La verdad irreductible
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Victoria Solfa
No intentes reducir mi verdad. La que también es la verdad de la mitad de la población, sean conscientes de ella o no. No intentes reducirla a tus sesgos. No intentes reducirla a que estoy traumatizada, o a que soy mala persona y me creo superior. No me compares con una nazi ¿de verdad comparas mi lucha por la igualdad con genocidas?
No reduzcas mis razonamientos a tonterías de modernas. No reduzcas lo que han luchado desde el feminismo durante tantos años a “los problemas de la época, todos vivíamos peor”.
No reduzcas mis iniciativas a que soy mandona. No reduzcas mi sueldo. No reduzcas mi capacidad de liderar.
No reduzcas tus privilegios a “opciones que las mujeres no elegimos voluntariamente”.
No reduzcas el acoso a “solo te he llamado guapa”. Ni reduzcas los crímenes hacia mi persona a cómo iba vestida, cómo andaba o lo que había bebido.
No intentes reducir 800 asesinatos a casos aislados y niegues el machismo y el patriarcado que les da base. No reduzcas los 4 chicos de media que me acosan cada sábado en un bar, es decir, unos 16 al mes, 192 al año, a una chica que una vez te acosó a ti.
No sigas reduciéndonos. No somos pequeñas, no somos inferiores. Pero si te empeñas, de tu reducción sacaremos nuestra grandeza, nuestra sororidad, hasta que por fin se extienda y tú te quedes con eso: argumentos pequeñitos. Porque nuestra verdad que está llena de los ecos de millones de mujeres de todo el mundo, en toda línea del tiempo, no se reduce a tu ombligo.