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La especie humana ha inventado y creado muchas cosas, incluso ha enviado robots a hacer fotos a Marte, pero parece que el tema de la identidad de género le cuesta más. La autora sabe que "quedan muchos asesinatos, violaciones, palizas, insultos, persecuciones", pero confían en que al final logremos asumir la diversidad y respetarla

10/04/2019

Caca del Bosc

Imagen de Pixabay

Hemos mandado robots a hacerle fotos a Marte. Hemos erradicado un montón de enfermedades. Hemos inventado la agricultura, la escritura, el cacharro en el que estás leyendo este texto (en el que caben chopocientosmil libros que hasta se corrigen solos). Hemos inventado internet. Hemos subyugado especies, calentado el planeta, inventado el dinero. La ropa, las modas, las marcas.

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Hemos construido edificios en los que caben miles de personas. Hemos aprendido a hacer cacharros que vuelan, y en algunos cabe un montón de gente. Hemos fabricado bombas, aceleradores de partículas, máquinas de fotos, pintura, escultura, arte de todo tipo. Molinos, fusión y fisión nuclear, sandías cuadradas, religiones, tomografías, despertadores, armarios, ollas a presión, plástico, series, universidades, mira a tu alrededor.

Mira a tu alrededor. Señala todas las cosas naturales que encuentres.

Somos una especie abocada a desafiar a la Naturaleza. No habríamos sobrevivido sin hacerlo. Rueda, fuego, cosas que mejoraron nuestra vida. Nos encanta lo artificial, hace montones de milenios que no imaginamos una vida sin cosas artificiales. Somos artífices por naturaleza.

Ahora, supongamos que la biología, la naturaleza, realmente define el género. La identidad de género. ¿Por qué debería importarnos tanto? 

Creo que somos una especie joven. Somos infantiles: salimos a correr, a jugar, a explorar, toqueteamos todo, rompemos cosas por el camino, nos enfadamos y nos peleamos, nos dejamos llevar y la cagamos, tenemos más energía de la que sabemos gastar, aprendemos a un ritmo exuberante, tenemos montones de ideas nuevas cada dos por tres, hacemos grupitos, y nos queda mucho por conocer. Nos queda mucho por conocernos. 

No hace falta pensar en cyborgs. Pensemos en lo que significaba ser una persona humana hace 100000 años. Intentemos ese ejercicio de empatía anacrónica. ¿Nuestra identidad de especie ha cambiado? ¿Sentimos que ocupamos el mismo lugar en el mundo que en aquel entonces? ¿Sentimos que “ser humano/a/x/e” es lo mismo que hace 100000 años? Asumamos un esencialismo extremo, o un idealismo, o un lo que sea que provoque que la respuesta sea algo como “no, somos esencialmente lo mismo”. Entonces la esencia no ha cambiado, ¿ha cambiado alguna otra cosa de nuestra identidad de especie, alguna que no sea la esencia? ¿Qué idioma hablas? ¿Existía hace 100000 años? ¿Y las esponjas? ¿La identidad de las esponjas ha cambiado? Parece que tenemos un poco más de margen que las esponjas con esto de la identidad, de cómo nos sentimos por dentro. Aunque habría que preguntar a las esponjas para asegurarse.

Creo firmemente que, en algún momento de nuestra historia, empezaremos a ver la identidad de género de la misma manera que a la madera, la piedra, el petróleo. Empezaremos a verla como materia prima que podemos moldear, transformar, adaptar a lo que más mejore nuestra vida. Empezaremos a usar tecnología.

No sé cuanto falta. Queda mucho por hacer. Quedan muchos asesinatos, violaciones, palizas, insultos, persecuciones, montones de cosas por parar, cambiar. Pero hemos mandado robots a hacerle fotos a Marte; sinceramente, confío en nuestra especie. Incluso si todo esto fuese natural, creo que podemos cambiarlo.

Gracias, Vicu

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