He tardado más de 30 años en darme cuenta de que soy mujer
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Zoraida Guijarro*
Cuando era una niña me encantaba jugar, cuando era adolescente soñaba con ser periodista y ahora que soy adulta resulta que soy mujer.
Por este motivo, hay mucha gente que me trata mal: hombres que no saben convivir con mis virtudes y sabotean mis inquietudes, empresas que me pagan menos que a mi compañero y que desdeñan mi potencial, gays que me cobran una pasta por entrar en sus discotecas, madres que no asimilan que no sea madre, que viva sola o que no tenga pareja o que sea “demasiado liberal”. Eso siempre me ha hecho gracia, ¿qué significará eso de ser “demasiado liberal”, sobre todo, “demasiado”?
El caso es que ser mujer me arrastra a un conflicto social y personal brutal. Ser mujer en esta sociedad me obliga a luchar por mi supervivencia cada instante de mi vida. Es un machaque psicológico constante, una lucha por respirar y mantenerse en pie. Es asfixiante el clima de hostilidad que me rodea y cómo se impregna en mi autoestima, en mis vivencias, en mi estado de ánimo, incluso, en mi salud. Es puro desgaste, una carrera de fondo o, más bien, desfondada de principio a fin.
Tengo que justificar cada paso que doy en la vida; pero es que, además, tengo que ganar todas y cada una de mis batallas para que mis decisiones y mis actos se consideren legítimos. No basta con luchar, tienes que ganar.
Ser mujer me agota porque siempre estoy a prueba. Y ¿por qué? No tengo ni la más remota idea.
Yo me pregunto, y esto va dirigido a los hombres: ¿quién coño os creéis que sois para otorgar o arrebatarme la dignidad y el sentido que corresponde a mi vida? ¿Quién os ha dado poderes para decidir si me toleráis o no?
¿Qué coño os pasa por la cabeza cuando tenéis a una mujer delante?
Y por qué os empeñáis en enmudecernos, exiliarnos, marginarnos, denigrarnos, infravalorarnos, empequeñecernos, ningunearnos, apartarnos, ignorarnos, maltratarnos y… es tan larga esta enumeración que me aburre completarla.
¿De qué tenéis miedo? ¿De que no sea verdad lo que os han contado? ¿De que resultemos seres bellos, fuertes, inteligentes? ¿De que después de tantos años y siglos de lucha seamos, si cabe, más fuertes, tenaces y sabias? ¿De que sigamos aquí, aguantando(os)?
Exactamente, ¿qué os molesta o qué os asusta? ¿La nuestra o vuestra fragilidad? Sea cual sea el motivo, hacéoslo mirar.
Las mujeres no tenemos que ganarnos nuestro sitio en este mundo ni en esta sociedad. No tenemos que luchar por convivir y defender nuestra condición de mujer en un estado de igualdad. Es nuestro legítimo derecho desde que nacemos, por cierto, del vientre de una mujer.
Así que empezad a hacer los deberes ya, que llegáis muy tarde. No somos nosotras las que tienen que evolucionar.
*Zoraida Guijarro es periodista y sexóloga