La beata: un ente político

La beata: un ente político

Madeleine Preacher

Calle Las Beatas en Madrid
© Archivo HUM
Fragmento Plano Topográfico de Texeira, 1656
© 2016 Eduardo Valero García-HUM 016-001 BEATAS-GRILO
© 2016 Historia Urbana de Madrid ISSN 2444-1325

El día que nació mi hija, después de un parto de mierda, con cuatro puntos en el […]

Download PDF
21/09/2018

Madeleine Preacher

suscribete al periodismo feminista

Calle Las Beatas en Madrid
© Archivo HUM
Fragmento Plano Topográfico de Texeira, 1656
© 2016 Eduardo Valero García-HUM 016-001 BEATAS-GRILO
© 2016 Historia Urbana de Madrid ISSN 2444-1325

El día que nació mi hija, después de un parto de mierda, con cuatro puntos en el coño y el alma hecha un guiñapo, lo primero que dijo mi suegra fue: Es igualita a NOSOTROS.

Y nosotros no era yo. Eran ellos: su maridín-hijo, sus hijos-novios y toda su prole disfuncional.

Esa frase así dicha al bies, fue el principio de una escalada de improperios que se me iban clavando como estiletes, cada vez más hondo, en lo más profundo de mi sensibilidad. Disparaba a boca-jarro frases del tipo: no te preocupes que algún gesto sacará de ti, agugugutata que te me llevo al apartamento de la playa, a quién quieres más a mi o a tu madre, ¿otra vez te vas a sacar la teta?. Como el lenguaje es de todo menos inocente, a estas frases obscenas les siguieron sus consiguientes acciones repugnantes; como arrancarme a mi bebé de los brazos sin pedírmelo, llevárselo de la teta para hacerse una foto con él o cuestionar mi capacidad de cuidar a mi propia hija con gestos de todo tipo. Es decir, me estaba tratando como un vientre de alquiler, una máquina de hacer nietos, una mera paridora de sus vástagos.

Mi cuerpo, mi dolor, mi amor animal por mi bebé se la traían muy al pairo.

Cuando cogí un poco de aire después de este abuso, no por menos habitual menos abuso, vinieron las preguntas antropológicas: ¿Pero qué sucede con esta mujer si antes de tener a al bebé no era así? ¿Pero es que no ha sido ella también madre? ¿Pero qué coño le pasa?

Entonces un rayo de luz iluminó mi mente puerperal: esto que me hace ella ahora se lo hicieron a ella antes. Esta se la ha comido como yo me la estoy comiendo. Esta, esta… se ha pasado al lado oscuro. TRABAJA PARA ELLOS.

Como esos seres humanos que una vez mordidos por un vampiro se vuelven a su vez vampiros y ya no duermen jamás. Las pupilas dilatadas para siempre, los colmillos goteando sangre.

Entendí considerada a mi hija como patrimonio suyo porque había salido del aparato reproductor de su pequeño machito.

Entendí que si no actuaba a tiempo yo misma me iba a convertir en beata vampira y acabaría violentando mujeres y ofreciendo sus cuerpos al patriarcado.

Entendí que hablar con ella no servía de nada porque mentaba a su sufrimiento, a su abnegación, a dios y a la sagrada familia.

Ahora, después de dos años. Un poquillo más centrada pero igual de rebotada, me pregunto y pregunto a la comunidad:

¿Qué postura adoptar con las mujeres que violentan mujeres? ¿Son enemigas como los machitos? ¿Son víctimas o verdugos?

Queda pendiente la elaboración de un test: ¿Cuánto tienes de beata?

Yo por mi parte me someteré a examen todas las mañanas y me exigiré con el rigor del látigo cumplirlo de forma implacable.

(Continuará…con la elaboración del test por supuesto)

Download PDF
master violencia de género universidad de valencia
Etiquetas:

Artículos relacionados

Últimas publicaciones

ayuda a Gaza
Download PDF

Título

Ir a Arriba