Amén a una plegaria feminista

Amén a una plegaria feminista

El Colectivo ‘Dones en l’Església, per la Paritat’ reivindica la voz de las mujeres dentro y fuera de la religión y denuncia la discriminación que sufren por parte de la Iglesia católica. Una vez al mes, sus integrantes celebran una reunión eucarística en la que comentan los Evangelios y expresan su fe con espíritu crítico.

03/10/2016
Celebración eucarística en Girona, oficiada por Genevieve Beney, sacerdotisa de Lion./ CDE

Memorial celebrado en Girona, oficiado por Genevieve Beney, sacerdotisa de Lion./ CDE

Son cerca de treinta mujeres. Se reúnen el cuarto lunes de cada mes en una salita acogedora, con paredes pintadas de amarillo cálido, suelo de parqué y luz templada. Es un espacio sobrio. Solo hay un accesorio de decoración: un retrato en blanco y negro colgado en una pared lateral. Pero eso poco importa porque los muros quedan tras nuestra espalda, donde no los podemos ver.

Sentadas en círculo, todas las presentes ocupamos el mismo lugar. Nuestras sillas son exactamente iguales. Nos miramos desde la misma altura. En el centro, hay una mesa de madera contrachapada cubierto con un mantel de rallas rojas, azules, verdes y fucsias de la Virgen de Guadalupe, con bordados de color blanco. Sobre el mantel, están colocados los objetos litúrgicos: una copa de vidrio transparente, un plato con un pan redondo y, al lado, una gran vela blanca.

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La presidenta del colectivo, me pregunta si quiero una estola morada. Ella lleva una sobre los hombros. “No es obligatorio, algunas se la ponen y otras no”, me dice. Me entrega un librito lila con el nombre ‘Memorial de Jesús de Natzaret, el Señor’ en la portada y el nombre del grupo: ‘Col·lectiu de Dones en l’Església, per la paritat’. Todas tienen uno en la mano.

La presidenta me cuenta que un grupo de compañeras prepara los contenidos que las demás se reparten previamente para participar en la lectura. Este memorial no tiene una figura sacerdotal masculina, todas participan de él como iguales.

El murmullo de las conversaciones entre las reunidas se va disipando y una de las presentes alza la voz:

-Antes de comenzar, quisiera pediros que disculpéis a las compañeras de Horta, con la huelga de metro no se han visto en disposición de venir.

Las demás asienten y cuentan que hoy el transporte funciona terriblemente mal.
Ahora sí, estamos listas para comenzar. Abrimos nuestro libro litúrgico por la primera página y una integrante del colectivo pronuncia unas palabras a modo de introducción:

-Comencemos este encuentro cantando.

Todas recitamos a coro un cántico a capela:

‘Quan pressentim, veient la branca nua, / que, malgrat tot, l’ametller florirà; / quan esperem al cor de la nit crua, / la nostra alegria ningú no ens la prendrà’.

-En el nombre de Dios, Padre-Madre. En el nombre de Jesús nuestro hermano y en el nombre de la Ruhà que nos vivifica a tod@s. AMÉN”, -la misma voz que ha introducido la canción da inicio a este memorial.

Comenzamos la liturgia de la palabra con una lectura que no pertenece al Antiguo Testamento. En vez de eso, las mujeres de este colectivo tienen el hábito ocasional de incluir, en alguna celebración, un artículo de la Declaración Universal de los Derechos Humanos.

“Toda persona tiene derecho a la libertad de pensamiento, de conciencia y de religión. Este derecho incluye la libertad de cambiar de religión o de creencia y la libertad individual o colectivamente, en público o en privado de manifestar su religión o creencia por medio del enseñamiento, la práctica, el culto, y la observancia”, lee una de las asistentes. Es el artículo 28 sobre la libertad de pensamiento, consciencia y religión.

Textos testimoniales

Acto seguido, otra de las asistentes lee un artículo extraído del diario catalán Ara sobre la disminución de clérigos y la proliferación de los bautizos civiles. Al parecer, el ritual del bautizo civil, bebe de la celebración eclesiástica, y las madres, los padres, las madrinas y los padrinos conservan un rol muy similar a que les otorga el bautizo cristiano.

Otra compañera lee el siguiente texto en el libro litúrgico. Es un extracto de la definición de ‘bautismo’ que aparece en la Wikipedia: “La mayoría de ramas protestantes creen que el bautismo debe hacerse cuando una persona es suficientemente adulta para decidir si quiere ser cristiana o no. Además, algunas iglesias niegan la doctrina del pecado original, según la cual, los niños vienen al mundo habiendo pecado, y hay que limpiarlo”.

Algunas integrantes se lanzan miradas cómplices. Tienen mucho que decir a este respecto, pero reservan sus opiniones para el debate que harán tras la lectura de los Evangelios que tendrá lugar tras la representación de una escena del libro Otro Dios es posible, de los hermanos López Vigil en el que reinterpretan la palabra del hijo de Dios en sus “100 entrevistas exclusivas con Jesucristo en su segunda venida a la Tierra”.

Dos de las integrantes del colectivo se ponen en pie para interpretar un diálogo entre Raquel y Jesús sobre el bautismo. No es la primera vez que leen el texto, las dos intérpretes enfatizan cada punto, cada coma, dan la justa entonación.

– Ellos veían pecado en los enfermos. Y ustedes, ahora, ven pecado en los niños. Qué error tan grande, -pronuncia con grandilocuencia la compañera que hace el papel de Jesucristo.

Las mujeres del grupo murmuran.

Una de las asistentes invita a una compañera a compartir con las demás “su experiencia testimonial a través de un poema que ella misma ha escrito”.

-Es de un día que no tenía sueño, -dice la autora de la vivencia. En seguida desdobla un papelito y lee en voz alta su texto-. “Dios es aquella realidad o aquella presencia invisible que nos hace crecer como personas, que nos hace querer a los demás y nos da la fuerza para construir el Reino. Dios es como un silbido, un rumor, un murmullo que resuena dentro de nosotras”.

-Buen pensamiento para hacer tiempo cuando no puedes dormir, ¿no?, -bromea su compañera. La autora de la reflexión se ríe-.

Procedemos con la Lectura del Evangelio. Se trata de la Proclama de Juan Bautista extraída del Evangelio según san Marcos, capítulo 1, versículos del 1 al 8.

-Este inicio del evangelio de Marc nos presenta el Mesías, es decir, el liberador, el que ha sido ungido para liberarnos, -explica una de las presentes-.

El fragmento sobre el baptismo de Jesús hace referencia a la Ley del Levirato que dictaba que cuando una mujer se quedaba viuda, el familiar más cercano de su difunto marido tenía el derecho y la obligación de casarse con ella, y si no podía o no quería ejercer este derecho, debía cedérselo a su pariente más cercano. Estalla el debate.

-La viuda tenía que pagar los platos rotos, -dice la primera interventora.

-Era costumbre de la época, para nosotras no tiene ninguna trascendencia, -dice otra.

Una tercera voz se suma a la discusión.

-Si no nos hace alusión a nosotras, ¿por qué nos lo pone aquí San Marcos? Estamos acostumbradas a leer los evangelios con nuestra mentalidad historicista y racionalista. Si lo leemos de otro modo, extraemos la conclusión de que Dios ama a su pueblo por encima de todo. Este acto, situado en su contexto, es una forma preciosa de presentar al Mesías.

-Yo quiero decir algo sobre lo que hemos leído del bautismo –manifiesta otra de las asistentes-. Que la Iglesia diga que cuando un pequeño nace ya ha pecado, pues mira, como que no. ¡Es como bautizar para quitar pecados!

Una compañera cuenta que los padres de su nieto no querían bautizarle. Así que lo hizo ella misma.

-Cogí al niño, lo puse en la pila y pim, pam, pum. Ahora que él tiene veintitrés años le va contando a todo el mundo que es cristiano porque su abuela le bautizó, -cuenta entre risas.

Todas ríen a carcajadas y comienzan a hablar a la vez, solapándose entre ellas, hasta que una logra toda la atención.

-Ya sabéis que yo soy practicante y mi marido no, pero eso no nos ha representado ningún problema, y cuando quise bautizar a mis hijas él me decía, “las bautizamos porque tú quieres, y te lo respeto”. Y le dije, si a nosotros nos gusta ir de excursión a la montaña, las llevaremos de excursión desde pequeñas y les haremos ver la montaña como nosotros la vemos. Llegará un momento en que ellas tendrán capacidad para decir que quizá no les gusta la montaña. El problema con el bautismo es que antes de que puedan decidir las has pasado a un Sacramento y si quieren salir de la Iglesia, como les ha pasado a algunas personas, les dicen que no, que ya están bautizadas. Y eso un abuso de poder.

-Es muy difícil apostatar, -cuenta la compañera que está sentada a su izquierda.

-Muy difícil, -dice otra-. Conozco a alguien que ha querido hacerlo y ha tenido problemas tremendos. Es un abuso de poder.

-Pues yo respeto el bautizo y el simbolismo del bautismo. Lo que no me gusta es este atributo que le han dado de borrar pecados y de hacer entrar a la criatura en la Iglesia, -añade una tercera.

-Sí, señor. Y más os diré, no hace falta decir que nos la cargamos la Iglesia, ¿no?, por lo menos, yo ahora lo tengo muy claro y creo que lo podemos constatar. Pero los civiles ahora hacen lo que se ha hecho aquí siempre.

Rompen a carcajadas. Todas quieren opinar.

-Es una presentación en sociedad. Creo que eso es muy humano.

-Pues dale otro nombre.

-A mí no me importa que se parezca a un bautismo Cristiano, pues mira, mejor.

-Yo diría, como lo dijo Jesús, que quienes estén dispuestos a cambiar de vida y a luchar por la justicia que se bauticen. Pero que no lo hagan porque ha nacido un niño. Además, todo el mundo te lo pregunta, ¿has bautizado ya al niño? Tenemos la culpa todos y todas por no querer cambiar todas estas convenciones.

Muchas de las asistentes asienten, todas están conformes con esta última intervención. Una de las presentes abre de nuevo el librito lila y retoma el memorial.

-¿Algo más? Pasamos a la declaración de fe.

Es un poema de José Luis Sampedro. Lo recitamos en voz alta, al mismo tiempo. El sonido que se desprende de nuestra lectura tiene el carácter vibratorio de un mantra. Resuena en el cuerpo. Vamos todas a una: “Creo en la Vida, Madre todopoderosa, Creadora del cielo y la tierra…”.

Plegaria eucarística

De pie, formando un círculo cerrado con nuestra mesa fraterna en el centro, todas las participantes iniciamos la plegaria eucarística. Es todo un ritual. Me hace pensar en la sororidad y el vínculo profundo de las ‘brujas buenas’ que aparecen en las películas. Hacen que te sientas a salvo.

Extendemos nuestra mano derecha hacia la mesa para convertir el pan en el cuerpo de Cristo y el vino en su sangre recitando todas unidas las palabras del Señor: “Tomad y comed todo el mundo, porque este pan es mi vida, partida y repartida para vosotros en el anuncio del reino. Tomad la copa y bebed de este vino que significa mi sangre, mi vida, gastada para vosotros para que a todos los hombres y las mujeres del mundo les esté reconocida su dignidad y puedan vivir como personas”.

-Anunciamos que un mundo nuevo es posible, que hay que implantar la paridad y la práctica de los Derechos Humanos, y que juntas, lo conseguiremos, siguiendo los pasos del Señor, Jesús, -añade una de las presentes.

Nos sentamos en nuestro sitio y, de una en una, nos acercamos al centro para servirnos de nuestra propia mano con el pan y el vino igual a la vida en silencio. No se tira el pan, no se tira el vino. También nos comemos lo que sobra.

-Quiero dar gracias a Keren porque sé que tratará de la manera más respetuosa lo que ha visto que es un recuerdo de Jesús, -dice la directora del colectivo, sentada a mi izquierda.

Otra de las presentes la secunda en su acción de gracias.

-Gracias a todas las personas que me he encontrado a lo largo de mi vida que me han influido, que me han ayudado a ser como soy y que muchas de ellas ni lo saben.

-Quiero dar gracias a este colectivo, a todas las personas que han pasado por cómo me han hecho entre todas, -esta participante sonríe y mira a sus compañeras.

-Parece que esto lo podemos compartir todas, -contesta una.

Pero no todo son agradecimientos, también hay espacio para la reflexión.

-Me he estado acordando de todos los nietos que no tengo bautizados y de cómo ellos algún día podrán decidir ser bautizados si no tienen elementos para llegar a la fe. Quiero lanzar una reflexión sobre lo que hemos pensado del bautismo. Me da la sensación de que no les facilitamos actualmente los elementos.

-Yo creo que lo importante, y eso ya lo hace la gente joven, es que amen a los demás tanto si se bautizan como si no, como si son católicos, budistas, protestantes, ateos, agnósticos, como si no creen en nada. Querer a quien tienes al lado ya es suficiente bautizo.

-Yo doy gracias por el papa obispo de Roma que habla en el lenguaje del evangelio.

-Yo creo que es por falta de estudio profundo de los evangelios, no hemos entrado en lo que significa el bautismo para Dios. El queda transformado totalmente lleno de la bondad de Dios. Si estudiáramos a fondo los evangelios lo entenderíamos. El bautismo no es un ritual, es la plenitud del espíritu.

-Demos gracias a Dios por ello.

-Yo quiero dar gracias por toda mi vida que dios ha creado. Toda mi familia me trae calor, i gracias por haber conocido este colectivo y poder venir una vez y porque me traen aquí ella y su marido, -esta asistente se emociona al hablar y las demás se vuelcan con ella.

-Nosotras también te lo agradecemos, -dicen.

Rezamos un padre nuestro que tiene origen en la espiritualidad judía y, a propuesta de una compañera, tenemos presente la persecución que este colectivo ha tenido durante los años.

Nos damos la paz.

Caminamos por el centro del círculo para encontrarnos, pero no nos damos la mano. Nos sonreímos, nos besamos, nos abrazamos. Me engancho el jersey de punto con el broche de una de las asistentes.

 

El Col·lectiu Dones en l’Església, fundado en 1986, está formado por personas de diferentes opciones de vida y profesión, inquietas y sensibilizadas por la situación de las mujeres en la Iglesia y en la sociedad. El colectivo observa una falta de coherencia de los discursos sociales y eclesiásticos con el mensaje evangélico. Por eso, sus integrantes crean un grupo de reflexión y acción para poder vivir la fe de manera responsable y adulta.

El tercer lunes de cada mes, las mujeres del colectivo rinden homenaje a las víctimas de violencia machista en las concentraciones que organiza la Plataforma Contra la Violencia de Género en la Plaça de Sant Jaume de Barcelona, al lado del Ayuntamiento. Prestan apoyo a todas las causas contra la violación de los Derechos Humanos, defendiendo a mujeres, hombres y niños.

Publican Paraules i fets de dones, una revista cuatrimestral con artículos sobre teología feminista y otras informaciones y textos religiosos católicos y no católicos. En su redacción, colaboran personas de diversas disciplinas y credos.

 

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