Los absolutistas de la libertad de expresión

Los absolutistas de la libertad de expresión

Gente convencida de estar en posesión de la verdad absoluta, comete actos de odio y transfobia contra las personas trans y al mismo tiempo se amparan en la libertad de expresión. Lo preocupante es que intelectuales progresistas y feministas también introduzcan la duda en el debate.

07/03/2017

Mar Cambrollé, presidenta de la Plataforma por los Derechos Trans

Viñeta de J.R. Mora para Ctxt.es

Viñeta de J.R. Mora para Ctxt.es

Cuando las entidades, las y los activistas trans denunciamos o actuamos ante una acción pública, por la publicación de un libro o un artículo en particular, por considerar que menoscaban derechos, nos deshumanizan, niegan nuestras legítimas identidades y/o nos perpetuán en la discriminación, inevitablemente aparecen afirmaciones diciendo que tales denuncias amenazan la “libertad de expresión” y que constituyen “censura”.

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Recientemente hemos asistido a actos de odio y transfobia contra las personas trans. Hace un mes en páginas de Facebook supuestamente “feministas” y anti patriarcales, se vertían comentarios y afirmaciones que no solo cuestionaban la identidad de las mujeres trans, negándoles derechos en equidad con las mujeres cis, sino que se les consideraban “potencialmente violadores” por haber nacido con pene, en consecuencia se pedía la exclusión de mujeres trans de los espacios de mujeres. Las razones en defensa de tales declaraciones transfóbicas se justificaban desde el discurso psicomédico de la transexualidad y desde el esencialismo biogenital, que no se sostienen por carecer de objetividad científica y empírica.

Hace unos días el vergonzoso “Bus Transfóbico”, que respondía a una campaña de la entidad Hazte Oir, aseveraba lo siguiente: “los niños tienen pene”, “las niñas tienen vulva”; negando la diversidad de identidades, la dignidad e imagen de las personas trans, cebándose con alevosía contra la infancia y la juventud.

Los voceros de Hazte Oir, nos han tachado reiteradamente de “inquisición gay”, “lobby gay”, “ideología del género”… Cuando hacen estas afirmaciones parecen utilizar el espejo del absolutismo donde se miran. Ejercen la doble agresión –primero te agredo, cuando te defiendes lo niego y te vuelvo agredir-. Gente convencida de estar en posesión de la verdad absoluta, apelando a una tendenciosa interpretación de la libertad de expresión.

Que los “absolutistas de la libertad de expresión” estén convencidos de su “verdad” absoluta, no es casual, lo lamentable es escuchar a intelectuales, periodistas, “feministas” y gente “progresista”, que condenan los hechos, pero antagónicamente en un acto de malabarismo teórico ejercido desde el supremaCismo, defienden el mal uso de la libertad de expresión. Personas que en otras situaciones, como arremeter contra las mujeres, negros, inmigrantes, gays, lesbianas… tendrían claro donde están los límites de esta libertad de expresión, si es con las personas trans introducen en el debate la “duda”.

El discurso de odio y otros actos del lenguaje diseñados para hostigar, intimidar y menoscabar derechos, se usan rutinariamente para coartar otras libertades como la dignidad, identidad, honor e imagen. Los absolutistas de la libertad de expresión tienden a no considerar o apreciar plenamente esto, probablemente porque la mayoría de ellos nunca se han sentido silenciados por el odio y la intolerancia sistemática.

La Constitución española en el título primero, sobre los derechos y deberes fundamentales, en su artículo 20, garantiza: “A expresar y difundir libremente los pensamientos, ideas y opiniones mediante la palabra, el escrito o cualquier otro medio de reproducción”. Estableciendo como límites también derechos fundamentales, así expresamente en el mismo artículo 20, punto 4, dice: “Estas libertades tienen su límite en el respeto a los derechos reconocidos en este Título, en los preceptos de las leyes que lo desarrollen y, especialmente, en el derecho al honor, a la intimidad, a la propia imagen y a la protección de la juventud y de la infancia”.

Por tanto se desprende de la propia constitución que la libertad de expresión no puede ser utilizada para menoscabar derechos y/o difundir odio contra las personas, destacando la infancia y la juventud.

Los derechos, la dignidad, el honor, la identidad y la intimidad de las personas trans no han de ser objeto de debate.

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