vida. Es un construcción que hay que cambiar, porque detrás de proteger no solo están las organizaciones sociales, sino también la policía. Hay una protección vinculada a todo el tema de la presencia policial y vinculada a las migraciones, hay que cambiar los protocolos impuestos desde una visión policial y desde una visión europea y blanca y no desde la realidad y la necesidad de las mujeres”.

Para quienes conocen la labor de Helena saben que va más allá de levantar el teléfono de madrugada con llamadas de auxilio y avisar a Salvamento Marítimo. Denunciar y hablar de lo que no se quiere que se hable la han convertido en toda una referente también en la sensibilización de una realidad que más que olvidada está invisibilizada. “Hemos entrado en una dialéctica donde las políticas de muerte están normalizadas. Las políticas de muerte no solamente están dando muchísimo dinero. Son políticas que dicen quienes mueren, cuando mueren, como mueren. La gente piensa que el control del derecho a los procesos migratorios y a las fronteras es lo normal y hay una serie de discursos  que lo permiten. Hay un momento muy importante en el que tenemos que cambiar esa dialéctica y tenemos que dar espacio a que se vean esas luchas de las compañeras y compañeros migrantes, así como a sus familias”.

Muchas mujeres negras posan para la cámara, en el medio posa Helena Maleno, mujer blanca

Maleno con mujeres de un colectivo de migrantes. / Foto: Cedida por Helena Maleno

Así, la sociedad debe entender que las historias que nacen y crecen alrededor de los proyectos migratorios no son números, sino nombres y apellidos que deben y tienen que tener su espacio acorde al contexto, donde no tenga cabida solo la muerte, sino también la resistencia y resilencia de las personas. “No son testimonios, son reflexiones políticas. Ellos ven otra realidad y sufren la realidad de las políticas con otro impacto. Es contraponer otra dialéctica y esa epistemología que viene del sur, que no viene del norte, otros saberes, otra forma de enfrentarse a las necropolíticas, las políticas de muerte. Hay cuerpos que dejamos morir y otros que no porque hay cuerpos que no necesitamos que mueran para que sean esclavas, esclavos sexuales, los órganos, etc”, añade Maleno.

La construcción de una nueva dialéctica no solo debe pasar por la ciudadanía, sino que es importante que permee en las instituciones. “El racismo institucionalizado no es solo de la derecha y extremaderecha, el racismo también está en otros lados y colectivos y hay que revisarse y reflexionarse. Un ejemplo a seguir es el de los Top Manta, el de los autollamados exmena de Barcelona (para Helena, MENA es una construcción racista para no hablar de infancia migrante) son ellos quienes construyen el mejor discurso y real para hacer otro tipo de políticas”. Como concluye Helena, “hay que sacudirse los privilegios”.

 

#Defensoras
Este texto forma parte del #PikaraLab de Defensoras,

realizado con el apoyo de Calala Fondo de Mujeres  y financiado por el Ayuntamiento de Barcelona.  

 


 

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