Contradicciones de una feminista en la alfombra roja

Contradicciones de una feminista en la alfombra roja

Adaptación del texto de la actriz y directora de cine Leticia Dolera a los criterios de lectura fácil (LF) por Lectura Fácil Euskadi Irakurketa Erraza. Recomendamos su lectura en un ordenador por su mejor adaptabilidad.

Leticia Dolera y Manuel Burque entregando un premio Goya.

La actriz y directora de cine Leticia Dolera
escribe sobre las dudas que tuvo en la gala de los premios Goya de cine.

Ser una mujer feminista y vivir en una sociedad hetero-patriarcal
significa tener muchas contradicciones.
Si eres mujer, los periodistas preguntan:
¿qué ropa llevarás en la alfombra roja de la gala de los Premios Goya?
Yo respondo que no lo sé.
A veces respondo que voy a ir con pantalones y zapato plano
y me divierte ver cómo el periodista me mira sorprendido.
Esperan que vista elegante, con ropa cara y tacón alto.

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Me imagino en la alfombra roja de la gala como una Femen,
con una falda hecha de material reciclado
y enseñando mis pechos con un mensaje pintado,
“¿Dónde están las directoras?”.
Me imagino con otros mensajes como
“Nosotras también contamos la historia”
o “Más protagonistas femeninas”.
Luego pienso si tengo ovarios para hacerlo.
Mis amigos y amigas me dicen que no lo haga.
“Si vas con los pechos pintados como protesta
no volverás a trabajar de actriz, ni como directora.
Te acusarán de ser una activista y una desequilibrada.”

A mi me gusta ser activista.
Hacer películas es mi pasión y me hace feliz.
Creo en la importancia de contar historias
para cambiar las leyes, la política y la sociedad.
Las mujeres aparecemos menos y hablamos menos
en las películas que los hombres.
Si las mujeres no somos importantes en el cine,
¿somos importantes en la sociedad?

Cuando nos vestimos para la alfombra roja de los Goya
también contamos algo.
La apariencia cuenta algo.
Los hombres se visten y arreglan en 10 minutos.
Las mujeres tenemos el maquillaje, la peluquería,
la depilación… Tardamos más.

Me pregunto:
¿nos arreglamos tanto porque queremos
o lo hacemos porque nos han enseñado que tiene que ser así?
Como mujer feminista, ¿debería vestir de otra manera?

La respuesta es contradictoria, es sí y es no.
– Sí. Esta imagen de mujer arreglada, guapa, perfecta
viene de la literatura infantil y machista
donde nosotras somos princesas deseadas que no hacen nada
y los hombres actúan, resuelven problemas, son líderes.
– No. Puedo vestirme como quiera.
El vestido o los zapatos que una mujer lleve
no significa que no pueda ser líder, actuar y decidir.

¡Qué lío tengo!, ¡Qué contradicción!
Por suerte tengo amigas que se dedican a la moda,
y hablamos de la importancia que se da a la apariencia.
Confío en ellas y me aconsejan para la Gala.
Me pruebo un vestido precioso y me gusta.
¡Listo! En una tarde ya tengo lo que me voy a poner.

El día de la Gala
Llega el sábado, el día de la Gala de los Premios Goya.
Una maquilladora estupenda viene a tapar mis ojeras
y los granos de mi barbilla, me pone pestañas postizas…
Luego me peinan muy bien un moño que parece mal hecho.
Es una contradicción más.
Mientras poso frente a las cámaras en la alfombra roja
pienso en la atención de los periodistas en la apariencia,
en la lista que publicarán con las mujeres mejor vestidas…
No me gusta. ¿Qué hago aquí?

Mientras espero mi turno para entregar un premio Goya
pienso que mis zapatos de tacón son muy incómodos,
no comprendo por qué me los he puesto.
Veo a la cantante y actriz Ana Belén, elegante y serena,
que recoge su merecido Goya de Honor.
Pronuncia el primer discurso feminista de la noche
y lo hace con tacones altos y con vestido de alta costura.
Sus palabras son verdaderas, están bien dichas.
Viendo a esta artista entiendo que la atención
que despertamos las mujeres se puede utilizar
para contar lo que queremos contar.
Me animo, dejo de juzgarme y me levanto a aplaudir.

Me toca: voy a entregar el Goya con mi amigo Manuel Burque.
De camino al escenario le digo que me deje hablar antes:
quiero agradecer y apoyar el discurso de Ana Belén.
A Burque le parece bien, pero antes de salir al escenario,
un operario le pone un micrófono a él. A mí no.
– ¿Y si quiero decir algo al bajar las escaleras? – pregunto.
– Hablas cuando estés en el atril, que ahí sí hay micro.
En el atril debo decir las películas nominadas
y no creo que sea el momento de hacer un discurso.
Insisto para que el operario me ponga un micro.
– No hay tiempo. Es complicado ponerte un micro
con el vestido que llevas.

¿Llevar este vestido me impide decir lo que quiero?
Siento rabia. Estoy confusa, me pongo nerviosa
y en el atril leo mal el título de la película ganadora.

Ya veo que no puedo deshacerme de las dudas
y que tendré que aprender a convivir con ellas.
No quiero que las contradicciones se conviertan en culpa.
Yo no tengo la culpa. Las mujeres no tenemos la culpa.
Así pues, asumir las paradojas de mi propio feminismo
será mi nuevo reto personal, un reto hacia la libertad.

Os veo allí.





 

Femen: grupo feminista ruso que hace acciones reivindicativas y de protesta normalmente mostrando los pechos al desnudo.

 

 

 

 

 

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