“Las tamboras creamos un discurso propio, rítmico y empoderado”

“Las tamboras creamos un discurso propio, rítmico y empoderado”

La formadora musical Silvia Palumbo habla de su proyecto de empoderamiento expresivo a través de las bandas de percusión

Silvia Palumbo durante una actuación

Silvia Palumbo durante una actuación

Entrevista realizada por la Agencia Kahlomedia para la revista EMEKI, del Área de Igualdad del Ayuntamiento de Getxo.

Silvia Palumbo Jaime es cantautora y formadora musical. Acaba de estar de gira por el País Vasco presentando, por un lado, la actuación musical ‘La banda de señoronas’, y por otro, el libro ‘La banda lavanda, cuaderno de creación, metodología y experiencias’. En este último traza los orígenes, desarrollo y manifestación de su proyecto de empoderamiento expresivo creado como herramienta de arte feminista: enseñar a tocar los tambores y crear bandas de mujeres. No es la primera vez que viene por aquí. En 2010 impartió talleres de tamboras, entre ellas a un grupo de mujeres de la escuela de empoderamiento de Getxo de las que guarda un entrañable recuerdo y a quienes dedica esta entrevista.

¿Cómo se encontraron el activismo feminista y la música en tu vida?

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Yo fui una lesbiana adolescente de la última dictadura militar en Argentina que vivía en un pueblo muy retrógado y opresivo. Eso nos marcó a todas y en cuanto pude me escapé a Buenos Aires. En esa época yo ya era cantautora y tuve la suerte de conocer a muchas mujeres que me mostraron el camino hacia el feminismo, como la poeta Diana Bellessi, que fue mi maestra de escritura y de taller de canciones. A partir de ahí, mi destino ya fue juntar el feminismo y la música.

¿En qué consiste el proyecto ‘La banda lavanda’?

Es un proyecto de empoderamiento expresivo que llevo desarrollando en los últimos doce años, desde una óptica feminista. Se trata de realizar un trabajo de reapropiación y reencuentro con nosotras mismas a nivel físico, emocional, energético y respiratorio. Luego, todo eso lo colocamos al servicio de nuestro decir expresivo utilizando como herramienta la música.

¿Cuántas bandas de mujeres forman parte de este proyecto?

Tenemos bandas en Argentina, México y aquí. En realidad, este proyecto cuenta con dos brazos. Por una parte, la ‘Lesbian banda’, que son bandas compuestas específicamente por mujeres lesbianas, y que existen una en Valencia y otra en Gijón. La otra línea del proyecto es ‘Mujeres en bandada’, que es la que hemos trabajado en el País Vasco.

¿En qué consiste la metodología feminista que enseñas para tocar los tambores?

Es una metodología que trabaja desde el cuerpo para conseguir una conexión entre nosotras. Se trata de trabajar el concepto de sororidad, un compincheo, como diríamos en Argentina, una hermandad en nuestra lucha feminista. Luego trabajamos todas las herramientas del empoderamiento expresivo; la voz de las mujeres, que por cultura es una voz minusválida en los espacios públicos fundamentalmente; los tambores, que por tradición patriarcal, en todos los lugares estuvieron prohibidos para las mujeres, ahora los ponemos a nuestro servicio.

¿Qué tipo de ritmos trabajáis?

Aprendemos fusiones rítmicas creadas especialmente para este proyecto. Son mezclas inspiradas en ritmos tradicionales de los pueblos por donde he ido viajando. El contenido textual está relacionado con las reivindicaciones feministas. Las mujeres vamos creando un discurso propio, rítmico, empoderado y fundamentalmente, que nos da la libertad de expresarnos en los ámbitos públicos.

¿Qué diferencia hay con la batucada?

La batucada viene de Brasil y son ritmos patriarcales, aunque haya gente que les ponga otros contenidos, pero en origen son géneros musicales de las escuelas de samba, donde se cosifican los cuerpos de las mujeres. Nosotras trabajamos el empoderamiento desde un lugar consciente. Las fusiones rítmicas están inspiradas, por ejemplo, en la chacha boliviana, un ritmo muy de la tierra, guerrero pero no violento, en la murga, un género de Buenos Aires, la chacarera argentina mezclada con ritmos peruanos, jotas aragonesas cruzadas con ritmos africanos… La singularidad de esto es que las identidades rítmicas no remiten específicamente a un lugar de la tierra, sino a la mezcla, a la diversidad y al mestizaje musical.

¿Qué es más importante, los ritmos del tambor o las voces?

El tambor es la herramienta que acompaña a nuestras voces. Yo en Argentina pertenezco a la Banda Desbandadas de Bahía Blanca. Allá tenemos muchos problemas. Tenemos una muerta al día por feminicidio, tenemos una policía corrupta y cómplice de las redes de trata y de narcos. Hace más o menos un mes desapareció una niña de doce años, Micaela Ortega, compañera de una de nuestras tamboras de la banda. Aparece en las cámaras de seguridad cuando se la lleva un muchacho y nadie hace nada por encontrarla. Ni siquiera la buscan. Esto es lo que hacemos nosotras. Salir a denunciar con nuestras voces y los tambores. Estamos todo el tiempo acompañando a las familias a las que le han matado a una hija o una hermana. Todo esto demanda mucha energía y empoderamiento, porque hay un trabajo de alta exposición. Hay mucha carga de contenido. Aquí no se canta. Allá cantamos permanentemente.

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