¡Integrá te veas!

¡Integrá te veas!

La autora critica las políticas de integración del pueblo gitano aplicadas en el Estado español, más de 230 leyes y medidas legales entre 1499 y 2018. "Nos duele como el látigo y nos castiga como ineludible maldición", afirma.

20/03/2019
Tres niñas gitanas bailando descalzas con el campo de la ciudad de Segovia tras ellas. Destaca la silueta de la catedral.- Otto Wunderlich

Tres niñas gitanas bailando descalzas con el campo de la ciudad de Segovia tras ellas. Destaca la silueta de la catedral.- Otto Wunderlich

Entre 1499 y 2018, la legislación española ha dedicado a las gitanas y gitanos más de 230 leyes y medidas legales de todo rango que han tenido un único objetivo: integrarnos, dejar de practicar la gitanidad, dejar de ser gitanas y gitanos.

La payitud, la identidad étnica paya española, se ha ido construyendo sobre la oposición de la gitanidad hasta haber derivado en una construcción binaria: ser gitana es no ser paya y ser paya es no ser gitana.

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Lo demuestran todas las asociaciones payas progitanas (sí, sí, esta contradicción en los términos es real: tan real como que la ONG que más subvenciones recibe en este ámbito, la Fundación Secretariado Gitano -22 millones de euros en 2017- es una organización dirigida por personas payas), lo demuestra cada colegio, cada comunidad autónoma, cada ayuntamiento y cada partido político con sus planes de inclusión para el Pueblo Gitano. Lo único que ha cambiado ha sido la palabra integración, pero el significado es el mismo. Nos consideran seres incompletos, seres inferiores y ellos son los elegidos para arreglarnos y corregir nuestros defectos.

¿Por qué?
A los señores poderosos les molesta la vestimenta gitana, aunque no tengamos un oficial “traje de gitana”; les molesta que llevemos moño como antes les molestó que llevásemos bernó (un tocado tradicional que lucían las gitanas españolas hasta el siglo XVII a las que llevarlo les podía suponer el castigo de 100 latigazos); les molesta el modo en que las gitanas nos maquillamos porque las reglas del maquillaje millennials de las youtubers e instagramers no concuerda con el uso del perfilador marrón y el labial rosa, no concuerda con el rabillo del eyelain ni con las tres capas de máscara de pestañas; les molestan nuestras facciones; les molesta el color moreno y nosotras cantamos que no entendemos de colores pero nos gusta el moreno de las carnes de mi Loles; les molesta el gitañol, la variante gitana del español, como antes les molestó el romanó que prohibieron y cuyo uso castigaron con seis años de galeras; les molestan las palmas, la juerga, la guitarra, la voz rota y a compás; les molesta nuestra alternativa a la educación normativa; en definitiva, les molesta que seamos gitanas y pensemos como gitanas y por eso han venido ejecutando un epistemicidio, un exterminio del saber y del pensamiento tradicional gitano, cuya principal hazaña es haber acabado con el uso del romanó.

Ser gitana es sospechoso. Lo compruebo cada vez que voy al supermercado, al hospital o a cualquier restaurante y siento el odio en las miradas y las palabras.

La Estrategia Nacional para la Inclusión Social de la Población Gitana en España 2012-2020, marco normativo de referencia actual para toda las políticas dirigidas a la población gitana, comienza afirmando que el Pueblo Gitano ha sufrido “procesos de exclusión social”. Es decir, que la sociedad española, o sea, vosotras y vosotros nos habéis marginado cuando lo que hemos sufrido es, sobre todo, leyes de integración, leyes antigitanas que dictaminaron sus propios muertos.

Tiene sorna que este documento se llame Estrategia para la Inclusión, que es lo mismo que decir leyes y normas para la integración. Y si no se cumplen obtenemos su castigo: nos relegan a la más miserable de las vidas. Para cumplir esas normas integradoras, incluyentes, es necesario ser una heroína y sobrevivir, como lo hicieron nuestras antepasadas gitanas, dando a cambio la lengua y, ahora que la hemos perdido, debemos dar, a cambio de sobrevivir, la gitanidad, la identidad y hasta la goma del moño.

Tiene gracia y sorna que, en la Estrategia, la vivienda sea uno de sus puntos fuertes cuando en todas las ciudades españolas hay un gueto para gitanos, construido por el Poder. Es allí, en el gueto, donde te das cuenta de que la vida de las gitanas pasa sin transición de la escuela-gueto a la cárcel. Es en el gueto donde mayor exposición tengo a que cualquier policía me pare, me identifique, me cachee, me interrogue, me violente. Lo noto yo y lo nota cualquiera cuando se acerca a esos barrios situados estratégicamente a las afueras para mantenernos aisladas del resto de la sociedad, no vaya a ser que nuestra gitanina se os contagie; barrios diseñados de modo policial, para facilitar que unos pocos efectivos puedan controlar las entradas y salidas; barrios que están sucios y deteriorados porque ni los servicios de limpieza ni de mantenimiento se acercan.

Integrar a las mujeres gitanas es la herramienta más eficaz para el genocidio y el epistemicidio. Por eso la Estrategia para la Inclusión se basa en la educación, que recae como un peso de toneladas de culpabilidad sobre nosotras y nos obliga a dar soluciones a la falta de gitanas en la universidad, en los institutos o al fracaso escolar del alumnado gitano -¡un 67%, según las propias cifras del Ministerio de Educación!- como si fuera una responsabilidad nuestra y no de los diferentes ministros y consejeros de educación o de los propios profesores y maestros o del diseño del sistema o del currículo o de todos estos factores a la vez.

La Estrategia habla también de empleo y esto sí que es ya el acabose: la profesión más frecuentemente ejercida por personas gitanas es la de la venta en el mercadillo. Todo lo que hacen las leyes que rigen su ejercicio es poner obstáculos, endurecer las normas y subir las tasas. Además, no hay ninguna política específica dirigida a dar valor a este tipo de comercio ni ninguna campaña de publicidad y reconocimiento a esta profesión.

La inclusión, según esta Estrategia, también se fundamenta en la salud y, en lo que a la mujer gitana se refiere, básicamente se incide en la planificación familiar: ¡tenemos demasiadas niñas y niños! Aquí confluyen los intereses de diversos poderes: por una parte, los Gobiernos, que desean controlar el crecimiento de la población; por otro lado, el capital cree que este exceso de natalidad hace que las mujeres gitanas no podamos trabajar fuera de casa y, por lo tanto, no funciona tan bien la alienación capitalista en nosotras. Por desgracia, también cierto feminismo hegemónico cree que nuestros chavorrillos nos hacen esclavas o que el aborto es un tabú de nuestra cultura, creencias que utilizan algunas para justificar y ejercer su paternalismo hacia nosotras.

Cada programa actual de inclusión para el Pueblo Gitano incide específicamente en las mujeres, tal y como las leyes antigitanas lo hacían, porque las gitanas, como todas las mujeres, somos las que gestamos la vida; y no lo digo como un recurso poético ni biologicista, sino como una realidad: nuestro útero es el que pare gitanitos y gitanitas. Para exterminar al Pueblo Gitano, por tanto, lo más eficaz es acabar con las mujeres gitanas. Y por eso estas políticas, disfrazadas de buenas intenciones, se centran en nosotras.

En realidad, la planificación familiar en la mujer gitana consiste en convencernos de no dar más descendencia, es decir, un tipo suave de exterminio, además de asegurarse de que no creemos un ejército. Aunque, he de decir que ya se aseguran de que no nos lo creamos ni lo creemos, pues llevan diciéndonos desde hace más de 50 años que en España somos 750.000 gitanos y gitanas y, aunque no soy de números ni de ciencias, veo un poquito extraño que ni siquiera nos afecte el crecimiento vegetativo. Además, no hay estudios demográficos reconocidos. No interesa porque contarnos significa poner números y cifras a la realidad y eso se traduce siempre en reparto de poder y dinero. No somos una minoría: pensad que somos más que cántabros o navarros. ¿Se atreve alguien a decir que los cántabros o los navarros son una minoría y que deben ser tratados como tal?

Algo de lo que nada se habla en esa Estrategia ni en ningún otro lado es de la violencia etnoobstétrica antigitana, un concepto que hemos tenido que desarrollar para ilustrar un racismo específico e interseccionado que sufrimos las mujeres gitanas en el embarazo, parto y postparto y que tiene como intersección varias opresiones convertidas en una sola y contundente violencia que hace peligrar nuestra existencia y la que desciende de nosotras.

Tampoco se habla en la Estrategia de antigitanismo ni de cómo luchar contra el principal problema que sufrimos.

¿Qué quiero? Justicia y reparación
Si somos el 2% de la población deberíamos tener un 2% de control de todo a lo que a nosotras se refiera. Eso sería equidad. Y me refiero tanto a los presupuestos como a la toma de decisiones. Las políticas españolas hacia la población gitana no sólo están infradotadas económicamente sino que todo el proceso de toma de decisiones -eso que llaman gobernanza- está en manos de funcionarios payos. Aunque existe un Consejo Estatal del Pueblo Gitano, vicepresidido por una gitana que nos llena de orgullo como mujeres, es un órgano diseñado sin poder para incidir en dichas políticas.

También nos falta que se reconozca nuestra memoria histórica, que sea investigada, difundida, academizada y escrita por las propias personas gitanas, porque no es lo mismo lo que ves por tus ojos que lo que yo diquelo por mis sacáis y nuestra historia ha sido tan mal tratada -sin rigor y sin profesionalidad- que sólo nosotras podremos quitar las agujas de la paja porque casi todo lo que ya está escrito y compuesto ha sido mal interpretado por académicos payos mal intencionados. Y ya sabemos, mujeres feministas bien pensantes, lo que pasa cuando sólo los hombres escribieron, difundieron e interpretaron la historia, ¿verdad?

Con voluntad, sin mala sombra, con una mirada limpia, se puede cambiar y revertir esta situación.

Que nos pida perdón el Gobierno de España y el Rey y que se cree una comisión de la verdad que restituya la memoria histórica del Pueblo Gitano y planifique los necesarios procesos de compensación y de justicia reparadora que nos compense por el daño infligido y por los agravios que aún perviven.

Si nuestro presente es consecuencia del pasado, nuestro futuro debe basarse en la igualdad y la justicia.

 

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