La crisis de los cuidados

La crisis de los cuidados

No tenemos para cuidarnos, ni forma alguna de poder combinar el trabajo con los horarios escolares y ahora se culpa a las mujeres de desequilibrar el modelo previo de reparto de trabajos.

23/09/2017

Silvia López

El trabajo de cuidados es una actividad compleja porque incluye tanto tareas concretas a realizar como actividades de gestión y organización. En estas últimas no existe un tiempo específico a dedicar.

El cuidado de menores y personas grandes o enfermas es uno de los aspectos más críticos del trabajo familiar doméstico y que repercuten con más fuerza en cómo organizar el tiempo de trabajo y en la vida de las personas, en concreto en la de las mujeres.

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Por otro lado, normalmente cuando no se hace un trabajo de cuidados, como por ejemplo cambiar pañales, y se hacen actividades de vigilancia, no se tiene la consciencia de estar realizando cuidados.

A todo lo mencionado anteriormente, se suma el hecho de que actualmente no hay tiempos para cuidarnos, ni dinero para comprar la atención ni tampoco forma alguna de poder combinar el trabajo con los horarios escolares. Se dan como causas de ello desde la crisis de los valores y formas tradicionales de convivencia, pasando por los cambios que se están dando en la sociedad, llegando hasta la idea de que la incorporación de la mujer al mundo laboral ha desequilibrado el modelo previo de reparto de trabajos. Todas estas teorías no ponen en cuestión la organización social del trabajo. Y es que la realidad actual de los cuidados concierne al hecho de que se está externalizando el hogar, es decir, muchas de las tareas que antes se realizaban en el hogar ahora se resuelven en el mercado. Por otro lado, existe un desequilibrio entre las medidas de carácter laboral y la provisión de servicios de apoyo. Por último, en referencia a los servicios de atención a la dependencia, estos son muy insuficientes, y los que surgen están privatizados (a lo cual debemos añadir la sanidad y la educación específicamente), lo cual significa que solamente son accesibles para aquellas personas que pueden costeárselos.

Un aspecto importante en la precarización de la vida son los recortes sociales y laborales, la exigencia de total disponibilidad en el trabajo, la movilidad, la inestabilidad, la privatización de los espacios públicos, etc. Todos estos factores generan un problema de falta de tiempo que se ve como un problema individualizado, ya que las redes de apoyo se han debilitado.

La crisis de cuidados niega los derechos individuales: derecho a ser cuidada en las condiciones dignas, el derecho a no cuidar y el derecho al tiempo. El derecho a cuidar se ha convertido en un deber femenino pero también en un privilegio asociado a un tipo determinado de mujeres. Pero, ¿por qué decimos que es un privilegio de algunas mujeres? Las leyes de extranjería y las  condiciones laborales actuales suponen el negar el derecho a cuidar a muchas mujeres migrantes. Por otro lado, muchas mujeres con discapacidad no pueden ser madres porque existe una gran promoción de la esterilización.

Por ello es importante poder investigar sobre las posibilidades de poder transformar esta crisis de los cuidados, que podría pasar por valorar el cuidado y ligar la actual estructura socioeconómica con la heteronormatividad y de los cuerpos.

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