Por qué #machismomata nos dejó ese sabor

Por qué #machismomata nos dejó ese sabor

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27/02/2016

Paz Blanco

Hace ahora un par de semanas que se emitió el programa Salvados dedicado a la violencia machista, que se tituló  ‪#‎machismomata. Somos muchas y muchos los que agradecemos que por fin se trate el tema con rigurosidad en horario prime time, saliendo por fin de las catacumbas de las noches temáticas y Documentos TV de la 2.

Desde aquí hago público mi agradecimiento a Jordi Évole y a la Sexta TV por el importante grano de arena que significó la emisión de #machismomata, por las fronteras que abrió por fin al público de a pie y por poner su prestigio y rigurosidad al servicio de nuestra causa más prioritaria hoy por hoy.

#Machismomata tuvo varios aciertos importantes. De la entrevista con la magistrada Francisca Verdejo, excelente comunicadora que supo transmitir la desalentadora realidad con la que trabaja día a día, rescatamos dos conceptos clave: la refutación de la teoría de las denuncias falsas y la legitimación del término terrorismo machista.

Las denuncias falsas son la principal estrategia del neomachismo que ya está empezando a calar hondo en el imaginario social. Verdejo supo explicar claramente cuál es la razón fundamental por la que muchos de los juicios no tienen sentencia condenatoria y es que en una gran parte de los casos las mujeres no se presentan a declarar, pasados unos días de la agresión y de la denuncia, cuando el agresor ha logrado volver a atraparlas en su red de aislamiento y las mujeres han podido comprobar por sí mismas la situación desprotección en la que la Administración las deja.

El segundo concepto importantísimo que puso sobre la mesa Verdejo es la legitimación del término terrorismo machista. Desde hace años, el movimiento feminista lucha por la aplicación de este término ya que, como publicó en su día el diario.es en un artículo al respecto, “el terrorismo se estructura a partir de una violencia diseñada para generar dinámicas sociales de terror en determinados grupos de víctimas y que afecta a la integridad psíquica y física de estas personas”. La definición no podría ser más acertada.

El programa continuó con una entrevista a un terapeuta que se dedica a la rehabilitación de condenados por violencia machista, quien destapaba la verdadera raíz del problema: una ideología basada en las creencias de desigualdad que dicta el sistema patriarcal. Expresamente, descarta la locura, el alcohol o las drogas. Es una ideología constantemente reforzada socialmente en los anuncios publicitarios, en los refranes populares, en las películas, en los medios de comunicación.

Desafortunadamente, en este punto #machismomata hizo un intento de aterrizar el problema en personas de carne y hueso y se adentró en los testimonios reales de un agresor y una víctima, que sin remedio resultaron en un tratamiento del tema demasiado truculento, que es precisamente lo que la jueza Verdejo le había aconsejado evitar. En una falta de rigurosidad importante, se produjeron declaraciones muy graves como la que hizo la protagonista víctima de violencia de género: “Si la gente supiera lo que en realidad sufre una mujer o un hombre que sufre violencia de género…”.

Algunas, algunos hubiéramos esperado que, con tan buen comienzo, una vez diagnosticado el origen y la dimensión del problema #machismomata, hubiera continuado en esa línea y hubiera desvelado los verdaderos pilares que sustentan y perpetúan la violencia machista, siendo el principal responsable el Estado.

Hubiéramos esperado que se denunciara cómo el Estado legitima, normaliza y sustenta la violencia contra las mujeres que deben explicar cómo iban vestidas y si habían bebido al declarar como víctimas en un juicio de violación y que es un colaborador negligente de este terrorismo machista desprotegiendo a las víctimas y concediendo custodias compartidas a padres maltratadores.

Hubiéramos esperado que se nombraran otras formas de violencia machista como el acoso callejero, el abuso sexual, la violencia simbólica, la feminización de la pobreza, la instrumentalización del cuerpo de las mujeres, el acoso laboral, la violencia de los medios de comunicación…

Hubiéramos esperado que explicara cómo educamos a nuestros hijos como potenciales agresores –mira esa, menuda fresca, va pidiendo guerra, luego pasa lo que pasa– para que asuman que su sexualidad es algo indomable y que la realidad debe estar al servicio de su deseo y cómo educamos a nuestras hijas como potenciales víctimas –cuidado con los hombres, todos quieren lo mismo y luego si te he visto no me acuerdo–.

Hubiéramos esperado que se hablara del buen trato, de cómo construir nuevas formas de relacionarnos hombres y mujeres, mujeres con mujeres, hombres con hombres. Pero, solo se habló una vez más, de denunciar.

Por último, hubiéramos esperado que se nombrara en algún momento al Movimiento Feminista con su incesante lucha por denunciar y acabar con esta extrema expresión del machismo. Mujeres y hombres feministas agradecemos la emisión de #machismomata en lo que vale, pero nos reafirmamos en el largo camino que aún nos queda por recorrer hasta conseguir un tratamiento eficaz del terrorismo machista para lograr una sociedad en paz más justa, libre e igualitaria.

Con ese sabor nos quedamos…

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