Estructuras
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Alicia Gaudioso Pedraza
Últimamente en mis redes sociales, en todas partes más bien, estoy encontrando videos, fotos, argumentos que hablan de la violencia de género y las desigualdades entre hombre y mujeres. Al principio me dije a mi misma “¡Wow, por fin conseguimos que sea mediático!” pero estaba muy equivocada. Mi medio social hace que esté rodeada de gente sensible a la problemática, de gente que se interesa y que quiere escuchar por qué la violencia doméstica no es violencia de género y por qué la condena no puede, y no debe, ser la misma.
Pero en seguida me di cuenta de que mi medio era una burbuja que acompañaba a mi formación. Poco después de pensar que todo esto era mediatizado empecé a ver muchas más actualizaciones y publicaciones que buscaban desacreditar la lucha feminista, que buscaban reenviar a la mujer allí de donde había conseguido salir (o más bien comenzado a salir).
Vemos en nuestro día a día el mito de que la igualdad ya está aquí, y una creciente (y peligrosa) ola de neomachistas que buscan a señalarse como las víctimas de esta violencia. ¡Eh! ¡Miren! Un hombre llora delante de una cámara porque su novia era una celosa… ¡Miren! S.O.S, papá busca la custodia compartida… Pobrecitos, de verdad, las mujeres no sabemos darnos cuenta de la suerte que tenemos.
¿Que los estudios demuestran que todas las mujeres han sufrido acoso sexual en algún momento de su vida? ¿Que una de cada cinco sufrirá maltrato de algún tipo? ¿Que una mujer muere cada tres días a manos de sus parejas o exparejas? Sí, ¿pero, y ellos? Esos pobres que no saben cómo acercarse a una mujer para intentar ligársela, esos pobres hombres que viven nuestro empoderamiento como una castración.
Todos ellos, todas esas personas que señalan ese ínfimo porcentaje de hombres que sufre violencia a manos de su pareja, que señalan los supuestos millones y millones de denuncias falsas de malos tratos para intentar conseguir la anulación de la ley de violencia de género española. Todos ellos deben de comprender una cosa: el concepto de estructuras.
Del mismo modo que no podemos hablar de racismo contra los blancos, no podemos hablar de violencia de género contra los hombres. No, no podemos. Las estructuras sociales, la historia y el contexto en el que vivimos, hace que la violencia de género (de hombre hacia mujer, y siempre así) esté basada sobre unas relaciones de poder y de control. Unas relaciones sustentadas por la sociedad. Eso quiere decir que la sociedad las acepta, las consentimos, las promovemos. Las estructuras permiten que las mujeres ganen un 20% menos que los hombres por el mismo trabajo, que tengamos que soportar comentarios sobre nuestro físico siempre, y digo siempre, y nadie dice nada. Que nos hayan educado para no hablar mucho por tal de no parecer mandonas, o locas, o peor aun: para evitar que nos quedemos solteras. Todo el mundo sabe que las mujeres que hablan mucho…. Eso no es bueno, claro está.
Cuando muráis a manos de mujeres por el simple hecho de ser hombres, por vuestro sexo o vuestro género. Cuando sepáis que a lo largo de vuestra vida vais a ser violados por vuestras parejas o por amigos cercanos, simplemente porque las mujeres tienen ese poder sobre vosotros. Cuando la historia cambie, y llevéis años siendo anulados como personas, como profesionales. Cuando os hayan anulado uno detrás de otro todos vuestros derechos, cuando tras ser violados la policía os pregunte cómo ibais vestidos… Cuando todo eso pase, yo saldré a la calle a luchar con vosotros por la igualdad de género, y podréis ponerle el hombre que queráis a vuestra lucha.
Pero eso ahora no pasa, así que no, la violencia de género no es igual que la doméstica, no es lo mismo y no lo será nunca. Debemos comprender las estructuras que alimentan dicha violencia, debemos comprender cómo la dominación de las mujeres se nutre de un sistema patriarcal creado y alimentado desde hace siglos.
Vuestros videos y vuestros comentarios hacia la lucha feminista, no son otra cosa que un grito desesperado por intentar conseguir adeptos a vuestra absurda causa. Un claro ejemplo del miedo que os invade al imaginar una sociedad igualitaria, una sociedad en la que ser hombre no sea una ventaja, sino simplemente una diferencia biológica. Sigan con sus videos, yo seguiré defendiendo lo que es justo.