“El culturismo es la llave que me permite traspasar los límites del binarismo de género”

“El culturismo es la llave que me permite traspasar los límites del binarismo de género”

Siufung Law es un joven transgénero y ‘genderqueer’ de Hong Kong que encontró en el culturismo una manera de masculinizar su cuerpo sin pasar por la cirugía. Tener que competir en la categoría femenina, con bikini y maquillaje, le permitió al mismo tiempo volver a disfrutar con la feminidad.

20/04/2018

Ismael Arana./ Hong Kong

Siufung Law entrenando en el gimnasio. Foto: Ismael Arana Urtiaga

Siufung Law entrenando en el gimnasio./ Foto: Ismael Arana Urtiaga

A Siufung Law le ha llevado años de aprendizaje y autodescubrimiento sentirse cómodo con su identidad de género. Asignado mujer al nacer hace 27 años en Hong Kong (China), se identifica socialmente como hombre a la par que compite en la categoría femenina de los torneos de culturismo, una actividad deportiva que le sirve para lograr su tipo de cuerpo ideal sin someterse a ninguna cirugía. Activista genderqueer en favor de los derechos de los colectivos LGTB y parte del equipo que ha logrado que una ciudad asiática acoja por primera vez los Juegos Gay (en 2022), Siufung habla sobre su experiencia en los pasillos de la Universidad de Hong Kong, donde se está especializando en estudios de género.

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¿Cómo fue tu infancia y ese despertar a la adolescencia y la sexualidad?

De pequeña, yo era la típica niña a la que le gustaban las llamadas cosas de chicas, como los vestidos rosas o peinarme la melena. Cuando tenía 12 o 13 años, me quedé prendada de una compañera de clase. Fue entonces cuando un amigo me dijo que eso no era lo habitual y, explorando un poco más, entré en contacto con términos como lesbiana o gay. Hasta entonces no sabía ni que existían, creo que en parte porque las películas o las canciones de esa época apenas retrataban sexualidades que se salieran de la norma heterosexual.

“ENTRÉ EN CONTACTO CON PERSONAS TRANS Y VI QUE MI EXPERIENCIA ERA MÁS CERCANA A LA SUYA QUE A LA DE LAS LESBIANAS, EN UN MOMENTO EN EL QUE TAMBIÉN ME EMPEZABAN A ATRAER LOS CHICOS”

En el instituto tuve varias relaciones con chicas con las que adopté un rol más masculino, cortándome mucho el pelo y llevando ropa de chico. Aquella no fue una época fácil. Vengo de una familia muy católica, y lo que yo sentía era supuestamente pecado. Además, mi padre enseñaba biología en el centro donde yo estudiaba, por lo que le llegaban rumores constantemente. Entre mis padres, la religión, el colegio… todos me hacían ver que lo que sentía estaba mal. Me reprimí mucho durante aquellos años y, visto desde la distancia, creo que estuve muy deprimido.

A los 18 años, salía con una chica mayor que yo muy involucrada en el movimiento LGTB de la ciudad. Un día, ella me dijo que pensaba que yo podía ser trans y empezó a pasarme libros sobre el tema. Aquello me expuso a nuevos conceptos y teorías y me empujó a saber más sobre cuestiones de género. También me introdujo en los círculos transgénero de Hong Kong. Me fascinó conocerles, y su contacto me sirvió para ver que mi experiencia era más cercana a la suya que a la de las lesbianas, más aún en un momento en el que también me empezaban a atraer los chicos. Fue un descubrimiento que me hizo plantearme muchas cosas.

Luego pasaste a estudiar en la universidad. ¿Cómo fue aquel cambio, dejar atrás la presión de tener a tu padre tan cerca y ganar mayor libertad en tu día a día?

Cuando comencé la carrera de Literatura Comparada, decidí que quería dedicarme a los estudios sobre sexualidad y transgénero. Empecé a profundizar en el contexto asiático, que es bastante diferente al europeo o estadounidense, sobre todo porque aquí la gran mayoría se somete a alguna operación de transición. Por entonces yo ya me identificaba como hombre transgénero, aunque desde un principio no encajé en la corriente principal porque tenía muy claro que no pasaría por quirófano. Uno, porque adoro mi vagina y no quiero cambiarla por nada. Y dos, porque soy una persona muy estética a la que no le gustan las cicatrices y no quiero correr el riesgo de que algo vaya mal.

¿Y fue entonces cuando entró en juego el culturismo?

Así es. En el instituto, mis padres no querían que practicara ningún deporte para que no desarrollara los músculos, decían que ya había demasiados rumores sobre si era lesbiana, tomboy, etc. Pero en la universidad tenía más espacio y empecé a hacer de todo: correr, remo y, en 2014, culturismo. Por entonces, mi mayor preocupación era el pecho y si había alguna forma de hacerlo más masculino de manera natural. Empecé a fijarme en las culturistas que compiten por todo el mundo, sobre todo en Estados Unidos, y resultó muy inspirador ver cómo las mujeres eran capaces de construir un físico tan masculino a través del deporte. Algo hizo clic en mi cabeza y me di cuenta de que los músculos no tienen género, que solo varía su tamaño. Ahí decidí experimentar con mi cuerpo y ver si podía transformar mi grasa del pecho en músculo.

El culturismo es un deporte fascinante en parte porque es muy contradictorio: crea a las mujeres más musculadas del mundo a la vez que regula hasta el mínimo detalle su feminidad. Por ejemplo, en una competición, no sólo se juzgan tus músculos, sino también tu peinado, maquillaje, indumentaria o incluso tu forma de caminar o de saludar, que debe ser lo más femeninas posible según los parámetros que en este mundillo maneja.

Siufung Law en una competición./ Foto cedida por él

Siufung Law en una competición./ Foto cedida por él

Y empezaste a participar en las competiciones.

Fue mi entrenador quien me animó a competir, algo que me encanta. Como legalmente soy mujer, sólo se me permitía participar en la categoría femenina. Antes de mi primer torneo, mi mayor problema era tener que vestir un bikini en el escenario, una prenda que nunca había llevado porque para mí representaba algo que no quería ser. Pero al igual que con los músculos, aprendí que somos las personas las que ponemos etiquetas binarias a la ropa, pero que si la tratas como algo neutral, tan solo es un atuendo a lucir sobre un escenario. También me di cuenta de que me divertía maquillarme o peinarme para dar con un look más femenino en la competición. Vi me gustaba estar ahí como mujer, que no quería resistirme a mi feminidad y que incluso la disfrutaba.

¿Fue entonces cuando te identificaste como genderqueer?

Sí. El culturismo me dio la oportunidad de expresar una parte de mi ser que durante años había tratado de suprimir, fue la llave que me permitió explorar y traspasar los límites que nos impone la sociedad con su construcción binaria de género. Poco a poco descubrí que no pienso en mí como hombre o mujer, sino como una combinación de los dos, por lo que empecé a pensar que no era un transgénero al uso. Socialmente, estoy más cómodo como hombre, pero en el gimnasio o compitiendo me gusta tener esa identidad femenina y poder demostrar que las mujeres podemos ser musculosas y bellas a la vez.

“SOCIALMENTE, ESTOY MÁS CÓMODO COMO HOMBRE, PERO EN EL GIMNASIO O COMPITIENDO ME GUSTA TENER ESA IDENTIDAD FEMENINA Y PODER DEMOSTRAR QUE LAS MUJERES PODEMOS SER MUSCULOSAS Y BELLAS A LA VEZ”

Lo de identificarme como genderqueer llegó gracias a un libro de fotografía que me llegó y en el que se identificaba a varias personas como no binarias, de género fluido o genderqueer. Lo encontré muy esclarecedor. En Asia no tenemos todavía este tipo de lenguaje muy desarrollado. Hay gente que se asocia con conceptos de género no binarios pero no conoce la categoría con la que identificarse. Habrá gente que piense que no es necesario etiquetarte a ti mismo, pero yo creo que es importante porque te puede servir como vía para entenderte. En mi opinión, una vez que sabes en qué categoría encajas o en cuál de todas las posibles te sientes más cómodo, ganas confianza en ti mismo, ya que descubres que no estás equivocado y que hay un espacio para ti.

Dices que no quieres someterte a ninguna cirugía, pero ¿qué hay de la hormonación? ¿Y de la opción de tomar anabolizantes para tu actividad como culturista?

Lo siento, pero este es un asunto bastante sensible al que no quiero contestar. Solo digo que muchos culturistas toman esteroides, incluida testosterona, y es algo normal que no se debería demonizar tanto. Creo en la libertad de cada persona, y para mí, mientras sepas los riesgos y consecuencias de lo que haces y tomes las precauciones adecuadas, está bien.

¿Es Siufung Law tu nombre de pila? Si lo es, ¿alguna vez has pensado o tratado de cambiarlo?

No, Siufung es un apodo, un seudónimo válido tanto para chicos como para chicas que adopté cuando empecé a escribir poesía, pero que se convirtió en la forma en la que todo el mundo me llama. Se traduce como “pequeña influencia”. 

“CAMBIAR DE NOMBRE EN HONG KONG ES UN MERO PROCEDIMIENTO ADMINISTRATIVO, PERO PARA EL GÉNERO LA LEY EXIGE SOMETERSE A CIRUGÍA”
El nombre que mis padres me pusieron al nacer y que aparece en mi documentación es Law Wang Ling. En cantonés, es un nombre muy femenino y poético, que significa algo así como “mi espiritualidad es como un tesoro escondido”. Aunque conforme crecía dejó de gustarme, la cultura china me enseñó que el nombre es algo que tus padres te han dado, por lo que para mí es una forma de respeto hacia ellos el mantenerlo. Además, ahora también aprecio la femineidad que lleva aparejada, por lo que siento que no quiero cambiarlo, y suelo emplearlo en el entorno académico y de investigación.

¿Y qué hay de tú género en los documentos oficiales, existe la opción de cambiarlo en Hong Kong?

Cambiar de nombre es un mero procedimiento administrativo, pagas la tasa correspondiente y ya está. Pero para el género es más complicado. Primero, la ley establece que la persona se tiene que someter a una cirugía de reasignación de sexo (por ejemplo, si naciste mujer, se pide que te extirpen ciertos órganos reproductivos como el útero y que te construyan una “cierta forma de pene”). Con el documento acreditativo de que te has sometido a la operación expedido por un médico certificado puedes ir al registro y cambiar tu género en el DNI o el pasaporte.

Es un asunto que genera controversia, ya que muchas personas transexuales o simpatizantes del movimiento LGTB están presionando para que el Gobierno elimine el requisito de la cirugía para cambiar legalmente de sexo, e incluso tres hombres transgénero han llevado el caso hasta el Tribunal Supremo.

[NOTA DEL PERIODISTA: Hong Kong, que durante más de siglo y medio fue una colonia británica, volvió bajo soberanía de China en 1997 bajo un régimen especial conocido como “un país dos sistemas”, que le garantiza mayores libertades y derechos y un sistema legal y judicial propio e independiente al del resto del país]

¿Y qué pasa con aquellas personas que no tienen dinero suficiente para pagarse una operación?

Aquellas personas que quieran tomar hormonas o someterse a cirugía de reasignación pueden acudir al sistema público de salud, el Gobierno cubre la mayor parte de los costes. Pero hay desafíos que van más allá de esos costes. Por ejemplo, muchas personas transexuales tienen que dejar su trabajo antes pasar por quirófano o tienen enormes problemas para encontrar uno después de operarse, más aún en una ciudad como ésta en la que no hay una ley que nos proteja contra la discriminación.

Como para muchas otras cosas, en general todo es más fácil cuando uno cuenta con recursos económicos propios o pertenece a las clases adineradas. Más dinero suele traducirse en mejor educación, lo que sirve para conocer mejor tus derechos o saber cómo encontrar apoyos o ayuda (como las que proporciona el Gobierno). Las personas con menos recursos pueden tener más dificultades, con más problemas para encontrar trabajo, de movilidad, etc. En general, la familia, clase social, educación o situación financiera son claves para un colectivo que, por lo general, es de los más vulnerables.

"Cuando empecé con el culturismo, mi madre lo odiaba, pero desde que me vio competir me apoya más", cuenta Siufung Law./ Foto cedida

“Cuando empecé con el culturismo, mi madre lo odiaba, pero desde que me vio competir me apoya más”, cuenta Siufung Law./ Foto cedida

¿Cómo vives entonces esa contradicción que se respira en Hong Kong, como una región moderna y en la que al mismo tiempo persiste un modelo conservador poco dado a reconocer disidencias de género?

Como en otros lugares, la gente joven es más abierta de mente y todo es más fácil con ellos. Pero todavía hay una fuerte presencia y arraigo de los valores tradicionales chinos, por lo que mucha gente me ve como un bicho raro y no deseable. Tampoco ayuda mucho el papel de los medios tradicionales, que siguen presentando a las personas LGTB generalmente de forma negativa. Por eso me gusta acudir a charlas y entrevistas. No soy ningún portavoz de un colectivo, de hecho ni siquiera pertenezco a la corriente principal de la comunidad transgénero de Hong Kong, pero mi voz sí que representa a un cierto tipo de personas que merecen ser escuchadas.

“USO LOS VESTUARIOS FEMENINOS POR COHERENCIA CON MI IDENTIDAD CULTURISTA, PERO HAY MUJERES QUE SE SIENTEN AMENAZADAS POR MI PRESENCIA EN ELLOS”
Como la gran mayoría de personas transgénero, he sufrido discriminación. Antes me enfadaba mucho con quien me atacaba, solía discutir agriamente, pero con el tiempo he aprendido a tratar su negatividad con paciencia y educación. Recuerdo varios episodios en los vestuarios femeninos del gimnasio, que son los que uso para ser coherente con mi identidad culturista. Ha habido mujeres que se han sentido amenazadas con mi cuerpo y mi presencia. Las entiendo, pero creo que también es importante enseñarles que hay otro tipo de mujeres en el mundo, sobre todo en Asia, donde estamos expuestos a un esquema muy rígido de género. Hay que aprender a respetar a todo tipo de personas.

¿Y con tu familia?

Tengo dos hermanas menores con las que me llevo genial y me apoyan en todo. Con mis padres, que son muy conservadores, es diferente, pero nuestra relación ha mejorado gradualmente con el tiempo e intentan aceptarme como soy. Mi padre dice que he elegido un camino difícil que me tengo que labrar, pero por lo menos no está en contra e incluso me ha llegado a dejar ropa o bromear sobre la situación. Cuando empecé con el culturismo, mi madre lo odiaba y decía que mis músculos eran horribles. Pero en 2016 empezó a sentir curiosidad y, cuando competí en Hong Kong, vino a verme. Ese día algo cambió y desde entonces me apoya más. ¡Ahora incluso me pide que le mande fotos para enseñárselas a sus amigas!

¿Qué te aportarán los Juegos Gay de 2022 a ti y a la ciudad?

Es algo francamente bueno. Esta será la primera vez que una ciudad asiática los organice y esperamos que suponga un empujón para el movimiento por la igualdad y los derechos humanos en en la región. A nivel personal, estamos negociando que en algunos deportes como el culturismo se incluya una tercera categoría junto a la masculina y la femenina, ya sea transgénero o que no tenga etiqueta. Transmitiría un mensaje muy positivo a la comunidad trans de Asia, pero quedan muchas cosas por cerrar.

Por ahora, las autoridades locales se han mostrado ambiguas, diciendo que apoyan la igualdad pero que no quieren que parezca que favorecen a determinados colectivos. En Hong Kong, es necesario que de una vez se aprueben las leyes contra la discriminación de las personas LGTB que llevamos años promoviendo. La discriminación no desaparecerá de un día para otro, pero por lo menos habrá una base legal para protegernos y lograr igualdad. Sería hermoso lograr que los honkoneses celebren la diversidad y la diferencia, espero que se logre con las nuevas generaciones.

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