Alicia Murillo, Pikara y la mística de la feminidad

Alicia Murillo, Pikara y la mística de la feminidad

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23/04/2016

Aída Reinoso Acero

Otra feminista más hechizada por la estética de la maternidad y de la esfera privada, porque estas son las potentes armas de las que disponemos las mujeres para combatir el patriarcado, según parece. Lo de feminista es un voto de confianza que le doy, dado que ella misma se autodesigna así, pero difícil es deducirlo de su discurso. Por otro lado, es un discurso archimanido que está calando y muy bien hoy en día entre las que pretenden ir de transgresoras y que viene ya de lejos, del feminismo de la diferencia y del hipismo del 68. Se huele muy bien y me lo conozco hasta el aburrimiento.

Su nombre es Alicia Murillo; un nombre precioso, por cierto, mucho más sofisticado y snob que el de la PPIINA, que al parecer no le gusta nada porque recuerda a Pepina, que es nombre sospechosamente franquista, claro. Empezamos bien (¿de verdad esta mujer es feminista y participa regularmente en un periódico digital? Me da la risa).

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Pasemos a analizar lo que argumenta. Parece como si cualquier medida igualitaria le fastidiara, tachándola de pro-capitalista, carca (porque ella es muy moderna y liberada) y reformista (es decir anti-revolucionaria). Porque si leemos la propuesta de la PPIINA, anti-revolucionario y pro-capitalista es pedir igualdad en los permisos de AMBOS CUIDADORES. Sí, (es que no te has debido leer bien la proposición de ley), una de las razones por las que la medida de la PPIINA es una medida transgresora y además revolucionaria (de verdad porque cambia las estructuras desde la raíz, y no de boquilla como tu discurso) es porque pone fin a la familia heterosexual concebida como padre y madre con roles bien diferenciados al cuidado de sus criaturas. Los piina se conceden a cualquier progenitor/progenitora o cuidadora/cuidador independientemente de su identidad de género y condición sexual. No sé qué tienes que decir a esto, Alicia Murillo.

¿Qué nos propones tú en tu artículo? Veamos: básicamente medidas que premien el trabajo de los cuidados (el trabajo de las mujeres, porque las mujeres no deben querer ser como los hombres, ¿no es así?) ¡Viva la revolución! Tu revolución me recuerda sospechosamente a la mentalidad de la sección femenina, hacer del mundo un hogar feliz y confortable para las mujeres; porque, según dices, los piina fomentan el trabajo visto desde un punto de vista capitalista-masculino. Desde luego, no dudo de que hay que cambiar las condiciones de trabajo; pero no juntemos churras con merinas ¡Quién ha negado eso! (una vez más la estrategia de la confusión por tu parte). Y precisamente tu propuesta no ayuda, más bien todo lo contrario, reincide en la desigualdad, ¿en serio que crees que así se van a cambiar las condiciones laborales? Tus medidas pasan por alimentar la mística de la lactancia y la feminidad, porque no olvidemos que que una mujer quiera tener una prestigiosa carrera es una trampa del patriarcado. Madre mía, ¡qué ensalada mental! Y además dices que la maternidad ha cambiado mucho, con sus tetas al aire y su libertad callejera (¡que soy madre y cuidadora porque me sale del coño!, te ha faltado decir) ¿En serio, Alicia, que la maternidad ha cambiado tanto? ¿En qué sentido? Una vez más huelo a la mística de la feminidad por todas partes. Con personas como tú cambiará más bien poco.

Pues sí, por alusiones también te hablaré de mí, dado tu comentario desafortunado acerca de la edad de los integrantes de la PPIINA (comentario que resulta de lo más patético y gratuito). A pesar de no salir en la foto, yo también estaba allí ese día reivindicando un permiso de paternidad igualitario. Tengo 36 años, no tengo hijos, ni marido hetero-normativo, ni potencial padre/madre de una posible criatura…, y no tengo intención de tener, al menos por ahora (porque como tú bien dices, la maternidad ha cambiado mucho y puedo decidir ser madre con más de 40 si me da la gana). Bueno, que qué pinto en la PPIINA, pues sencillamente es una de las reivindicaciones más claras y más fáciles de implementar que pueden existir para cambiar la desigualdad social entre hombres y mujeres referida a mi realidad más inmediata. Y fíjate, tiene tanto sentido común que todos los partidos de todos los colores la apoyan. Seguro que este es el motivo principal para que te genere urticaria. Después de mucho esfuerzo, de más de diez años de trabajo por amor a la causa y sin ningún tipo de subvención, la gente de la PPIINA ha conseguido que los partidos políticos no tengan más remedio que aceptar que su propuesta de ley es una medida justa que destila sentido común y que el conjunto social además demanda. A pesar de lo cual y dicho esto, no confío en que se vaya a aprobar en el congreso por ahora (soy bastante incrédula en todo lo que respecta a verdaderas medidas que cambiarían la sociedad de cabo a rabo y desde la raíz, transformando las relaciones de poder y el concepto de familia impuesto por el patriarcado ¡Tan revolucionaria resultaría!).

Vivimos en una sociedad (esto vale para el conjunto del planeta porque está medida no se ha implantado en ninguna parte del globo, ¿por qué será? -pregunta retórica-) cuyo régimen de la seguridad social discrimina a padres y a madres lesbianas que no paren pero que son co-cuidadoras a la hora de tener un hijo ¡No es esto demencial! Es decir, un trabajador o trabajadora tiene derecho a sus vacaciones pagadas (no se las puede ceder a su mujer ni a sus amigos, ¡hasta ahí podíamos llegar! incluso aunque pueda rehusarlas) pero resulta que si tiene un hijo y no es mujer que ha parido no tiene el derecho y el deber de cuidar de su bebé dado que ¡¡puede decidir renunciar a este derecho transfiriéndoselo a la corresponsable de la criatura!! Y tú esto no solo lo ves lo más lógico del mundo, sino que te resulta laudable y ventajoso para las mujeres. Tus palabras lo dicen todo: “cada familia es un mundo” (esta expresión me mata, parece dicha por un retrógrado rancio). Por tanto, para ti el cuidado es cosa de las familias, que son las que deciden, claro y dentro de las familias no te metas, que ellas saben cómo organizarse.

Tu punto de vista es sospechosamente afín a la medida que quieren implementar PSOE y C´s. Aumentar la parte transferible de los permisos de maternidad y perpetuar el modelo de padre sustentador/madre dependiente. Claro que según tú, hay muchas madres encantadas de quedarse en casa (¡maternidades gozosas!) y la sociedad no debe arrebatarles este derecho sublime de quitar pañales (aunque este placer ineluctable se fundamente en la desigualdad social y perpetúe el machismo y los roles de género, eso claro es lo de menos). Y no solo eso, vas más allá, es la sociedad entera la que debe hacerse cargo de los cuidados. Y me pregunto yo, ¿quién es ese ente abstracto llamado sociedad? Tu medida de coparticipación social, aparte de ser ingenua, recuerda a un idealismo feliz parecido al jardín edénico cuyo prototipo no puede menos que recordarme a las comunas hippies o a las sectas religiosas donde los niños son propiedad de todos y las mujeres, por cierto, también, al servicio de la reproducción y del bien de la comunidad. Muy hermoso es tu imaginario simbólico y tu proyecto político. Los hippies nunca me gustaron un pelo. Bajo su estética emancipatoria se reproducía la sumisión de la mujer desde un nuevo retruécano. Recordemos aquello de “mujer, socializa tu cuerpo”. Las mujeres hippies dejaron de ser propiedad del marido para pertenecer a todos los colegas varones en solidaridad fraterna. No digo que ahora las mujeres no tengan la libertad de disponer de su placer y de liarse con quien les dé la gana, aunque no la tienen en la misma medida, desde luego, que sus homólogos varones. Y si algo de libertad tenemos, y desde luego no todas, no se la debemos al hipismo sino a nuestra lucha emancipatoria.

Este tema de la familia es precisamente otra de las causas para luchar por la PPIINA; causa desde luego revolucionaria. Una vez implementada la medida se desarticularía la idea de familia como ente supra-individual prístino e indisoluble cuyo estatuto está por encima de los miembros que lo componen. No no, el cuidado no es cosa de las familias (es decir de las mujeres y puertas para adentro nadie entra), es cosa de cada persona que decide tener un hijo a su cargo; es un derecho y un deber individual e intransferible, Alicia. Dejemos de pensar en términos de familias y de comunidades abstractas para pertrechar al individuo de sus derechos. Dado que soy feminista y considero que hay que hacer un cambio de mentalidad ya, por eso estoy en la PPIINA, porque no cabe medida más sencilla y revolucionaria. Medida que parte de la persona individual, entidad que es la única que puede estar sujeta a la racionalización de derechos cuando hablamos de feminismo y de desarticular privilegios.

Por si fuera poco, además, hay que añadir a todo esto que como mujer de 36 años y en precario (sí, no pertenezco, como tú dices a la clase alta ¡¡eso me ha hecho reír a mandíbula batiente!!) me veo discriminada laboralmente por razones de género de forma aplastante y real… Y como yo otro tanto de la población cuyas excelencias y capacidades se ven cercenadas, o en el mejor de los casos mermadas, por el hecho de ser vistas como profesionales que no pueden igualarse a su colegas varones dado que su destino está marcado, aunque sea potencialmente por la maternidad.

¿No crees que el fin de esta discriminación, de estas desigualdades, de estos privilegios, así como del reparto heteronormativo de tareas y de la familia patriarcal-heterosexual vendría con una medida tan simple como derechos de paternidad/maternidad intransferibles y pagados al 100%?

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