Hasta el moño de quienes reparten ‘los carnets de feminista’
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M. José López
Estoy hasta el moño de esas personas que reparten carnets de feminista. Aparentemente, se está poniendo en práctica una cada vez más asidua tendencia a negar la entrada al Olimpo de las Feministas a todas aquellas que no estén de acuerdo con ciertos parámetros que según ‘algun@s’ no se consideran feministas, y así públicamente son quemadas en la hoguera, no sin antes, por supuesto, retirarles el carnet de feminista.
No, no se me ha ido la olla. Me explico. He aquí este preciado titular “Amarna Miller no es feminista”*. Y antes de que empecéis a linchar a quien escribe, os diré, que sí, que lleváis razón. Amarna Miller habla desde una posición de privilegio, cumpliendo a raja tabla los encorsetados y patriarcales cánones de belleza y bla, bla, bla. Pero esto no va de Amarna Miller, no va de Amarna Miller.
Esto va de sororidad y de división.
“Las apariciones y opiniones de Amarna Miller no consiguen sino dividir el movimiento” dice el autor (que también tiene lo suyo que el autor desde su posición de privilegio venga a decidirle a esta tal Amarna – que no es feminista y que se encuentra en una posición de privilegio. Pero vaya, ese es otro tema. A mí sinceramente me ha igual que el dichoso artículo lo haya escrito él, ella o elle.
¿Dividir el movimiento? Lo dividen quienes a diario conceden y retiran carnets de feministas, lo dividen quienes trabajan desde un feminismo exclusivo y desde una legitimidad auto-impuesta para dictaminar lo que significa ser feminista o no serlo, lo dividen quienes no trabajan desde las relaciones sororarias, lo dividen quienes realizan crítica pero sin el adjetivo constructiva.
La nefasta capacidad del movimiento feminista para trabajar desde un enfoque inclusivo, desde la horizontalidad de nuestras posiciones nos rompe, nos debilita.
Esto va de las divisiones entre feministas que apoyan la despenalización de la prostitución, las que apoyan su legalización o aquellas que apelan por su abolición; de las divisiones entre las que opinan que el feminismo islámico no existe y las feministas que acusan a las primeras de feministas neo-coloniales; de las divisiones entre feministas a nivel intergeneracional por priorizar unas luchas u otras; de las divisiones entre las feministas que consideran el térmnino ‘pornografía feminista’ un oximorón y aquellas que defienden el ‘postporno’; esto va, a fin de cuentas, de sororidad.
Amo infinitamente la capacidad de crítica y auto-crítica del movimiento feminista, señal latente de que sigue vivo y en lucha. Pero me desconciertan y me frustran las relaciones adversas que, hoy más que nunca, se elevan frente a nosotras. No creo que el movimiento feminista nunca antes haya estado tan aterradoramente dividido.
Utilicemos los espacios feministas para el análisis crítico de una manera constructiva y sororaria, porque desgraciadamente para debilitarnos, fragilizarnos y dividirnos ya existe una amplia comunidad.
Por eso, esto no va de Amarna Miller, ella es solo la excusa para visibilizar una lucha que nos debilita, que no es otra que la feroz deslegitimación de unas frente a otras a la que asistimos de un tiempo a esta parte.
*Artículo de Carlos Criado en Tribuna Feminista