Soy feminista…

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07/03/2017

Ana Ojea y Carme Adán, profesoras del IES Politécnico de Vigo.

 

Existen palabras que asustan. Feminismo es una de ellas. Su sola mención crea una atmósfera que exige de la adhesión incondicional o del rechazo frontal del auditorio. Imposible la indiferencia.

La épica de luchas comprometidas, de revoluciones silenciosas, de trabajo colectivo es el pegamento de la adhesión. Una especie de cadena de sororidad nos lleva junto a Rosalía de Castro y Virginia Woolf porque queremos una habitación propia; a caminar codo con codo con las sufragistas para conseguir nuestro legítimo derecho a votar, a gritar con un centenar de mujeres en la fábrica de Sirtwood Cotton en 1908, quemadas vivas por ponernos en huelga, a aplaudir entusiastas en la Segunda Conferencia Internacional de Mujeres Trabajadoras de 1910, proclamando el 8 de marzo como el Día internacional de la mujer trabajadora, a indignarnos al ver la cabeza de Olimpia de Gouges rodar sobre el patíbulo tras escribir la Declaración de los derechos de la Mujer y la Ciudadana en la supuesta revolución de la libertad y la fraternidad, a apretar los dientes en el justo momento en el que Judith decapita a Holofernes gracias al pincel de Artemisia o a sentir los golpes de las piedras que abatieron a Hipatia de Alejandría por el crimen de… pensar.

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El rechazo surge, más bien, de la lógica de quien desea mantener los privilegios. Surge del miedo a ver tambalearse un orden establecido injusto y discriminatorio. Un orden que se beneficia del trabajo gratuito de las mujeres, ese que se hace por amor y permite que las casas funcionen, que los niños y las niñas crezcan, que las personas mayores estén cuidadas… ese que no se incluye en el PIB pero hace que el mundo gire todos los días.

Existen palabras que acompañan. Feminismo es una de ellas. Su naturaleza poliédrica permite construir mundos diferentes, menos dominadores para mujeres y hombres. Nuevas formas de pensarnos, relacionarnos, desearnos, vivirnos…

Feminismo es una palabra lente, nos permite ver, descubrir la discriminación en ese momento sin importancia en el que un hombre te llama por el diminutivo, en ese chiste tan gracioso sobre mujeres y sexo, en esa mirada despectiva cuando hablas en público, en ese 20% menos de salario por el mismo trabajo, en esos cuerpos sin vida de las mujeres asesinadas.

Feminismo es una palabra herramienta, permite crear, construir derechos universales, el derecho al voto, a la coeducación, a la libre decisión sobre el propio cuerpo, a la libre orientación sexual, a la igualdad salarial, a la vida libre de violencia.

Este 8 de marzo en el IES Politécnico de Vigo quisimos escuchar qué es el feminismo para el alumnado. Descubrimos que detrás de una generación criada en el espejismo de la igualdad reside un grito claro por la libertad. Esperamos que disfrutéis tanto de la videocreación “Son feminista…”, que circula por la red, como lo hicimos nosotras pensándola y realizándola. Un pequeño trabajo, un pequeño paso en un andar colectivo.

De entre todas las deidades, la diosa de las pequeñas cosas destaca por ser claramente feminista.

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