Consoladores, bolleras y amigos machirulos

Consoladores, bolleras y amigos machirulos

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05/03/2016

Tere

Sí, soy una mujer cisexual y me gustan las mujeres. Y follo con ellas. Follo con mis manos, con mi legua, con mi coño, con mis tetas, con todas las partes de mi cuerpo. Follo con otras manos, otras lenguas, otros coños, otras tetas. Sin polla y sin necesidad de tener una. Ni mía, ni de mi compañera, ni de plástico. Y sí, eso también es follar, aunque todavía ciertos carcas, desde su óptica falocéntrica lo sigan dudando.

No os podéis ni imaginar la cantidad de veces que he tenido que escuchar, en boca de gente cercana, barbaridades como “¿pero y cómo folláis las lesbianas?”, “¿utilizaréis dildos, no?” “¡Porque solo con la mano no es follar!”. Personas que desde su posición heteronormativa privilegiada se atreven, con una sonrisa de superioridad en la cara, a cuestionar y a juzgar mi sexualidad por no acatarse a las normas patriarcales. Ya decía Rubin que lo que se define como sexo es obtenido y determinado culturalmente. Y en nuestra cultura patriarcal, en la que la heterosexualidad es la norma, se asume en el imaginario social que el sexo es únicamente la relación coital entre mujeres y varones. Pero los tiempos han cambiado, y ahora la homofobia, en un país tan abierto como esta nuestra España, está mal vista por la opinión pública. Así que, ya que toleran (porque no aceptan, otra vez, desde la superioridad hetero) la homosexualidad y las relaciones sexuales entre personas del mismo sexo, al menos nos tienen que dejar claro que es necesario un falo para completar la operación, y que no hay otra forma posible de follar.

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Pues cuento todo esto porque el otro día fue el cumpleaños de mi compañera, y uno de sus amigos decidió que entre todos sus colegas iban a regalarle una enorme polla de plástico. Tengo que añadir que el mismo día era el cumpleaños de otra amiga, heterosexual en este caso, a la que decidieron regalar condones, porque su compañero ya tiene falo para satisfacerla. El amigo en sí, uno de la infancia y de los más cercanos, es un machirulito de los de ahora, de los que no dicen abiertamente que la mujer sea inferior, porque quedaría feo, pero te niega una y otra vez la existencia del patriarcado, la dominación de los hombres, su lugar en el poder, la hipersexualización de la mujer, las diferencias económicas y salariales, y hasta la violencia hacia las mujeres. Si le hablas de violencia machista te responde con el argumento de las denuncias falsas y mujeres maltratadoras, si le hablas de violencia sexual te dice que algunas se lo buscan o que ellos también pueden ser violados, y si le hablas de los piropos como acoso sexual callejero o de lenguaje sexista te llama loca, histérica o exagerada. De manual, vamos.

El caso es que hacer ese regalo, tú, como hombre cisexual, desde tu privilegio y desde tu ideología rancia y patriarcal me repugna. Hacérselo a tu amiga que tiene por pareja a una mujer, un regalo que no harías a una mujer heterosexual con pareja, es una vergüenza, porque en ello va implícita tu creencia de que necesitamos un falo para satisfacer nuestras necesidades sexuales. La idea más patriarcal, el falocentrismo, plasmada en un acto. No hubiera tenido ningún problema con otro tipo de juguete sexual, un estimulador de clítoris, unas bolas chinas, un gel de sabores o cualquier otra cosa que no signifique imponer un órgano sexual masculino en nuestras relaciones íntimas. Tampoco hubiese pasado nada si mi compañera hubiese manifestado explícitamente sus ganas de hacerse con un consolador, porque en ese caso el regalo hubiese respondido a un deseo concreto de la cumpleañera y no a una suposición dada por la ideología patriarcal sobre la sexualidad de las mujeres lesbianas. Entiendo que no entiendas nada, comprendo que lo único que conoces sobre el sexo entre mujeres es lo que has visto en las películas porno (como todas sabemos, hecha para el púbico masculino), en las que dos mujeres no se bastan para satisfacerse y necesitan siempre una buena polla que las penetre.

“Amigo”, he de decirte que la realidad es otra. Que claro que algunas mujeres que follan con mujeres lo utilizan, pero no es una regla de básico cumplimiento. Que si queremos una polla de plástico nos la compramos nosotras mismas, pero que no necesito que ningún macho me diga lo que tengo que hacer, cómo tengo que follar, lo que me tengo que meter por el coño, ni que analice mis o nuestras supuestas carencias sexuales, y mucho menos que se crea súper abierto y súper moderno por regalar esas cosas.

Follamos como nos da la gana, nos pasamos por el coño tus imposiciones patriarcales y disfrutamos como perras. Y por cierto, el sujeto en sí se sintió realmente ofendido cuando le pregunté si él había probado a introducir ese tipo de juguetes en su ano. ¿Cómo me atrevo a cuestionar su sexualidad, y lo que es peor, su masculinidad? Pues resulta que yo soy la mala, la hembrista, la histérica, la loca que ve machismo hasta donde no lo hay. ¡Venga ya, al carajo!

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