Cuestionando mi sexualidad

Cuestionando mi sexualidad

¿Alguna vez has cuestionado tu forma de entender, tratar y sentir tu sexualidad? Yurena R. Montoya relata, en primera persona, experiencias que la han llevado a revisar continuamente su deseo.

Imagen: Emma Gascó
17/04/2019

Yurena R. Montoya
@neuroyu

¿Alguna vez has cuestionado tu forma de entender, tratar y sentir tu sexualidad?

Llevo un tiempo intentando deconstruir ideas patriarcales y capacitistas de mi inconsciente. La verdad es que me he encontrado enfrentándome a situaciones pasadas y recuerdos muy dolorosos. En todo este proceso he aprendido y sigo aprendiendo muchas cosas, entre ellas a aceptarme, quererme y no juzgarme.

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Actualmente me encuentro en un punto especialmente delicado. He conectado mi vida sexual actual (el concepto, situaciones vividas, preferencias, etc.) con los recuerdos, aprendizajes y la formación del concepto cuando era pequeña. Me resulta complicado contarlo, así que intentaré poner ejemplos y seguir un orden cronológico.

Soy una mujer cis, lesbiana, gitana y víctima de violencia de género en la infancia. Os cuento todo esto ya que en todo momento haré una llamada a la reflexión desde mi experiencia. Me gustaría hablar de la masturbación en la infancia y de cómo puede afectar no tratar el tema o tratarlo en base a nuestros tabús y prejuicios. Empezaré relatando un recuerdo que por algún motivo que desconozco está muy presente en mi memoria.

Yo tenía 5 años, era de noche y estaba en el comedor de casa, sentada en el suelo. Mi padre estaba tumbado en el sofá y yo miraba la televisión fijamente, muy interesada en lo que aparecía en pantalla. Era una película y recuerdo bien la escena. Había un grupo de personas en el campo, varias mujeres y un hombre. Ellas estaban desnudas y parecían obedecer las directrices del señor que las trataba como si fueran niñas de mi edad. Efectivamente, era porno.

Al día siguiente, me encontré a mi padre en el sofá tumbado, estaba en calzoncillos. Me acerqué a él, le miré los genitales y le solté una de las frases que había escuchado el día anterior en la película. Él se levantó enfadado y se dirigió a mí para darme un azote en el culo con la mala suerte de que calculó mal y golpeó mi espalda. Solo recuerdo que el golpe me dejó sin respiración y él se asustó por ello. Después me castigó toda la tarde sentada, sin moverme.

Yo no entendía nada. Con el tiempo encontré varias formas de paliar la ansiedad que mi día a día me despertaba. Una de ellas fue la masturbación. Entendía que era una conducta que debía esconder, sabía que aquello debía avergonzarme e incluso que no estaba bien. Pero yo había visto muchas escenas, mi visión de la sexualidad se estaba formando y ese placer se había convertido en una vía de escape muy valiosa por lo que seguí haciéndolo, en algunas ocasiones hasta el punto de hacerme daño. Cada vez preguntaba menos, porque parecía ser un tema negativo.

En ese punto de mi vida ya había asumido muchos roles patriarcales. Además, había una relación entre la ansiedad y el placer sexual. Mi primera vez fue con 14 años, fue con un chico cis hetero. Yo solo quería que fuera especial y lo fue, lo recuerdo con mucho cariño. Me sentí cuidada y tenía el control de la situación en todo momento. ¿Y sabéis qué? No lo entendía, no entendía esos cuidados, no me cuadraba que me tuviera en cuenta, que habláramos abiertamente de lo que gustaba, dolía o incomodaba. En esa época me encontraba padeciendo bulímia, castigando mi cuerpo diariamente y que alguien me aceptara y cuidara así de mí me tenía fascinada.

Con el tiempo me fui dando cuenta de que era lesbiana, o, mejor dicho, lo acepté. Me había sentido atraída por las niñas de mi clase desde muy pequeña pero no contemplaba esa opción como una posibilidad. También la rechacé por todos los prejuicios que la rodeaban. 5 años después dejé a este chico y empecé una nueva etapa. No vayáis a creer que el sexo entre mujeres está libre de esas conductas patriarcales, desgraciadamente son cosas que están muy interiorizadas y que solo podemos deconstruir si las revisamos.

Y en ese punto me encuentro, revisando y curando. Duele mucho.

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