De pollas de plástico a juguetes sexuales que empoderan

De pollas de plástico a juguetes sexuales que empoderan

Las tiendas eróticas han servido para dar a conocer que otra vida sexual, más allá del coito, es posible. Y han sido testigos y partícipes de la visibilización de los deseos y prácticas sexuales diversos.

12/06/2018

Marta Molas*

Ilustración de Pink Bits

El arnés y el dildo como armas de empoderamiento masivo./ Ilustración de Pink Bits

Llega una pareja heterosexual a la tienda erótica en la que trabajo y él (normalmente señor apuesto heteronormativo) pregunta por un dildo anal. “¿Unisex, prostático, con algún complemento en especial?”, contesto con otra interrogación. Ríen nerviosos y comentan que se han decidido por el sexo trasero. “Para penetrarla a ella”, aclara otra vez el hombre cis. Ella, sonríe, una no sabe muy bien, si por complacer al machirulo de novio que le ha tocado o si porque la idea le seduce de lo más. “Los plugs anales, en general, son unisex”, yo también sonrío, “todos podemos ser penetrados”, replico, y ella repite sonrisita, esta vez, mirando a los ojos de él. Estoy segura que vía telepatía, le dice “ves cariño, tú también puedes…”.

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Me encantan estas situaciones parejiles que pasan en la juguetería. Tengo turno una vez a la semana y poder confrontar los patrones heterosexuales más tradicionales con un plug delante es una sensación vertiginosa y complaciente a la vez. Porque aunque cada día viene alguien a pedirte o contarte un prejuicio (hetero, lésbico, gayer, los hay de todo tipo); cada día puedes sorprenderte con un juguete nuevo que rompe todos los esquemas o alegrarte porque una persona descubre allí que otro mundo sexual y relacional es posible.

El arnés como arma de empoderamiento

Siguiendo con el ejemplo de la parejita heteronormativa y el sexo anal, querría dar un primer aplauso al arnés y su consecuente dildo, como arma de empoderamiento masivo. Si hasta el momento un arnés con dildo (hueco) solo había sido utilizado por hombres cis que necesitan conseguir una erección para penetrar a “sus mujeres sedientas de quedarse completas”; o tenía un uso secundario por mujeres cis lesbianas que lo “necesitaban” junto a un falo (no hueco) para conseguir placer, hoy el arnés se está universalizando. Las parejas heterosexuales cambian los roles y ellas se atreven a vestirse el cinturón para penetrar a sus machotes por detrás. Para el colectivo trans, el arnés y sus dildos son una ayuda más en el empoderamiento de su cuerpo y la búsqueda del placer. Y parejas de mujeres con vagina, buscan arneses y dildos, sí, pero sin tener que recurrir a pollas venosas de plástico realista que para nada les ponen. Las más diversas marcas ofrecen hoy dildos de colores, naífs o futuristas, que recuerdan más a vibradores de placer que al órgano erecto fálico de toda la vida. ¡Al loro esta primavera, porque van a llegar los dildos Pride! Dildos de silicona flexible con los colores de la bandera del orgullo gay.

Espacios publicitarios aparte, prosigamos: lo mismo pasa con los dildos dobles. Estos elementos flexibles y sedosos de placer, ya no se usan solo como unión de la tradicional tijereta tortillera, sino que, en sus distintos largos y grosores, unen otros cuerpos entre anos, o anos y vaginas. Todo vale en la viña de Cupido.

¿Sexo? Sin coitofronteras

Si de algo han servido las tiendas eróticas (déjenme que ya no las llame sexshops, por lo óscuro del término), es para dar a conocer que otra vida sexual, más allá del coito, es posible. En las estanterías de estos almacenes del amor encontraremos vicios para todas las partes del cuerpo: estimuladores de clítoris que sorben, succionan, vibran o calientan uno de los órganos de placer más exitosos; juguetes o geles que estimulan pechos y pezones, a través del calor, la estimulación química, la vibración o la succión; o juguetes prostáticos (que estimulan el famoso Punto P, es decir, la próstata) que demuestran que por el culo también se obtiene mucho placer.

Sexo más allá del erotismo o viceversa

Y pongámonos superficiales. Modo hípster on. Una tendencia cada día más en auge dentro y fuera de estas tiendas es que el sexo y el erotismo han traspasado sus tradicionales fronteras. Los arneses, cinturones, correas y collares del BDSM se han popularizado y frivolizado hasta el punto de lucirse en fiestas y raves encima de camisetas y tops. El clítoris o los pezones, tradicionalmente tapados y solo insinuados, han pasado a convertirse en objeto de culto para los broches de un collar o de unos pendientes. Las esposas de reteción son ahora brazaletes de bisutería fina que se lucen para una cena romántica y que más tarde, harán su función, uniéndose entre ellas. Y las tardes de domingo, ya no las pasamos viendo películas de serie B bajo la manta del sofá: mejor nos vamos al taller de cuerdas de Shibari al centro social del barrio, donde erotismo, mística y arte se mezclan cual ensalada César. Varios intereses y deseos diversos conviven en estas prácticas: el culto al cuerpo, el gusto por lo sexual, el exponer públicamente que pertenecemos a un grupo u otro de practicante o voyeur sexual o el enorgullecimiento de proclamar a los cuatro vientos que ¡el clítoris también existe!

¡Hola, trans!

¿Pero es todo apariciencia y desenfreno? Nanai. Reivindico también las tiendas eróticas como espacios activistas, feministas y de revolución social. Ayudar a cualquiera a conocer más su cuerpo y a obtener placer y autoconocimiento es una de las tareas básicas de les dependientes de estos templos erótico festivos: todas y todos son bienvenidos si de autoconocimiento y placer se trata. Desde ayudar a una viuda de 70 años que entra hoy contenta como niña con zapatos nuevos a por su primer vibrador hasta poder ofrecer a las personas trans un lugar donde facilitarles la vida, las ideas y el gozo. Y digo la vida, porque en los establecimientos dedicados a juguetes y complementos eróticos, este colectivo puede encontrar gadgets destinados a elles, como Go Girl, un facilitador para orinar de pie pensado para cuerpos con vaginas. Digo ideas, porque en estos comercios podremos encontrar montañas de ensayo y literatura queer, desde biblias como las de Gerard Coll-Planas o Miquel Missé hasta joyas de la editorial Egales. Y digo gozo, porque empiezan a encontrarse juguetes, lencería y complementos exclusivamente dedicados a elles. Mención especial para Trans Lingerie, la primera empresa de lencería española para mujeres y hombres trans, con diseños cómodos, adaptados y muy muy eróticos. Y km 0. ¡Lujazo!

Del sexo al amor

Y último apunte: de la capacidad de estos bazares de hacer tambalear el sistema relacional impuesto. Si aceptamos que tradicional y socialmente se nos ha amedrentado con el modelo relacional heteropatriarcal: parejas de cuerpos cis heteros con anillo, liga, medias naranjas y hasta que la muerte nos separe, los negocios de juguetes eróticos ponen sobre el mostrador modelos relacionales tan antiguos como la historia pero novedosos por la posibilidad, en pleno siglo XXI, de acercarnos a ellos, de probarlos y de confesar durante la cena de Navidad nuestro nuevo estatus relacional. Los juegos de mesa eróticos nos proponen orgías e intercambios de pareja; los masturbadores para penes y vibradores vaginales y/o clitorianos nos recuerdan que sexo y relación en pareja no tienen porqué ir de la mano; y en las estanterías de libros sexuales, destacan Opening Up y Ética Promiscua como biblias del poliamor, bestsellers por Sant Jordi. ¿Será el futuro poliamoroso? Up to you, of course.


*Marta Molas es periodista, comunicadora y divulgadora sexual. Feminista, izquierdosa, escribiendo para demostrar que otro mundo sí es posible. Socia de la cooperativa La Clara Comunicación y responsable de comunicación de amantis.

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